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Relaciones ruso-germanas: un desafío pendiente

Maximiliane Koschyk
13 de marzo de 2018

Ella le manda cerveza; él aumenta su arsenal. Las relaciones entre Merkel y Putin son cada vez más extrañas. Berlín tiene que cambiar su estrategia hacia Moscú, pero la clave está en la política interior rusa.

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Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Schreiber

Poco antes de las elecciones presidenciales, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró en una entrevista televisiva que la canciller alemana, Angela Merkel, le envía a menudo cerveza alemana. Merkel no lo negó, pero no le debe haber gustado mucho que Putin hiciera público ese gesto. Es la historia de siempre: Putin se coloca en el centro de la escena, y Merkel sonríe como si no pasara nada. Claro que sin Merkel no hubiera habido sanciones contra Rusia, pero la imagen de las relaciones bilaterales germano-rusas es, desde hace años, siempre la misma. Putin provoca y Merkel aguanta.

"El esquema de cooperación entre países no funciona con el sistema de Putin”, dijo Stefan Meister, experto en Rusia de la Sociedad Alemana de Política Exterior (DPAG, por sus siglas en alemán). El ejemplo más reciente: el ministro alemán saliente de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, admitió ante el Kremlin una posible reducción de las sanciones. Pero eso no parece haber impresionado al presidente ruso, que reaccionó con un anuncio de nuevos planes armamentísticos durante el discurso del Estado de la Nación. La respuesta de Merkel a través del portavoz del Gobierno es que Rusia debe atenerse a los protocolos de desarme.

Deutschland G20 Begrüßung der Teilnehmer durch Merkel
Imagen: Reuters/C. Barria

La alternativa, es decir, explicar que Alemania ya dejó atrás sus ilusiones con respecto a las relaciones con Rusia, es imposible, según Meister, debido a la actual "fiebre rusa” en Alemania. La reacción de la opinión pública alemana oscila entre dos extremos, por un lado, con incertidumbre, como ante el caso del exespía ruso envenenado en Reino Unido, supuestamente por orden de Moscú. Pero, por el otro lado, mientras el Gobierno británico va directamente al grano y se enfrenta a Rusia, el Gobierno alemán se comporta tímidamente.

Putin se beneficia de la imagen confusa de Rusia que reina en Alemania. Poco antes de las elecciones, lo fortalece. "El Gobierno alemán debería empeñarse en transmitir una imagen realista de Rusia”, señala Gustav Gressel, experto en Seguridad del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés). Pero eso podría abrir un debate político interno que el Gobierno alemán no quiere trasladar a la esfera pública: el de la eficiencia de los servicios secretos ante ataques como, por ejemplo, el que llevaron a cabo hackers contra la red gubernamental, explica, por su parte, Stefan Meister.

La OTAN y el futuro de las relaciones bilaterales

En cuanto al debate sobre la política de Defensa, "Alemania es uno de los países, dentro de Europa y de la OTAN, que debe asumir más responsabilidad en beneficio de su propia seguridad”, subraya Meister. Para eso, Berlín tendría que elevar su presupuesto de Defensa en al menos un dos por ciento. Otro paso es la construcción de un centro de control de la OTAN en Renania del Norte-Westfalia. Pero Berlín no quiere admitir públicamente que detrás del incremento de su compromiso con la OTAN está el cálculo militar con respecto a Rusia. "Rusia es un país que utiliza la guerra como medio para imponer sus intereses en Europa, afirma Meister.

El futuro de las relaciones bilaterales podría conllevar que Merkel siga abogando, como lo hizo últimamente, por levantar las sanciones contra Rusia. Pero eso no sería un nuevo enfoque, según el experto. "En realidad, Alemania busca una nueva política hacia Rusia”. Sin embargo, "le falta la voluntad para asumir las consecuencias”. Eso cuesta dinero, por ejemplo, para el Ejército y los servicios secretos, y exige responsabilidad política hacia el electorado, continúa Meister. A pesar de eso, la clase política debe cerrar la brecha "entre las expectativas hacia Alemania y la mentalidad de la sociedad alemana”, es decir, que "los políticos deberían demostrar que defienden determinados principios, también hacia la Rusia de Putin”. "Hay que demostrar que una democracia también puede soportar un diálogo abierto sobre temas políticos candentes”, concluye.

Autora: Maximiliane Koschyk (CP/EL)

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