Protestas contra la basura nuclear
8 de noviembre de 2003Las protestas contra los transportes de residuos atómicos hacia el depósito provisional de Gorleben, en el estado alemán de Baja Sajonia, ya se han vuelto rutina. O, mejor dicho, un ritual que convoca cada vez a centenares de manifestantes, en su mayoría ecologistas. El problema de fondo sigue sin solución: ¿qué hacer con los restos del combustible nuclear tras haber sido utilizado? En algún lugar hay que almacenarlo. Los habitantes de las inmediaciones de Gorleben se resisten a aceptar que sea en su región.
Una vez más han salido a la calle, en vísperas de iniciarse un nuevo envío de aproximadamente 1.300 toneladas de material nuclear de deshecho desde la planta de reprocesamiento ubicada en la localidad francesa de La Hague. La policía contabilizó esta mañana unos 3 mil manifestantes. Los organizadores hablan de 5 o 6 mil. Y probablemente su número aumente de aquí hasta la llegada de los transportes de basura atómica, prevista para mediados de la semana entrante.
Perseverante resistencia
26 años dura ya la resistencia de la población contra los planes oficiales de almacenamiento de los residuos nucleares, ya sea transitoria o definitivamente, en la zona de Gorleben. Nada ha cambiado el hecho de que el partido de Los Verdes forme parte de la coalición gobernante en Berlín. De hecho, la jefa de la bancada ecologista en el parlamento regional de Baja Sajonia, Rebecca Harms, suele estar en primera fila entre los manifestantes. Naturalmente aplaude los pasos dados por el gobierno federal para abandonar paulatinamente la utilización de la energía nuclear. Pero considera que los plazos acordados son demasiado largos. Además, muchos temen que la oposición conservadora pueda revertir tales acuerdos si recupera el poder.
Ciertamente son otros los temas que más inquietan actualmente a la mayoría de los alemanes: las altas tasas de desempleo, la inseguridad económica, las reformas al sistema de seguridad social. Pero los ecologistas no cesan de llamar la atención sobre el dilema del destino final de los residuos nucleares, que nadie ha podido resolver hasta el momento satisfactoriamente. Para evitar el desánimo de sus simpatizantes, piensan recurrir esta vez a nuevas estrategias, como desarrollar actos culturales junto a la ruta que seguirán los transportes. Pero la policía no baja la guardia. Cerca de 13 mil efectivos se mantienen en alerta para hacer frente a cualquier incidente, teniendo en cuenta que en ocasiones anteriores se llevaron a cabo acciones espectaculares, como el encadenamiento de manifestantes a las vías férreas para interrumpir el paso de los convoyes.