¿Qué le espera a Sochi tras los Juegos Olímpicos?
23 de febrero de 2014A un lado, el mar. Al otro, las montañas. Lleno de orgullo iba el director Thomas Hagemann por la terraza de la suite presidencial del hotel que dirige, justo en el Parque Olímpico de Sochi-Adler. Es, de lejos, el más grande de los construidos para los Juegos de Invierno. Esta enorme suite y las otras 507 habitaciones se enfrentan a un incierto futuro. “Espero que durante el año tengamos un nivel de ocupación de al menos el 30%”, dice Hagemann. “Esto sería suficiente para cubrir costes, pero tendremos picos en los que todo el hotel esté reservado”.
¿Se verán con 42.000 camas vacías?
Un gran centro de convenciones está conectado al hotel de Hagemann. Acogerá congresos internacionales o reuniones de alto nivel, algunas ya planificadas, como la cumbre del G-8 que se celebrará en Sochi en junio de 2014. Las infraestructuras olímpicas atraerán al Mar Negro a foros económicos. Y, por último, el Estadio Fisht será la sede de la Copa del Mundo de Fútbol durante el verano de 2018.
El Grupo Rezidor Hotel, para el que trabaja Hagemann, opera un total de seis hoteles de nueva construcción en Sochi. El Comité Olímpico Internacional había pedido 42.000 camas adicionales en la región para los Juegos. También se deben cubrir a largo plazo. “Hemos firmado contratos de 15 a 20 años en todos los alojamientos, por lo que creemos que se mantendrá la demanda de habitaciones”, dijo Hagemann.
Pueblecito alpino
Sochi ya era un destino turístico muy popular antes de los Juegos. Como tal podría ser ampliado. En las montañas, cerca de Krasnaya Polyana, a orillas de un río de montaña, se encuentra Rosa Khutor. Se trata de un pueblecito construido bajo el modelo de los Alpes austríacos, con una plaza de mercado y ayuntamiento estilo Big Beng incluidos. Toda la financiación está en manos del oligarca Vladimir Potanin. El bávaro Harald Bürke opera un hotel de cinco estrellas aquí. “Rosa Khutor no fue solo construido para los Juegos Olímpicos, Potanin llevaba tiempo planeando construir aquí una estación de esquí, aunque no de tantas proporciones”.
La pista de trineo o las de esquí podrán ser utilizadas de nuevo en competiciones de invierno. Pero incluso en los largos veranos se podría abrir para el turismo. “Rusia no es un país que atraiga turistas extranjeros”, admite Bürke. “Pero eso va a cambiar”, asegura. Casi todos los visitantes provienen del propio país. Que los occidentales vengan para pasar un día de fiesta, como hacen los caucásicos, es poco probable según él. Sobre todo por cuando los vuelos directos a Sochi vuelvan a ser los de antes de los Juegos.
Dragones y caballeros en el Parque Olímpico
Abajo, en el Parque Olímpico de Adler, Paul Beck también cree haber encontrado un concepto que atraerá turistas a Sochi durante todo el año. Al lado de los pabellones deportivos, el holandés abrió el parque de atracciones “Sochi Park”. Con un destello en los ojos y una sonrisa pícara Beck describe sus proyectos. Su chaqueta azul y el colorido de su pajarita dejan entrever la parte de este hombre de negocios que sigue siendo niño. “Si no se hace nada con esta tierra, se echará a perder”, se muestra convencido Beck. “Sochi tiene que convertirse en un importante destino turístico en Rusia; y, más allá de eso, necesitamos eventos…”.
Quiere crear algo similar a “Efteling”, uno de los parques de atracciones más grandes de Europa, construido por él mismo en su tierra natal. Pero con un toque ruso. Por alrededor de 15 euros la entrada, los visitantes pueden entrar en un mundo de fantasía inspirado en las leyendas eslavas de princesas, dragones y caballeros. Thomas Hagemann, que desde su suite puede divisar el castillo de cuento de hadas de Efteling, así como su montaña rusa, cree en las sinergias que tendrá para el sector hotelero: “El parque es único en Rusia y supondrá un impulso”.
Rugidos de motor en la paz del balneario
Ya en octubre, el hotel podría estar lleno de nuevo. La Fórmula 1 hará aquí una parada. Será el primer Gran Prix que tenga lugar en Rusia. “No tenemos ninguna duda de que las gradas estarán llenas, aunque no tengamos ningún equipo ruso en la Fórmula 1… quizá si haya algún piloto”, dice Dimitri Zhukin, responsable de la construcción del circuito, que va a rodear el Parque Olímpico aprovechando los caminos ya pavimentados para los Juegos. Todavía no está acabada ni la tribuna ni la línea de meta.
La pista en sí, diseñada por el arquitecto alemán Hermann Tilke, será preparada después de los Juegos. Su construcción costará 200 millones de euros. Un precio irrisorio, para Zhukin, gracias a lo ya invertido gracias a las Olimpíadas. “Aprovecharemos todas las infraestructuras que ya están construidas, nuestra consigna es no crear costos adicionales”. La inversión sería astronómica si no fuera a largo plazo. Los contratos para el Grand Prix de Rusia están cerrados hasta 2020, pero se podrían ampliar en el futuro. Aunque quizá con otros circuitos.
El hecho de llevar el ruidoso espectáculo de la Fórmula 1 a Sochi, originariamente concebida como una ciudad balneario salpicada de sanatorios y conocida por su aire limpio, no le choca a Zuhin. “Se pondrán muros de insonorización”, dice. Y los clientes del balneario podrían disfrutar de la carrera desde el antiguo Parque Olímpico. Solo cabe esperar que no acaben enfrentándose, como los dragones y caballeros de al lado.