Calaveras en Mannheim
17 de octubre de 2011Algunos visitantes vienen probablemente sólo a experimentar emociones fuertes. Entre las 300 calaveras expuestas, hay definitivamente algunos ejemplares que pueden poner los pelos de punta. Pero para Bernd Kromer da igual que el cráneo esté partido o que sobresalga un clavo en medio de la frente. Lo que le interesa a él es, exclusivamente, 20 microgramos de material óseo. Con eso le basta para calcular la edad de la calavera.
Para ello, el científico taladra un pequeño agujero de unos dos centímetros de diámetro en la superficie superior de la calavera y toma una muestra. Ya ha estudiado cerca de 60 calaveras en el Museo Reiss-Engelhorn de Mannheim. La más antigua data de la era de bronce tardía; la más joven, de la edad medieval temprana.
Una red científica internacional
Bernd Kromer trabaja en el llamado “Proyecto Momia Alemán” del museo Reiss-Engelhorn, posiblemente uno de los proyectos de estudio más inusuales hoy día. Junto con expertos de diversas disciplinas y con ayuda de los más modernos métodos, el equipo científico trata de sacar a la luz los secretos de las momias: resuelven enigmas sobre su origen, su nutrición o sobre los rituales de cadáveres milenarios. Antropólogos, anatomistas, médicos, químicos, físicos, biólogos y expertos en genética de diferentes países trabajan mano a mano.
El proyecto comenzó en 2004, cuando tuvo lugar una gran exposición de momias en Mannheim. Los científicos cosecharon tanto éxito entonces que continuaron con sus investigaciones. El iniciador fue Wilfried Rosendahl, director adjunto del Museo Reiss-Engelhorn: “Actualmente estudiamos más de 60 momias. Estos contactos y conocimientos que llevamos recopilando durante años en el ‘Proyecto Momia Alemán' lo estamos aplicando también para la investigación de las calaveras”, aclara el arqueólogo.
Una misteriosa historia
Theodoros Pitzios, director del museo arqueológico de Atenas, viajó de Grecia a Mannheim con una calavera bajo el brazo. El ejemplar es escalofriante y bello al mismo tiempo: la calavera está cubierta con piedras de mosaico color turquesa, y es considerada una auténtica rareza. Pitzios quiere descubrir sus secretos.
La calavera llegó a Atenas hace más de cien años y nadie conoce su edad exacta, cuenta Pitzios, aunque él estima que tiene más de 500 años y que proviene probablemente de Mesoamérica: “Quizás sea un poco más antigua que los aztecas. Hemos encontrado ejemplos similares de calaveras decoradas en la literatura. Ahora estamos investigando cuál es su edad real.” Para ver si las piedras turquesa fueron colocadas de manera sistemática y para comprobar también el estado de las raíces dentales, se debe estudiar la calavera por medio de tomografía computarizada.
Para el radiólogo y médico nuclear Christian Fink, siempre es algo especial el analizar una momia o una calavera a través de una tomografía computarizada. Su departamento trabaja con el museo Reiss-Engelhorn desde hace tres años. El instituto de Fink dispone de un equipo de tomografía especialmente eficiente: “Las utilizamos para distinguir tumores de tejido normal en pacientes”, dice Fink. “Para el museo Reiss-Engelhorn, lo más importante es la exposición; para nosotros, el cómo obtener nuevos conocimientos por medio de las nuevas técnicas”.
Vistazo al interior
¿Qué aspecto tiene el interior de los huesos? ¿Qué se esconde dentro de las calaveras? Fint examina una imagen escaneada en el ordenador de una calavera de Colombia, que supuestamente data de entre los siglos XII y XV. Sobre los huesos se extiende una pasta de arcilla que no permite observar la fisionomía desde el exterior.
Los expertos del Instituto de Radiología Clínica y Medicina Nuclear intentan separar estructuras como vendajes o ataduras para poder, por ejemplo, hacer visibles los huesos que se esconden detrás, explica Christian Fink. En el caso de la calavera colombiana, el resultado de la tomografía computerizada es toda una sorpresa: “Hemos descubierto una calavera de niño en la que la estructura ósea se ha deformado a propósito por medio de vendajes para corresponder con el ideal de belleza de aquél entonces.”
Pero estos no son los únicos secretos que se pueden extraer de las tomografías. En los huecos del cuerpo de una momia, los científicos han descubierto rollos de papiro. En una calavera celta se escondía un clavo. La investigación ayudó a los arqueólogos a rastrear las huellas de un ritual. Han descubierto que el clavo se incrustó en la calavera tras la muerte, y que de esta forma se colgaba en una pared exterior de una casa como símbolo de victoria.
Autora: Sabine Oelze / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Pablo Kummetz