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Entendiendo la cultura para proteger la naturaleza

Harald Franzen (AR/PK)8 de diciembre de 2015

Los nuevos parques nacionales conducen al desplazamiento de personas, que durante generaciones habitaron la zona. Las autoridades tratan de conseguir su apoyo, pero la comprensión cultural es más importante.

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Imagen: CC BY-SA 3.0/Monfornot

Los impresionantes picos nevados de la cadena montañosa de Rwenzori, en África Oriental, son el hogar de una flora y fauna endémicas de esta región. Asimismo, las montañas también han sido tradicionalmente el hogar de las tribus Bakonzo y Baamba. O al menos lo fueron.

La creación del Parque Nacional de las Montañas Rwenzori en 1991 condujo a su expulsión del territorio. La conservación medioambiental se consideró más importante que el patrimonio cultural local, y este no es un caso aislado. A medida que se establecen más áreas protegidas para conservar ecosistemas únicos y valiosos, más tribus y pueblos de todo el mundo se ven obligados a abandonar sus hogares, sin tener más tarde la posibilidad de regresar.

A primera vista, el establecimiento de parques nacionales para la protección de la vida silvestre y de los ecosistemas parece una acción positiva. Pero estos paisajes únicos, que los ecologistas tratan de proteger, no solo son el hogar de una fascinante fauna y flora, sino también de personas. Muchas de ellas han vivido allí durante siglos y tienen una fuerte conexión espiritual con su tierra, que en muchos casos forma parte de su propia identidad.

Como resultado, aquellas personas que son expulsadas ​​de áreas protegidas y viven en los límites del parque se vuelven a menudo hostiles frente a los esfuerzos de conservación. Pero su apoyo y el de las comunidades aledañas es de vital importancia para el éxito de este tipo de proyectos.

La organización Fauna & Flora Internacional (FFI) en Uganda, donde se encuentra el Parque Nacional de las Montañas Rwenzori, quiere aliviar las tensiones entre la conservación de la naturaleza y el patrimonio cultural, así como obtener el apoyo de la población local. Para ello, la ONG ha mediado acuerdos entre la Autoridad para la Vida Silvestre de Uganda (UWA, en sus siglas en inglés) y la población local, con el fin de que esta reciba acceso a territorio del parque.

Dinero o creencias

"La cuestión del acceso no es nueva", dice Mark Infield, refiriéndose al derecho de los refugiados de la conservación a visitar sus tierras ancestrales. Infield fue Director de los Valores Culturales y de la Conservación en FFI hasta 2014 y trabajó en el proyecto del Parque Nacional de las Montañas Rwenzori. Tradicionalmente, los ecologistas han planteado el acceso en términos económicos y no culturales, según explica a DW.

"El acceso ha sido entendido principalmente en función de los recursos naturales necesarios para subsistir. Esto abarca una serie de materiales vegetales para usos tales como la fabricación de cestas tradicionales, camillas, medicinas, etc.", explica Infield.

Vacas Ankole en Uganda.
Tradicionalmente, el ganado de las comunidades locales pastaba en tierras que ahora son parte de un parque natural.Imagen: B. Liggitt/FFI

Los ecologistas creyeron que podrían ganar el apoyo de la población local y resolver todos los conflictos proporcionándoles acceso a los alimentos, el agua o los materiales de construcción, que tenían en sus tierras tradicionales, o bien ofreciéndoles oportunidades económicas, tales como puestos de trabajo en el sector turístico. Pero como se vio después, la resistencia a los proyectos de conservación a menudo tenía mucho menos que ver con el dinero que con la espiritualidad.

Las montañas, por ejemplo, son sagradas para las tribus Bakonzo y Baamba. Kitathamba, su dios creador, vive en las cimas de las montañas nevadas, al igual que los antiguos dioses griegos vivían en el monte Olimpo. A su vez, Kitathamba también es una piedra angular de la jerarquía social de los Bakonzo y Baamba y esas creencias tradicionales ponen orden en sus sociedades. Por ello es fácil de entender que estas tribus adoren a Kitathamba en lugares sagrados de las montañas y quieran ofrecerle sacrificios allí.

"Es muy importante que entendamos su relación con la naturaleza, si queremos ganar su apoyo e interés en la gestión de estas áreas protegidas”, afirma Arthur Mugisha, director de FFI Uganda. "Muchas de las personas que viven en estos puntos calientes de la biodiversidad tienen una relación estrecha con su entorno natural. Por ello, FFI se interesa por los valores culturales de la población local", añade Mugisha.

Un enfoque cultural

En el Parque Nacional de las Montañas Rwenzori, FFI comenzó tratando de aprender más acerca de las comunidades locales, sobre sus creencias y la forma en que se relacionan con su entorno.

De este modo, la "FFI ha estado buscando y discutiendo recursos culturales, que incluyen emplazamiento de importancia tales como lugares de culto, ritual y ceremonia, tumbas ancestrales, lugares de importancia histórica y mitológica, sitios para la iniciación, el baile, etc.", aclara Infield.

Las Montañas Rwenzori.
Las Montañas Rwenzori.Imagen: B. Liggitt/FFI

La FFI también ha tratado de mediar entre los lugareños y la administración del parque. La población local quiere visitar los lugares sagrados y celebrar allí ceremonias, haciendo uso del parque de otras maneras. La administración del parque, por el contrario, está preocupada por reducir al mínimo el impacto de la actividad humana en el ecosistema. Infield admite que el trabajo es a veces difícil.

"Es necesario que haya una aceptación más amplia del concepto general de acceso a los lugares de relevancia cultural dentro de la Autoridad para la Vida Silvestre de Uganda, así como una comprensión de su importancia para las comunidades locales. Esto mejoraría las relaciones con las mismas", explica Infield.

Actualmente las comunidades tienen acceso a plantas medicinales, lugares culturales y espirituales, aguas termales y senderos tradicionales, según explica Edison Nuwamanya, director del programa nacional de FFI en Uganda. Para visitar los lugares sagrados, los interesados tienen que firmar una declaración de intenciones. Con ello obtienen un permiso para visitar un lugar concreto del parque, pero solo pueden permanecer en él como máximo un día.

Aliados naturales

Aunque la abundancia de normas y reglamentos dan la impresión de que se trata de un tira y afloja entre las autoridades del parque y de la población, las dos partes a menudo comparten intereses comunes, a pesar de las diferentes motivaciones.

Un ejemplo de ello son los chimpancés del África oriental, que viven en el Parque Nacional de las Montañas Rwenzori. Esta subespecie del chimpancé común está amenazada y estrictamente protegida. Sin embargo, no tiene nada que temer de los Bathangyi, un clan Bakonzo que vive en la zona. Para ellos, los monos son su tótem y de acuerdo con las creencias tradicionales un tótem no puede ser asesinado ni herido de ninguna manera.

"Los tótem eran considerados como parientes y se creía que compartían la misma sangre que nuestros antepasados", explica un residente local a investigadores de FFI en una entrevista. "Herir a un tótem era como herir a un antepasado de la comunidad", concluye.

Autor: Harald Franzen

Editor: Jennifer Collins