"Revolución árabe del Jazmín" no llega a Cuba, por ahora
23 de febrero de 2011“Esta semana, a pesar de la cautela de los noticiarios oficiales, he presentido que el canal de Suez y el mar Caribe no quedan tan lejos”, escribió en su bitácora la internacionalmente conocida bloguera cubana Yoani Sánchez, tras la renuncia del ex presidente Hosni Mubarak en Egipto.
Blogueros, activistas y organizaciones opositoras dentro y fuera de Cuba, medios de prensa estadounidenses y europeos y foros de intelectuales cubanos en la diáspora debaten, desde entonces, sobre la posibilidad de un paralelo cubano de las revueltas iniciadas con la tunecina “Revolución del Jazmín” –contagiadas a Egipto y, más recientemente, a otros países del “mundo árabe”.
Tanto la oposición como el Estado cubano observan atentamente el desarrollo de los acontecimientos en esa región, pero ello no presupone un “efecto dominó”, dijo a Deutsche Welle el politólogo alemán Bert Hoffmann, del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo.
El contagio “no es imposible” pero sí “improblable” a corto plazo, coincidieron sociólogos, politólogos, historiadores, economistas, periodistas y escritores cubanos, desde diversas ciudades latinoamericanas, estadounidenses y europeas, en un foro convocado por Cubaencuentro –plataforma de interacción de la comunidad cubana, financiada por iniciativas y agencias estatales europeas y españolas.
Sin pirámides en el Malecón: ¿por ahora?
Las razones contra un “contagio inmediato” de la sociedad cubana con la "revolución árabe" son numerosas. El sociólogo Haroldo Dilla y politólogos como Armando Chaguaceda mencionan, entre otras: la apelación del Gobierno a fuertes sentimientos nacionalistas y a una visión apocalíptica del cambio; la unidad de la élite política (Gobierno y Ejército); una estructura demográfica envejecida (edad promedio 35,1 años); factores de escape como la posibilidad de recibir remesas o emigrar; el estrecho control del Gobierno sobre medios de comunicación autónomos y alternativos; el limitado poder de convocatoria de la oposición; así como nuevas expectativas ante una recién iniciada reforma económica.
La reforma económica incluye el despido progresivo de hasta un millón y medio de empleados estatales en varios años (más de la quinta parte de la fuerza laboral del país). Éstos, que deberán hallar nuevas oportunidades en un limitado sector privado de manufacturas, servicios y ventas en pequeña escala, “están frustrados, pero sobre todo preocupados por su sobrevivencia económica”, indicó Hoffmann a Deutsche Welle. Por otra parte, ante una envejecida dirigencia política, es probable que un número creciente de cubanos se resigne a esperar por la “solución biólogica” en pos de cambios graduales y pacíficos, sugiere el politólogo alemán.
El historiador Juan Antonio Blanco, el economista Eugenio Yáñez y el politólogo Arturo López-Levy coinciden, no obstante, en la posibilidad de una sorpresiva reacción de protesta masiva. La población podría desesperar por el propio empeoramiento inmediato de la situación económica y social –como consecuencia de unas reformas cuyos resultados sólo se comprobarán a largo plazo y de la asociada deslegitimación de la gestión gubernamental.
Internet, militares y agendas dentro o fuera de Cuba
Túnez o Egipto son sociedades con economías de mercado, “más modernas tecnológicamente, mejor conectadas a los sistemas globales de información”, aseguraba otro cubano, profesor de periodismo en Londres, en su blog “Juan Sin Nada”. El porcentaje de internautas en Túnez es del 27 %, en Egipto del 17% y en Cuba sólo del 1,7%, destacó el escritor cubano Manuel Pereira, desde México.
Además, desde la asunción del poder por Raúl Castro, antiguo ministro de las Fuerzas Armadas, los militares ocupan puestos políticos claves entre los que se halla la estrictamente controlada cartera de Informática y Comunicaciones, señaló Bert Hoffmann. Internet ha ganado la atención del Gobierno cubano, que identifica a blogueros que disienten como el nuevo frente de una oposición presuntamente vinculada en su totalidad al “enemigo histórico”, el Gobierno estadounidense, agregó el politólogo alemán.
Un grupo “Por el Levantamiento popular en Cuba”, que ha ganado afiliados en Facebook y twitter, llama, desde el exterior, a manifestaciones dentro y fuera de la isla esta semana. Pero no hay información que confirme el éxito de la primera programada para la tarde del lunes (21.02), frente al antiguo Palacio Presidencial, en la Habana Vieja. Sitios web oficiales como Cubadebate publican fotos de la fecha, hora y lugar indicados, con escenas callejeras cotidianas: “como cualquier día del año”.
Y es que Internet, Facebook, twitter, los blogs y los teléfonos celulares no son recursos de comunicación de acceso masivo en la isla, y “es más fácil llamar al alzamiento desde Miami, Múnich o Madrid, cuando no se enfrentan personalmente las consecuencias del conflicto” insiste Hoffmann, que coincide así con otra bloguera opositora en la isla, Miriam Celaya, en su reciente post “Fantasías y realidades de una ‘rebelión virtual’”.
Oposición: sin apoyo masivo visible
Sin embargo, la iniciativa de la diáspora coincide con conmemoraciones opositoras en la isla este miércoles 23 de febrero, en el primer aniversario de la muerte de Orlando Zapata Tamayo. El albañil, "convertido en disidente mientras cumplía condena por delitos comunes", falleció en 2010 tras una huelga de hambre en reclamo de mejores condiciones de detención -según resume, desde Miami, la pagína web de la opositora Radio TV Martí. Ello suscitó la huelga de otro disidente, Guillermo Fariñas (premio Sajarov 2010). Ambos actos de protesta "individual" llevaron a la mediación de la Iglesia Católica ante el Gobierno y “la mayor liberación de presos políticos de los últimos decenios”, resaltó el politólogo alemán, Bert Hoffmann.
De cara a la pregunta sobre si los aún “minoritarios” gestos de la oposición llegarán a obtener apoyo masivo en la isla, el politólogo cubano-americano Arturo López-Levy cita la fragmentación de su dirigencia, su apoyo a políticas de presión desde el exterior impopulares entre los cubanos y su penetración y represión por parte de la Seguridad del Estado. Para el alemán Bert Hoffmann, un freno central para la toma de partido de cubanos que no apoyan al Gobierno es la falta de una “alternativa civil, moderada y viable”, entre dos escenarios extremos que les parecen más probables: la continuidad del actual Gobierno o un escenario de cambios con enfrentamientos violentos.
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editor: José Ospina-Valencia