Refugiados sirios que no se adaptan a Uruguay
12 de septiembre de 2015En principio, barajaron la posibilidad de irse a Siria nuevamente, donde la guerra se mantiene y se ha cobrado la vida de 240.000 personas, entre ellos 12.000 niños, según las cifras del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). También manifestaron la posibilidad de partir rumbo a Europa, concretamente a Alemania, donde el Gobierno de Merkel está recibiendo a miles de personas en calidad de refugiados.
Las 40 personas que están alojadas en Uruguay a través de un programa de la ONU, donde el Estado les proporciona vivienda, alimentos y retribución económica, dicen que es “un país inseguro y caro”. En este sentido, en entrevista exclusiva para Deutsche Welle, uno de los refugiados sirios que prefirió no dar su nombre, aseguró que no ve futuro para sus hijos en Uruguay y que “es muy duro vivir aquí”.
Su esposa, madre de 5 hijos -el más chico de 6 meses, nacido en Uruguay- aseguró que dos veces la robaron y agredieron físicamente. La mujer, por cuyas mejillas rodaban las lágrimas mientras charlaba, relató con su escaso español que “lo más molesto fue cuando me sacaron el velo de la cabeza, no sé porqué quisieron hacer algo así, esto forma parte de mi religión, siento que acá no nos quieren”.
Protestas para poder salir
Las cinco familias estuvieron desde el pasado lunes 7 de septiembre durmiendo en la calle, frente a Presidencia de la República de Uruguay como forma de protesta ante la imposibilidad de partir a otro continente. Soportaron a la intemperie durante cuatro días la ola de frío polar que pasó por el país. En dicha instancia los refugiados mantuvieron reuniones con autoridades de Gobierno y le manifestaron sus deseos de emigrar a Europa.
La Cancillería uruguaya explicó a Deutsche Welle que “no pueden irse del país. No porque nosotros no queramos, sino porque no los reciben en otro lugar. Los refugiados que van a Alemania salen directamente desde Siria, no van desde otro lugar”. Por su parte, el presidente de la República uruguaya, Tabaré Vázquez, dijo en conferencia de prensa que “Uruguay no les prohíbe a los sirios salir, pero hay que ver qué país los recibe", y luego añadió que el Poder Ejecutivo hizo gestiones en un intento por cumplir con sus pedidos pero fueron infructuosas.
“El Gobierno estableció contactos con el Líbano para saber si podían recibir a los refugiados sirios y dijeron que no", aseguró Vázquez en rueda de prensa. Este jueves, tras negociaciones con las familias, finalmente llegaron a un acuerdo: el Gobierno uruguayo seguirá adelante poniendo todos sus esfuerzos para cumplir con los deseos de los refugiados, siempre y cuando estos no duerman en las calles, principalmente por la exposición de los niños que son lo más afectados ante esta situación.
La vida de los refugiados en Uruguay
Cuando llegaron en octubre, fueron recibidos como si se tratara de los miembros de la selección de fútbol del país luego de haber ganado un Mundial. Desde que aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Carrasco hasta que se instalaron en “La casa San José de los Hermanos Maristas”, los aplausos, los saludos, y los carteles de bienvenida no paraban.
Ya instalados en este lugar, de inmediato comenzaron a aprender el idioma y los más chicos fueron escolarizados para que pudieran comenzar las clases lo antes posible en las aulas uruguayas. Los dos primeros meses vivieron en este lugar provisto por el Estado y luego comenzaron a armar su vida en casas independientes por cada familia, que también les proporcionó el Gobierno. En diálogo con Deutsche Welle, una de las mujeres sirias, madre de10 hijos, dijo con ayuda de un traductor que “Uruguay es un país muy lindo, nos gustaría estar acá y seguir viviendo en ese lugar, pero hay cosas que no nos hacen sentir seguros ni nos da una perspectiva de futuro para nuestros hijos”.
La mujer contó que “es dificil conseguir trabajo principalmente por el idioma. Nos cuesta mucho a nosotros aprender el español, para nuestros hijos es más fácil, pero nosotros los más grandes tenemos problemas en ese sentido”. También agregó que “el cambio de las costumbres y las religiones que cada uno profesa hace que la situación se complique más aún”. Una de las más jovencitas, con apenas 18 años de edad, sonriente, indicó que le gusta “ir a estudiar y aprender el idioma. Uno de los niños sirios señaló que le gustaría ser como “Luis Suárez, un gran jugador. Me gusta verlo jugar y como hace los goles, quiero ser como él”.