¿Qué se ganó en la Cumbre de Cartagena?
16 de abril de 2012“Legalizar las drogas no es la respuesta“, declaró en presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la VI Cumbre de las Américas en la colombiana Cartagena de Indias. Con todo, sí considera legítimo iniciar un debate al respecto. Sobre el futuro y los porqués de este debate, sus vías, sus posibles foros DW conversó con Javier Ciurlizza, director del programa para América Latina y el Caribe del think tank International Crisis Group (ICG) con base en Bruselas y con Anna Ayuso, investigadora principal del Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB).
Una guerra imposible de ganar
Lo que podría parecer a primera vista una falta de resultados concretos en este vital tema para los países de América Latina, “es una gran e importante noticia. Por primera vez presidentes en ejercicio han asumido la preocupación que existe en la región por lo que se considera una guerra imposible de ganar. Y han planteado seriamente que es importante buscar alternativas a la actual guerra contra las drogas que rige en el mundo desde la década de los 1970”, explica Javier Ciurlizza.
Aunque aún no hay consenso sobre cuál es esa alternativa, el diálogo al más alto nivel que permitirá evaluar qué opciones se tienen. “Lo más importante es que se siga avanzando en opciones que reduzcan el impacto de la guerra contra las drogas en América Latina que ha causado al menos unos cien mil muertos en los últimos diez años en la región”, agrega Ciurlizza.
¿Por qué Estados Unidos no quería hablar del tema?
Que el tema no estuviera en la agenda oficial del encuentro se debió a que simplemente no todos querían hablar de ello. Según lo acordado en 1994 para la primera cumbre en Miami los 34 países tienen que estar de acuerdo sobre lo que se pone en agenda. Y, principalmente, Estados Unidos no estuvo de acuerdo. Por un lado, por cuestiones políticas:
“El presidente Obama en este cumbre está en un situación muy difícil, con unas elecciones por delante, no puede ofrecer nada. Y si le plantean cosas que le resultan incómodas de cara a su política interna, no puede acceder”, dice a DW Anna Ayuso.
Por otro lado, así Ciurlizza, la falta de consenso se debe también a “una visión bastante ideológica sobre lo que debe ser la guerra contra las drogas; se debe también a la política principalmente estadounidense de priorizar las acciones de interdicción y represión sobre todas las etapas de producción y consumo de drogas en lugar de considerarlo un problema de salud pública”.
Recuperando el testigo
A pesar de todo, el testigo de esta carrera –que inició hace algunos años un grupo de expresidentes latinoamericanos- ha sido recogido por los presidentes de Colombia, Guatemala y Costa Rica, principalmente. Y todos se declaran conscientes de que se está a comienzos del camino.
“Es importante señalar que la legalización o la despenalización son temas que todavía no se ha evaluado de qué manera van a impactar tanto en la producción como en el consumo de las drogas ilícitas; es un tema que requiere estudios científicos para determinar cuáles son las mejores opciones. Como lo ha dicho el presidente Santos cualquier solución al problema de las drogas, requiere una aproximación global”, puntualiza Ciurlizza.
Crucial papel de México
Curiosamente, el gobierno del presidente mexicano Felipe Calderón no ha demostrado todavía una línea claro en este debate. México, que ha pagado muy caro y con unas 50.000 vidas esta guerra contra las drogas, “tiene un rol es fundamental en la definición de la política antidrogas en la región. Los carteles mexicanos dominan el mercado no solamente de la producción de metaanfetaminas y el transporte de marihuana sino también en la producción de la cocaína que viene de la región andina”, añade Ciurlizza. Que se encuentre también en un proceso electoral, por lo pronto, lleva al actual mandatario a no posicionarse.
Sin embargo, “la opinión pública mexicana está pidiendo a los candidatos un cambio radical en la guerra contra las drogas; eso puede implicar por parte de quien resulte elegido opte por un cambio en cuanto a la cooperación que existe entre México y Estados Unidos y por una posición quizá más enérgica en contra del tráfico de armas que es uno de los grandes problemas. Esto se debe principalmente a la legislación muy flexible que tiene Estados Unidos para la adquisición de armas”, dice Ciurlizza.
¿En qué foro seguirá la discusión?
Como fuere, por lo pronto, como resultado del encuentro en Cartagena, la OEA ha recibido el mandato de buscar vías para el debate de legalización de todo o parte del mercado de drogas. Por otro lado, “algunos países como Bolivia van a tratar de poner en la agenda de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York la legalización de la hoja de coca”, informa Ciurlizza puntualizando que se trata de empezar a cambiar la mirada sancionatoria y únicamente prohibicionista de la guerra contra las drogas.
En cuanto a Europa, “los países de la Unión Europea están empezando a entender la necesidad de introducir alternativas y algunos países europeos como Portugal han adoptado medidas de despenalización y de regulación de las drogas ilícitas con bastante éxito en cuanto a la disminución de los delitos asociados al tráfico de drogas”, explica el investigador del ICG.
Por otro lado, “si bien entre América Latina y la UE existe desde hace ya un tiempo un diálogo sobre drogas nunca se ido demasiado lejos, una por falta de recursos y, otra, por falta de compromiso político de la UE, porque al interior hay sensibilidades muy diferentes”, explica Ayuso.
En América latina, así la investigadora del CIDOB, una buena vía en hacia la posición común sería llevar el Consejo Sudamericano de Lucha contra el Narcotráfico que existe en el seno de UNASUR, al ámbito de la CELAC.
En este sentido –y enfocando el debate hacia el diálogo entre el Viejo y el Nuevo Continente- la próxima cumbre con la UE en enero de 2013 en Santiago de Chile y, por primera vez, la CELAC se presenta como muy oportunidad: según Ayuso, “si América Latina consiguiese ponerse de acuerdo y llegar a una posición común, forzaría en el diálogo con la UE a buscar posiciones más concretas”.
Autora: Mirra Banchón
Editor: Enrique López