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Racismo en el seno de la policía alemana

Wolfgang Dick (ERC/DZ)27 de noviembre de 2014

EE.UU. no es el único país con población mayoritariamente blanca cuya policía es acusada de actuar con base en prejuicios racistas. También a las fuerzas de seguridad alemanas se les atribuyen prácticas discriminatorias.

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Imagen: DW

Cuando los policías alemanes reciben la orden de perseguir a criminales violentos, los hombres de “aspecto eslavo” tienden a estar en la mira. Cuando se trata de robos, aquellos que “parecen venir de Europa Oriental” son buscados con especial ahínco. Los agentes que rastrean a inmigrantes indocumentados se fijan casi exclusivamente en las personas de piel oscura. Y en los controles de tránsito nocturnos, los conductores con rasgos “sureños” tienen mayores probabilidades de ser inspeccionados que aquellos con aires “noreuropeos”.

Los propios agentes admitieron incurrir en este tipo de preselección en el marco de una entrevista conducida recientemente, atribuyéndola a la enorme presión que se ejerce sobre ellos para que tomen decisiones en el menor tiempo posible. Pero ese argumento no basta para justificar el sesgo aludido. Prueba de ello son los errores procedimentales y las lagunas de la investigación que propiciaron el descubrimiento tardío de la organización terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, sus siglas en alemán) en 2011.

Los neonazis de la NSU asesinaron a ocho pequeños empresarios que, a sus ojos, eran extranjeros: uno de ellos era griego; los otros siete, de origen turco. Durante mucho tiempo, los investigadores atribuyeron los homicidios a una guerra de bandas turcas e, incluso, a los familiares de las víctimas. El hecho de que unos extremistas de ultraderecha pudieran matar a sangre fría, alimentados por su xenofobia, “era inimaginable para la policía”, comentaba Jörg Ziercke, entonces jefe de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA).

Racismo institucionalizado

Rainer Wendt, presidente del Sindicato Alemán de Policías (DPoIG), niega que la actuación de las fuerzas del orden esté guiada por prejuicios, señalando que los desaciertos en el “caso NSU” se debieron a problemas de comunicación entre varios organismos de seguridad y a que, “durante décadas, la élite política estuvo convencida de que el extremismo de derecha había dejado de existir en Alemania”. “Nada de esto tiene que ver con creencias racistas o tendencias discriminatorias en la policía”, insiste Wendt en entrevista con DW.

En 1993, Stephen Lawrence, un joven negro de 19 años, fue asesinado por una pandilla de hombres blancos en Londres. Sus victimarios quedaron impunes hasta 2012 debido a acciones y omisiones similares a las del “caso NSU”. Sin embargo, ese proceso llevó al Gobierno británico a formar una comisión investigadora y a aceptar su veredicto (Informe Macpherson, 1999): que Gran Bretaña tiene un serio problema con el racismo institucionalizado. En 2013, una investigación parecida se llevó a cabo en el Estado federado de Baja Sajonia.

Astrid Jacobsen, directora de ese estudio –titulado Cualificación intercultural de la policía–, ha dicho que los policías alemanes blancos han estado expuestos a los mismos clichés raciales que el resto de la población alemana blanca. A su juicio, eso se debe a que la gran mayoría de los policías proviene de la clase media y a que, en este grupo social, los prejuicios raciales están muy difundidos. Según Jacobsen, el deseo de deslindarse del “otro” y el temor a que “el otro nos quite algo” juega un rol importante en la generalización de esas creencias.

Desafueros repetidos

En 2010, citando actas de las fuerzas de seguridad alemanas, un estudio de la Unión Europea (UE) demostró que los documentos de identidad de los ciudadanos “de aspecto reconociblemente extranjero” eran controlados por la policía federal en las estaciones de trenes y aeropuertos con mucha más frecuencia que los de personas “presumiblemente germanas”. Amnistía Internacional y el Instituto Alemán de Derechos Humanos denunciaron que ese tipo de procedimientos despertaba recelo entre distintos grupos sociales.

No obstante, los desafueros continuaron. En 2012, luego de que un alemán negro denunciara a dos agentes por discriminación racial durante una inspección de documentos que debía ser aleatoria,una corte de Coblenza falló a favor de la policía federal, avalando la legalidad del control de viajeros de ferrocarril basado en el color de su piel. La sentencia fue revocada en una segunda instancia, pero casos similares continuaron repitiéndose después. Aún así, Rainer Wendt enfatiza que es injusto sugerir que la policía implementa prácticas racistas.

“¿Por qué tendría un policía que controlar los documentos de una abuelita alemana si a su lado está sentado un veinteañero de aspecto claramente africano?”, pregunta en clave retórica el presidente del Sindicato Alemán de Policías, sin darse cuenta de que su propio ejemplo está cargado de estereotipos que le dan a su argumentación un talante tendencioso. Wendt sostiene que al agente policial le debe estar permitido apelar a un “saludable sentido común” cuando está tratando de cumplir su deber.

Por otro lado, Wendt deja claro que la policía apoya la moción de mejorar la competencia intercultural de sus agentes mediante cursos de idiomas y la integración de personas con raíces extranjeras a las fuerzas del orden.

Wendt: “¿Por qué tendría un policía que controlar los documentos de una abuelita alemana si a su lado está sentado un veinteañero de aspecto claramente africano?”
Wendt: “¿Por qué tendría un policía que controlar los documentos de una abuelita alemana si a su lado está sentado un veinteañero de aspecto claramente africano?”Imagen: picture alliance/dpa
Jacobsen: “La gran mayoría de los policías proviene de la clase media y, en este grupo social, los prejuicios raciales están muy difundidos”.
Jacobsen: “La gran mayoría de los policías proviene de la clase media y, en este grupo social, los prejuicios raciales están muy difundidos”.Imagen: picture-alliance/dpa