Referéndum en Bolivia: "la Constitución no soluciona el problema”
26 de enero de 2009Al día siguiente del referéndum sobre la nueva Constitución, en Bolivia todos se declaran vencedores. El Gobierno porque, según los recuentos aún extraoficiales, ha obtenido la mayoría necesaria para que el texto entre en vigor. La oposición porque, al parecer, el “no” se ha impuesto en cuatro de los cinco “departamentos rebeldes”.
Pero Evo Morales habría reclutado para su proyecto alrededor del 60% de los votos: lejos del 67% de la consulta popular que lo confirmó en el cargo de presidente y lejos del porcentaje que se había propuesto. Tampoco en la “Media Luna” el rechazo a la nueva Carta Magna alcanzaría el aproximado 80% que recibieron los estatutos de autonomía, votados en desacato al Gobierno central.
A la hora de la verdad, los únicos triunfadores son los votantes que, pacíficamente y recorriendo a veces largas distancias, acudieron por primera vez en la historia de Bolivia a expresar su opinión sobre la máxima ley del país, dice Timo Berger, escritor y profesor del Instituto de América Latina de la Universidad Libre de Berlín.
DW-WORLD: Los resultados del domingo, ¿son una derrota para Morales?
Timo Berger: Morales esperaba convencer al 25% de indecisos, pero no lo ha conseguido. Sin embargo, tampoco el rechazo a la Constitución en el este del país ha sido el que se esperaba.
Por otra parte, el simple hecho de que el referéndum haya podido celebrarse (la convocatoria llega con dos años de retraso), es un motivo de alivio para el MAS. El proyecto en su conjunto es una victoria del movimiento indígena: la reivindicación de una nueva Constitución data de los años 90 y ha tenido que esperar mucho para verla realizada. Además, es la primera vez que los bolivianos son llamados a las urnas para votar un texto constitucional.
Éstas son las cuestiones que pesan por un lado. En el otro están los resultados, que son un reflejo claro de la división del país que ya conocemos.
El Gobierno boliviano apostó fuerte por que la Constitución se aprobaría en todos los departamentos y llegó incluso a especular con una victoria que superase el 80% de los votos, ¿calculó mal sus fuerzas?
Lo que yo he podido comprobar, hablando con representantes del Gobierno y de los movimientos sociales, es que sí reina cierto sentimiento de fuerza: estas personas son idealistas que creen en la retórica de la refundación de Bolivia, del fin de 500 años de explotación, de la descolonización del país, que es un principio incluido en la Constitución.
No se trata de rechazar los avances que trajeron los españoles y otros europeos, sino de plantearse cuestiones tan esenciales como por qué en Bolivia todas las mujeres de la limpieza son indígenas; por qué ningún blanco es, por ejemplo, chófer de un indígena. Con estos temas el MAS pensaba que iba a tocar la fibra sensible de los indígenas, pero los resultados en la “Media Luna” demuestran que el objetivo no se ha logrado en todas partes.
Aún así, la Constitución ha sido aprobada. Y ahora, ¿qué?
Ahora va a entrar en vigor. Pero con ello no se soluciona el problema porque para aplicar la Constitución se necesitan leyes y las leyes requieren de la aprobación del Senado. En el Senado, Morales no tiene la mayoría suficiente para superar una situación de bloqueo.
Y por si esto fuera poco, el Senado actual es una Cámara en funciones: se disuelve con la entrada en vigor de la Constitución y han de celebrarse nuevas elecciones. Los comicios tendrán lugar seguramente en diciembre, con lo que es muy probable que hasta entonces quede en suspenso toda la actividad legislativa y, si Morales no logra sellar un pacto nacional, quizás opte por gobernar por decreto.
Actos como la nacionalización de Chaco, ¿ayudan a tender una mano a la oposición? ¡Sigua leyendo!
Actos como la nacionalización de la petrolera mixta Chaco un día antes del referéndum no ayudan a tender una mano a la oposición, ni sirven al pacto nacional…
Ambas partes juegan mucho a la provocación. Los enfrentamientos han sido muy duros. En Pando, partidarios del prefecto atacaron a un grupo de manifestantes indígenas: 18 personas murieron, 70 permanecen desaparecidas y el informe de la Unión de Naciones Sudamericanas, que investigó el caso, califica los hechos de masacre.
Por otro lado, el Gobierno no ha logrado hacer partícipe del proceso constitucional a un espectro amplio de la sociedad. De esto no sólo se queja la oposición de derechas, sino también los representantes de los movimientos sociales: ellos fueron quienes lucharon por colocar la redacción de una nueva Constitución en la agenda política y a la hora de la verdad se han visto marginados de los acontecimientos.
Y, ciertamente, en cuestiones como la de Chaco, sería bueno que el Gobierno de Morales tuviera un poco más de tacto.
¿Se ha dejado entonces pasar la oportunidad de lograr un consenso?
La esperanza de acabar con la separación del país y con los conflictos sociales que podría haber representado este proceso constitucional no se ha visto realizada, y eso es lo decepcionante. Si se hubiese logrado con anterioridad al referéndum un apoyo amplio al texto constitucional, o se hubiese sellado un pacto nacional, quizás hubiera sido posible.
Pero también hay que echar un vistazo a la oposición en Bolivia. Los prefectos no han dejado títere con cabeza a la hora de boicotear el proceso: se propagaron datos incorrectos, se pusieron en circulación textos constitucionales falsificados, hubo una campaña no de la Iglesia, que se ha mantenido neutral, pero sí de algunos sacerdotes que aseguraban que la nueva Constitución permitiría el amor libre y el aborto, que se trataba del fin del catolicismo… Y a todo esto hay que sumarle el tono racista que sugiere que los indígenas no son aptos para el gobierno.
¿Cómo unir a unos frentes tan antagónicos?
Es difícil de decir. Se han hecho muchos intentos, también desde el exterior: los Estados americanos se han ofrecido como mediadores; Brasil, a pesar de que los intereses de Petrobras se ven afectados, apoya las nacionalizaciones… se han realizado 100 modificaciones al texto constitucional, consensuadas no con los prefectos, pero sí con los partidos de la oposición en el Parlamento…
Yo creo que un factor importante va a ser la creación de autonomías. Aquí, el Gobierno va a tener que negociar con la oposición y el país ir transformándose poco a poco en un Estado federal.
Pero, ¿pueden convivir dos visiones tan diferentes: una que a nivel nacional propone el control de la economía por parte del Estado y otra que a nivel regional apuesta por el liberalismo?
Yo creo que ahora mismo no es posible, y los últimos años lo han demostrado. Habrá que esperar: éste es un proceso que va para largo.
Por el camino, ¿podría Bolivia perder algunas regiones?
Los Estados vecinos no reconocerían una división del territorio boliviano: creo que en este punto los países americanos están todos de acuerdo.
Con los resultados del referéndum del domingo casi confirmados, con un presidente que quizás empiece a optar por el decreto, ¿qué pronostica usted para los próximos meses?
El siguiente enfrentamiento está programado. El Senado tiene que aprobar la ley electoral que servirá para que se celebren los comicios de diciembre: ésta será la pelea por lo menos hasta abril.
Y no hay que olvidar que la crisis financiera va a dejar su huella en Bolivia y que, con los precios del gas a la baja, el Gobierno va a disponer de poco dinero para invertir en las necesarias infraestructuras y para repartir la riqueza como prevé la nueva Constitución.