Rusia y la UE: ¿Será amor?
10 de mayo de 2005"La Unión Europea y Rusia aún no están de luna de miel, pero lo que los une es amor verdadero". Ese fue el romántico símil que utilizó el presidente de turno de la UE, el jefe de gobierno luxemburgués, Jean-Claude Juncker, para definir las relaciones bilaterales; relaciones que ambas partes se propusieron profundizar en la cumbre sostenida este martes con el presidente Vladimir Putin en Moscú, un día después de la gran celebración rusa del sexagésimo aniversario del término de la II Guerra Mundial.
Intereses compartidos
En el encuentro, al que junto a Juncker asistieron por parte europea el coordinador de la política exterior conjunta, Javier Solana, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se firmaron cuatro acuerdos. Éstos contemplan intensificar los vínculos en vastos campos como la economía, la Justicia, la seguridad exterior, y la ciencia, educación y cultura.
Los mayores avances se perciben hasta ahora en el terreno económico, que se espera potenciar creando un espacio conjunto para facilitar el comercio y las inversiones. Actualmente La Unión Europea es el principal socio comercial de Rusia, que dirige a ese ámbito el 50% de sus exportaciones. Durao Barroso indicó que "esto demuestra cómo se han ido amalgamando los intereses", pero puntualizó al mismo tiempo que "la mayor tarea radica en traducir esto al plano de los valores".
Temores que se disipan
A nivel del sentir de la sociedad también se ha avanzado en ese terreno en forma considerable, según revela una reciente encuesta. "¿Representa la Europa unida una amenaza para Rusia?" fue la pregunta que se planteó. Un 28% respondió afirmativamente, mientras que una amplia mayoría, de 72% lo negó.
Sin embargo, no todo es llano en el camino del acercamiento entre Rusia y la Unión Europea. En la cumbre de Moscú quedó de manifiesto que eso de la "Europa sin fronteras" todavía es teórico, ya que no se logró un acuerdo sobre la libertad de desplazamiento de los ciudadanos. El problema radica, en este caso, en que Rusia se niega a recibir automáticamente de vuelta a sus ciudadanos que hayan ingresado ilegalmente a un país europeo y sean expulsados de allí.
Dificultades existen también entre Moscú y sus vecinos del Báltico, que ahora forman parte de la Unión Europea. Pero, en general, la ampliación de la UE hacia el Este no ha causado los estragos políticos que algunos temían en Rusia. Más bien contribuye a que se imponga la idea de que sólo el acercamiento puede resultar fructífero, como lo subrayó la cumbre de Putin con la cúpula de Bruselas.