Recordando a Chernobyl
26 de abril de 200620 años después del peor accidente nuclear del mundo se desvanece la memoria y se abren de nuevo las viejas batallas en pro y en contra de la energía nuclear. Las armas en esta batalla son las cifras de los que murieron a causa de la catástrofe en la central nuclear de Chernobyl.
Hasta el día de hoy, nadie puede cifrar con exactitud la cantidad de victimas mortales. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) estima que 4.000 personas murieron como resultado de la explosión en el reactor número cuatro de la planta de energía en la ciudad ucraniana de Chernobyl, ocurrida el 26 de abril de 1986.
¿Quién ofrece más?
La AIEA se olvidó en su resumen del pasado septiembre de otros 5000 victimas adicionales que figuran en las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tampoco caben en el concepto de al AIEA las estimaciones oficiales de la ONU que cuenta con 30.000 a 60.000 victimas mortales en toda Europa. Greenpeace por su parte habla de 93.000 muertos adicionales por cáncer en todo el mundo.
¿Pero de qué sirven todos estos macabros malabarismos matemáticos? Los expertos siguen discutiendo sobre la metodología para calcular la cantidad de personas que podrían haber muerto (o los que todavía morirán) a causa de enfermedades causadas por la nube de polvo radioactivo que cubrió gran parte de Europa.
La manía por las cifras deja de lado a muchos otros factores y consecuencias. Factores como una mala salud, problemas psicológicos, el aumento de los costos de los sistemas de salud, la reubicación de las personas, la pérdida de terrenos agrícolas y la contaminación de comestibles, crisis económica o los costos de los medicamentos. Las meras cifras no juegan ningún papel en el actual debate sobre el futuro uso o no de la energía nuclear, pero siguen siendo instrumentalizadas en ese sentido.
Chernobyl: monumento de un error
El uso de la energía nuclear no sobreviviría un Chernobyl más. La responsabilidad es de todos y es global. La radioactividad no conoce fronteras. La catástrofe de Chernobyl se convirtió especialmente para Alemania en una especie de catalizador. Aceleró la inversión en energías renovables y la decisión por el gobierno rojiverde de abandonar a largo plazo la energía nuclear.
Decisiones nacionales, sin embargo, no garantizan protección absoluta. Ésta fue una de las principales lecciones que el mundo debe haber aprendido del desastre en Chernobyl. Bajos niveles de seguridad o la falta de controles independientes en países ni siquiera tan vecinos echan todo a perder. El ejemplo Irán demuestra otro peligro adicional. Sólo hace falta un mínimo esfuerzo en las técnicas de enriquecimiento para desarrollar armas nucleares.