Perú: la incógnita del nuevo presidente, Humala
28 de julio de 2011Publicidad
Con la asunción a la presidencia de Perú este jueves (28.7.2011) comienza la compleja misión que el propio Ollanta Humala se impuso al transformar su perfil político: de izquierdista radical a ecléctico conciliador.
El ex teniente coronel del Ejército, quien perdió por poco las elecciones presidenciales de 2006 ante Alan García debido al radicalismo de su arenga nacionalista y venció a Keiko Fujimori en las de este año tras moderar su postura anticapitalista, debe convencer a los peruanos y a sus vecinos de que fomentará la integración regional sin desatender los intereses de su país y dará continuidad al modelo económico liberal de García sin olvidar su promesa de emprender cambios estructurales para combatir la pobreza que hoy aflige al 34 por ciento de la población.
Demasiado tarde para emular a Chávez
A juicio de algunos observadores, Humala puede convertirse en un punto de equilibrio dentro de Unasur porque a las buenas relaciones que estableció en el pasado con gobernantes de izquierda más radicales se han
sumado sus acercamientos a Gobiernos de izquierda moderada, de centroderecha y de derecha. Puertas adentro, el nuevo hombre fuerte de Lima y su heterogéneo Gabinete tienen una misión más difícil: estimular el crecimiento económico de Perú y garantizar simultáneamente una distribución más equitativa de la riqueza.
Quienes continúan mirando con escepticismo al sucesor de Alan García creen que dejará insatisfechos a todos los que votaron por él y que se radicalizará de nuevo cuando sus niveles de popularidad se desplomen. Pero, ¿podría Humala emular con éxito la retórica de confrontación y las políticas que Chávez practicó en la década pasada? “Hoy día, el escenario regional propicia más bien la moderación”, comentó Claudia Zilla, investigadora de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, al ser entrevistada por Deutsche Welle.
El balance, una apuesta difícil de ganar
“Yo no creo en desarrollos definitivos, todos los ciclos se pueden reactivar. Pero, en este momento, estamos ante el declive de las figuras romantizadas del populismo de izquierda que movilizaban a multitudes ideológicamente: Fidel Castro ya no detenta el poder en Cuba y Hugo Chávez está enfermo”, explicó Zilla. “Y como esos factores no están tan presentes, no hay una caja de resonancia para los discursos polarizantes de los que viven los populismos”, ahondó la experta.
En lo que se refiere a las probabilidades de que Humala consiga un balance saludable entre desarrollo económico y desarrollo social, la investigadora del SWP prefiere darle el beneficio de la duda. “La experiencia brasileña demostró que ese equilibrio es empíricamente factible. Pero no todo va a depender del don de mando de Humala; está por verse también cuánta tolerancia y cuánta paciencia demostrarán los distintos grupos de intereses de cara a la actuación del Gobierno y sus proyectos”, sostiene Zilla.
El variopinto Gabinete de Humala
“El sector financiero y los grupos económicos sospechan que Humala está mostrando una fachada que no es real; pero, por otro lado, los grupos sociales y los grupos políticos de izquierda que apoyaron su campaña han empezado a quejarse por la constitución de su Gabinete”, agrega, aludiendo a los cargos que recibieron un acaudalado empresario y un economista liberal ortodoxo, entre otros satélites del status quo –personalidades provenientes de la élite económica y la derecha peruana–, para tranquilizar a los inversionistas y a los mercados.
Otra meta que Humala no podrá alcanzar solo es conseguir que se valoren los derechos humanos de tercera generación –los derechos colectivos, “de los pueblos”– de los habitantes originarios y de los afrodescendientes en Perú. Zilla describe como una moción positiva el nombramiento de la cantante afroperuana Susana Baca como ministra de Cultura, pero insiste en que el primer paso para resolver las tensiones entre el Estado y las comunidades indígenas es reconocer el valor cultural de sus aportes y admitir que el conflicto existe.
La inclusión social, un proyecto ambicioso
“Creo que en América Latina abundan las leyes y políticas para el reconocimiento y la protección de las comunidades indígenas a las que Humala puede recurrir como referencias. Pero, aunque esa es una iniciativa que puede venir del Estado, promovida por un Gobierno específico y continuada por otro, es la sociedad peruana en su conjunto la que debe abrirle espacio y darle un lugar a estos actores, a los grupos sociales que ha ignorado durante tanto tiempo”, dice Zilla.
“Lo que sí está en manos de Humala es combinar el fomento de las inversiones –la mayoría de las cuales se hacen en el sector minero– con políticas para proteger los derechos de las comunidades indígenas. Yo no creo en la disyuntiva que enfrenta al crecimiento económico con la protección de los derechos humanos. Cuando se protegen los derechos humanos se estimula un crecimiento económico más justo”, cierra la investigadora del SWP.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editora: Emilia Rojas Sasse
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