¿Qué diferencia al hombre de la mujer?
23 de febrero de 2007La idea de que los diferentes comportamientos entre mujeres y hombres se deben a la educación y el entrenamiento no son ciertos, dice el investigador austriaco del comportamiento Irenäus Eibl-Eibesfeldt, alumno de Konrad Lorenz, en una reciente entrevista con la publicación de divulgación científica SZ Wissen.
“Las mujeres tienen muchos millones de conexiones más que los hombres entre los dos hemisferios del cerebro y con ello entre regiones que asumen tareas emocionales y racionales. En el caso de los hombres, los procesos discurren más bien separados: a veces muy racionalmente, otras, en forma totalmente emocional”, dice el investigador.
En otras palabras, “las mujeres evalúan contenidos racionales no sin su significado emocional, mientras que los hombres separan más: esto es sentimiento, esto es racional. Los mundos experienciales de hombres y mujeres son diferentes por naturaleza”.
Para Eibl-Ebesfeldt, la idea de que el diferente comportamiento de niñas y varones se debe al condicionamiento social no es cierta. Tiene validez para el embrión al comienzo del embarazo, pero luego ya no, agrega: “Ya los niños pequeños eligen juguetes específicos de su sexo y si se toman dibujos de varones y niñas de sociedad ágrafas, se constata también que son completamente diferentes entre sí. Los jóvenes dibujan aviones o representaciones de luchas”.
Los sexos se diferencian fuertemente, ya morfológicamente, en toda la historia del desarrollo de la humanidad, agrega: “el hombre tiene un 40 por ciento de masa muscular, mientras que la mujer sólo un 30 por ciento; el hombre es más grande y tiene hombros más anchos, mientras que su pelvis es más estrecha”.
Por ello puede moverse más rápidamente a campo traviesa. Las mujeres, cuando se entrenan mucho, experimentan una cierta masculinización y se produce cierto desequilibrio hormonal. “Pero que los sexos son iguales, como se afirmó en las últimas décadas, es algo que no tiene sentido”, agrega.
¿Aproximación de la masculinidad y la feminidad?
En vista de que en el mundo laboral de hoy existen cada vez menos actividades típicamente femeninas o masculinas, se impone la pregunta de si el acercamiento de los papeles de hombres y mujeres puede conducir a largo plazo a una aproximación también biológica.
Es posible que las mujeres se masculinicen algo, dice Eibl-Eibesfeldt, pero ¿qué los hombres se feminicen? “Cuando vemos cómo los hombres desarrollan aún hoy agresiones colectivas cuando se trata de defender a un grupo, tengo mis dudas acerca de que esas cualidades pueden desaparecer biológicamente”, contesta. Y cuando en un grupo ese comportamiento ya no existe, probablemente sea oprimido por otro grupo más masculino-agresivo.
Las guerras se producen generalmente entre poblaciones con un gran porcentaje de hombres jóvenes. ¿No sería, en vista de ello, positivo un cambio de ese tipo?
No, dice el investigador, porque existen otras posibilidades: “El humano es un ser familiar y de la defensa de las crías surgió la defensa del grupo, en cierta forma como agresión pro sociedad. Esa agresión se dirige contra otros, porque no se ha producido una identificación con ellos”.
¡Vivan las diferencias!
“Hoy vivimos en sociedades mayores”, agrega, “¿debemos por ello disolver la familia, porque en ella existe mucho nepotismo social, preferencias por los propios familiares”. Para Eibl-Eibesfeldt, tampoco hay que hacer desaparecer las naciones. “Quien lo exige, populariza el nacionalismo”, agrega.
Para el científico, es necesario comprender que las culturas se diferencian entre sí y que no hay que querer hacer desaparecer las diferencias. “Yo puedo ser simultáneamente vienés, austriaco, europeo y también alemán”, resalta, “sólo así nos podemos alegrar de las coincidencias y ello vale también para la relación entre los sexos”.
Para el investigador, tampoco las tareas laborales y educativas de hombres y mujeres tienen por qué aproximarse, tal como se exige frecuentemente. “Los hombres pierden rápidamente el interés cuando juegan con niños”, explica. Tareas sociales y familiares son realizadas por las mujeres mucho mejor que por los hombres. “Sólo habría que crear en nuestras sociedades más reconocimiento para esas tareas”.