El nuevo pragmatismo alemán
19 de septiembre de 2012Somalia, Sudán, Chad, Zimbabue, Haití, Yemen, Irak, Afganistán… La lista de los llamados “Estados frágiles” es cada vez más larga. Un Estado es descrito como frágil cuando sus instituciones sólo funcionan rudimentariamente y son incapaces de garantizar la seguridad, el bienestar social o la vigencia del Estado de derecho. Las consecuencias de ese síndrome son las tensiones políticas, la pobreza generalizada y los conflictos violentos.
El ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, se pronunció recientemente sobre el debilitamiento progresivo de ciertos Estados, alegando que no es un problema al que Alemania pueda darle la espalda. “Cuando el terrorismo, la criminalidad o la piratería resultan de ese proceso, éste se convierte en un tema que concierne directamente a nuestro país”, dijo. El Gobierno alemán ha reaccionado a este panorama estableciendo nuevos lineamientos para su política exterior.
Este miércoles (19.9.), el Gabinete de la canciller Angela Merkel decidió que el Ministerio de Exteriores, el de Defensa y el de Cooperación Económica, colaborarían más a partir de ahora para contribuir a la estabilización de países afectados por crisis institucionales. Ese esfuerzo conjunto ya se aplica en Afganistán y Somalia, y su implementación en Siria y Sudán ya está siendo planeada. El Gobierno conservador-liberal también cambiará el enfoque y el contenido de sus políticas.
Afganistán, “un caso infeliz”
Westerwelle prefiere hablar de una “actitud más pragmática” y no de un cambio radical en la política exterior y de seguridad de Alemania: “Uno no puede propiciar la estabilidad en los países frágiles analizándolo todo desde nuestra perspectiva”, explicaba el ministro de Exteriores. “Iremos por buen camino si comprendemos las expectativas de legitimación de la región en donde actuamos desde el punto de vista cultural, político e histórico”, acotó el ministro de Defensa, Thomas de Maizière.
De Maizière destacó que siempre se respetarán los derechos humanos, pero dejó claro que la misión ya no será “exportar nuestro sistema democrático”. El ministro de Defensa añadió que durante mucho tiempo se confundió la estabilidad de los Estados con la estabilidad de sus Gobiernos. Esta reflexión sobre una política más efectiva de cara a Estados inestables es el resultado de diez años de intervención alemana en el conflicto afgano.
“Desde mi punto de vista, la intervención en Afganistán no fue un error; lo que ocurre es que las expectativas fueron demasiado grandes”, sostuvo De Maizière. El ministro de Cooperación Económica, Dirk Niebel, fue más concreto: “Afganistán es un caso infeliz y no el mejor ejemplo de seguridad bien articulada”.
Autores: Sabine Kinkartz / Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse