¿Por qué queremos conocer el futuro?
31 de diciembre de 2011Ojalá el rey Creso no hubiera escuchado al Oráculo de Delfos, quien profetizó que, si cruzaba el río Halys con su ejército, destruiría un imperio. Creso no interpretó bien estas palabras y acabó con su propio reino en el año 590 antes de Cristo. En la antigüedad, las profecías jugaban un papel muy importante. La omnisciencia de los dioses era capaz de anunciar los sucesos del futuro y ofrecer consejos para actuar en consecuencia.
Desde siempre ha habido adivinadores, ya sea el Oráculo de Delfos, los profetas bíblicos o la vidente suiza Uriella en la actualidad. Las profecías tienen mucho que ver con la interpretación de los acontecimientos y ello es precisamente lo que las hace tan emocionantes como peligrosas.
Los profetas se expresan con ambigüedad
Por ello advirtió Jeremías previsoramente en el Antiguo Testamento: "No os dejéis embaucar por los profetas que están entre vosotros, ha dicho el Señor". Los profetas del Antiguo Testamento eran bien conocidos en la sociedad. El hecho de que sus libros fueran incluidos en la Biblia ofrece una idea de hasta qué punto la gente de la época prestaba atención a los emisarios de Dios. Incluso hoy día se discute sobre el verdadero significado de sus palabras.
La Biblia profetiza la llegada de un Mesías, pero, mientras para algunos ya vino al mundo, para otros está aún por venir. "Los judíos aún lo esperan, mientras que para los cristianos ya llegó", resume el teólogo Manfred Becker-Huberti.
Cuestión de interpretación
Siempre hay puntos oscuros en las profecías, dificultades a la hora de interpretarlas, ya que su ambigüedad a veces resulta indescifrable. Para los profetas resulta práctico expresarse con ambigüedad. Así no son ellos los que se equivocan, sino que la responsabilidad recae sobre la interpretación que se da a sus palabras. Y el margen de error es amplio. Como en la primera carta que el apóstol San Pablo envió a los tesalonicenses: "Sabéis bien que el día del Señor llegará como ladrón en la noche". El caso es que nadie sabe con precisión qué momento será ese. Amén de que en ello sólo cree una parte los católicos.
Nostradamus y las catástrofes
Los profetas vivieron su edad de oro en la Edad Media. Catástrofes, muertes, el fin del mundo…Cuanto más apocalípticas eran sus predicciones, mejor las vendían a sus coetáneos. Según Manfred Becker-Hubert, esto funciona actualmente de la misma manera.
Hoy día, aún se cita a Nostradamus, el adivino más famoso de todos los tiempos, que debió de vivir entre 1503 y 1566. Nostradamus escribía en verso, manejaba muy bien el marketing de la época y sabía a la perfección cómo escenificar sus visiones. Su punto fuerte eran las predicciones sobre cambios en el mundo. Según sus discípulos, predijo la bomba de Hiroshima. .
En realidad, Nostradamus era una mezcla de profeta, místico y adivino. "Sus profecías resultan nebulosas. En gran parte, dependen de las interpretaciones que se les asignen. Por otro lado, las hizo de tal manera que parecen estar fundamentadas en la propia naturaleza", dice Manfred Becker-Huberti sobre la fascinación por Nostradamus.
El negocio de la adivinación
Las cifras que mueve el negocio de la adivinación son elevadas. Hay empresas dedicadas a ello que reciben al año más de un millón de llamadas que solicitan conocer el futuro. Una de las razones que explicaría el éxito de tal ocupación es el miedo al futuro de los hombres. Se trata de algo humano, difícil de erradicar, dice la psiquiatra Katharina Belitz.
Los adivinos y futurólogos ofrecen respuestas cortas y rápidas. "Pero para los problemas vitales no ayuda saber si uno va a tener un accidente, un descalabro económico o una enfermedad maligna en 2012. Eso no modifica los hábitos de vida del hombre", explica Belitz.
Para 2012 hay una nueva profecía apocalíptica. En esta ocasión no de Nostradamus sino de los mayas. El último día de su calendario es el 21 de diciembre de 2012. Ese día, según ellos, terminará la vida en la Tierra.
Autora: Sabine Oelze/MS
Editor: José Ospina-Valencia