Pérdida de plantas y hongos amenaza acceso a medicamentos
12 de octubre de 2020Ermias Lulekal Molla es etnobotánico y solía recolectar dingetegna cerca de Addis Abeba, la capital de Etiopía. La raíz del ese árbol en forma de paraguas -científicamente llamado Hagenia Abyssinica, y conocido en lengua nativa como dingetegna o cabotz- se utiliza comúnmente para tratar fiebres y dolores abdominales.
Ahora, al etnobotánico etíope le toma un par de días llegar a un área campestre donde puede encontrar dingetegna silvestre. El hábitat forestal local se ha reducido como resultado de la tala y la deforestación.
"Estas plantas necesitan conservación urgentemente", dice Molla a DW, y señala que las especies no solo son importantes por sus propiedades curativas, sino también para reducir la erosión y formar parte de un importante sumidero de carbono.
El kosso es una de al menos 60 mil plantas y hongos en todo el mundo de los cuales se ha confirmado que tienen valor medicinal. También pertenece a un grupo grande que corre el riesgo de desaparecer por completo: solo en los últimos cuatro años, el número de plantas y hongos en peligro de extinción se ha duplicado hasta el 40%. Y esas son solo las especies que conocemos.
Drogas cruciales amenazadas
Investigadores como Molla aseguran que, sin estas plantas y hongos medicinales, el futuro de la salud humana está seriamente en riesgo.
Más de un tercio de los medicamentos modernos se derivan directa o indirectamente de productos naturales, como plantas, microorganismos y animales, y entre el 60% y el 80% de los antibióticos y medicamentos contra el cáncer se originan a partir de compuestos químicos que se encuentran en el mundo natural.
Lejos de ser coto exclusivo de métodos tradicionales de curación, las plantas y los hongos medicinales son fundamentales para la farmacología moderna, dice Joao Calixto, profesor emérito de farmacología y director del Centro de Innovación y Pruebas Preclínicas sin fines de lucro en Brasil (CIEnP).
"Si miramos la historia del desarrollo de la medicina moderna, se basó casi por completo en el estudio de plantas medicinales y microorganismos, especialmente para fabricar agentes antiinfecciosos", explica Calixto a DW.
La morfina y la codeína, que se hallan entre los analgésicos más utilizados, por ejemplo, se derivaron de la flor de amapola. El paclitaxel (taxol) es un fármaco de quimioterapia de uso común de la corteza del tejo del Pacífico. La penicilina, uno de los primeros antibióticos, se deriva de un moho. Y los medicamentos para reducir el colesterol se basan en propiedades que se encuentran en hongos.
Son un recurso vital para una industria farmacéutica mundial valorada en alrededor de $ 1.1 billones (€ 931 mil millones), y un comercio mundial de especies de plantas aromáticas y medicinales por valor de $ 3.300 millones.
Uso insostenible y pérdida de hábitat
Conservacionistas preocupados como Danna Leaman, presidenta de la Lista Roja de especies de plantas medicinales en peligro de extinción, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), han hecho sonar la alarma sobre la extracción insostenible durante décadas.
"La pérdida de hábitat es la principal amenaza que enfrentan estas especies", dice Leaman a DW. La deforestación y la tala de tierras para dar paso a la agricultura y la expansión de ciudades, en áreas ricas en biodiversidad como Brasil, Etiopía, India y América del Norte, han diezmado grandes extensiones de bosques y hábitats silvestres donde se encuentran estas plantas y hongos.
"Ha habido muy, muy poca conciencia de la amenaza real y potencial al abastecimiento de estas especies de las que dependen estas compañías farmacéuticas y de herboristería, y de las que la gente depende para su salud", agrega Leaman.
Dado que el 80% de estas plantas se cosechan en la naturaleza, a partir de fuentes que se agotan rápidamente, una solución aparentemente lógica es hacer que más de ellas se cultiven.
Si bien eso es efectivo y necesario para un pequeño porcentaje de las plantas medicinales de alta demanda del mundo, como la equinácea, Leaman dice que es arriesgado y poco realista proponer el cultivo como una panacea para la creciente demanda y la disminución de los entornos naturales.
"Si piensas en la devastación que ha creado la conversión de hábitats nativos a la agricultura, llevar tantas especies que son nativas de los bosques y otros hábitats silvestres al cultivo crearía aún más presión sobre esos hábitats", dijo Leaman, y agregó que el tiempo y el esfuerzo que se necesita para investigar y cultivar estas especies es "enorme" y está completamente en disonancia con el nivel actual de atención mundial que se presta a las plantas medicinales y los hongos.
Eso, sin mencionar los problemas inherentes a depender de una muestra genética limitada de una especie, especialmente a la luz del mal cuidado de sus parientes silvestres, dice Leaman.
Salud pública en riesgo
Además de su valor directo para la salud humana, muchas de estas plantas medicinales desempeñan un papel crucial para sostener la biodiversidad, determinante para la salud humana. Así, el Prunus o cerezo africano, un árbol nativo de las regiones montañosas de África tropical y Madagascar, es una de esas especies "clave", responsable de ayudar a una gran cantidad de otras plantas, animales y organismos a prosperar en su ecosistema inmediato. Cosechado por el papel medicinal de la corteza en el tratamiento de problemas de próstata, también es una especie de planta en peligro de extinción.
Como Naciones Unidas describió recientemente en su evaluación histórica de la biodiversidad, que mostró que el mundo no había logrado plenamente ninguna de las 20 metas mundiales de biodiversidad establecidas hace 10 años, una población humana saludable depende por completo de ecosistemas saludables y ricos en biodiversidad.
Al dañar estos ecosistemas y las especies de plantas medicinales que viven en ellos, no solo se reduce el acceso a las materias primas para el descubrimiento de fármacos, para la biotecnología y los modelos médicos, sino que se crean condiciones para la propagación de virus de la vida silvestre a los humanos.
La protección de entornos saludables es "absolutamente esencial" para el descubrimiento de medicamentos potenciales, dice Leaman: "Determina que podamos tener acceso no solo a las fuentes de medicamentos en las que confiamos y que conocemos, sino también a fuentes que aún no conocemos", recuerda. De lo contrario, "¿de dónde vendrá el próximo tratamiento contra la leucemia? ¿Y el tratamiento contra el COVID19?"
(rml/cp)