Ruhrtriennale 2014: La central del arte
19 de agosto de 2014Hubo un tiempo en el que la Cuenca del Ruhr fue la arteria industrial de Alemania. Las fábricas y la industria del carbón dominaban su paisaje. Pero llegó la crisis de finales de los 60. Hoy, casi todas las instalaciones industriales están cerradas. Pero los testigos de aquella cultura industrial siguen hoy en pie e incluso acogen actividades artísticas. Es el caso de la Trienal del Ruhr, uno de los festivales más famosos de la zona, que se creó en 2002.
Desde entonces, y durante seis semanas al año, varias ciudades del Ruhr son escenario de un programa de música, teatro, danza y actuaciones. El enfoque innovador del festival de unir el arte con lugares históricamente industriales ha atraído el interés europeo por esta cita. Cada tres años cambia la dirección. Este año lo dirige por última vez el visionario Heiner Goebbels.
Hombre y materia
La sala Kraftzentrale, de Duisburgo, es enorme: 160 metros de largo de cemento y acero, con techos altos, construida en los tiempos de la industrialización para cualquier cosa menos para el arte. Y sin embargo, el responsable del festival y también director de teatro llevó a escena aquí la obra "La Materia", del holandés Louis Andriessen, que trata la relación entre el hombre y la materia circundante, narrada mediante ejemplos históricos. El estreno de esta pieza ha sido un buen comienzo para la Trienal del Ruhr de 2014.
Un coro proclama la Declaración de Independencia holandesa de 1581 y, en frente, un tenor reflexiona sobre la infinita divisibilidad de la totalidad. Zepelines blancos flotan sobre unas tiendas de campaña. “¿Son cuarteles? ¿Depósitos sobre un planeta extraño?”, especula el público.
Las fotos del escenario de Goebbels provocan el efecto de una profundidad infinita, como una pintura en 3D. “En esta sala se tiene la impresión de que el hombre no vale nada”, dijo Goebbels en una entrevista con Deutsche Welle. De hecho, los protagonistas, en el escenario, parece que luchan para poder llenar ese enorme espacio.
Máquinas que bailan
El director italiano Romeo Castellucci es el responsable de la otra actuación que ha abierto esta nueva edición de la Trienal del Ruhr. Él ha llevado animales al escenario. Animales que llevan tiempo muertos. Tampoco hay seres vivos en su particular puesta en escena de la “Consagración de la primavera”, de Stravinsky. Ni bailarines. La música suena por los altavoces y, de unos contenedores, comienza a caer polvo de huesos de animales. Las máquinas hacen el papel de bailarines.
De repente, las máquinas paran. El escenario se ha transformado en un paisaje de dunas de polvo. La obra de Stravinsky se basaba en los sacrificios humanos que se realizaban en primavera. Las víctimas en la versión de Castellucci son animales. “Estamos unidos con la naturaleza por la industria. Las víctimas se han convertido en algo industrial”, aseguraba el autor.
Las seis toneladas de polvo que hay sobre el escenario provienen de 75 esqueletos de ganado vacuno. Esa es la perversión de la obra y de la vida cotidiana de la industria alimentaria, que aprovecha todo y lo utiliza como fertilizante. El director de la obra asegura que no quiere dar lecciones de moral, aunque parezca lo contrario.
El estreno de la obra maestra de Stravinsky fue un escándalo en su época. No fue así en la Trienal del Ruhr, aunque el aplauso fue muy discreto. La”Consagración” de Castellucci no es plato del gusto de todos.