“Sabía que Óskar Santos tenía talento para hacer un largometraje”
15 de febrero de 2010
Diego (Eduardo Noriega) es médico en un hospital universitario. Rodeado constantemente de enfermos terminales, una coraza lo protege de los sentimientos- incluso ante su familia. La particular situación de una de sus pacientes, Sara, interpretada por la colombiana Angie Cepeda, lo llevará a un viaje de consecuencias irreversibles.
Así reza un corto resumen de El mal ajeno, una película que se presenta en la sección Panorama Especial de la Berlinale y, por lo tanto, no aspira a ningún Oso. Aún así, es la aportación española al certamen germano más sonada.
DW: ¿Qué tal se han sentido en sus nuevos papeles?
Óskar Santos: Yo me he sentido muy cómodo porque, desde el principio, he estado trabajando con amigos. Eso me ha ayudado mucho. Soy una persona que se carga mucho a sí misma de presión. Sabía donde me estaba metiendo, sabía lo que se jugaba mucha gente por hacer esta película, y una de las formas de escapar de esa presión es saber que estás rodeado de gente que confía en ti y que lo que tienes que hacer es trabajar e intentar hacerlo lo mejor posible.
Y ustedes se conocen desde hace tiempo…
Óskar Santos: Desde hace 17, 20 años… Nunca le hemos logrado ponerle fecha al día en que nos conocimos en la facultad. Tenemos mala memoria.
Como le sucede a las parejas cuando pasan los años…
Óskar Santos: No, no. La pareja eran siempre Alejandro y Mateo Gil, el guionista.
Alejandro Amenábar: Sí, yo me he mantenido con Mateo, pero tú has ido cambiando…
Óskar Santos: Es que soy infiel por naturaleza (risas).
Óskar, ¿cuánto tiempo le llevó realizar El mal ajeno?
Óskar Santos: Esta película nace de un proyecto anterior que tiene ya ocho años. De ese proyecto no salió nada y se me ocurrió una especie de derivada que en un principio se quedó ahí, latente. Un día hablando Daniel Sánchez Arévalo- el guionista- de que queríamos hacer algo juntos, le conté la idea y le encantó, y me propuso escribir la historia.
Después, el proceso fue muy corto- entre hablar con Alejandro, que se leyese el guión y me dijera ‘vamos a hacer la película’ pasó apenas un año. Luego hubo que esperar dos más para poder rodar por varias razones, entre ellas que Alejandro tenía que terminar su propia película (Ágora). Fueron dos años duros porque la espera siempre es complicada, pero también me sirvieron para preparar bien el film.
Alejandro, ¿tenía usted claro desde el principio que iba a apoyar el proyecto de Óskar?
Alejandro Amenábar: No. Yo tenía claro desde hace años que Óskar estaba tan capacitado como cualquiera de nosotros- cualquiera de los que creíamos en lo que hacíamos-, y que tenía el talento y el oficio para hacer un largometraje. Pero para mí era fundamental tener una buena historia. Y cuando aparecieron con un guión que interesante, con unos personajes que me creía y sentía por ellos, me dije que si no me lanzaba con esta película no lo haría ya con ninguna.
El dolor juega en El mal ajeno un rol fundamental, ¿por qué esta temática?
Óskar Santos: Tratándose de una persona que adquiría del don de la sanación, resultaba muy atractivo que fuera precisamente un médico- alguien que pelea a diario por curar a la gente, aunque lo haga con otros métodos. Nosotros tuvimos muy claro desde el principio cual era el camino del personaje: él vive desconectado de la realidad, de su familia, y el dolor en el que lo envolvimos nos permitió marcar el punto de partida a partir del cual inicia su viaje hacia la sensibilización interna, hacia el volver a sentir.
Además de dolor, en esta película hay momentos de humor y ternura…
Óskar Santos: En un ambiente tan duro- con enfermos terminales y demás-, necesitas meter humor. Pero la película va ganando luz y al final tiene algo incluso terapéutico. Teníamos muy claro que no queríamos ahogar al espectador diciéndole todo esto es tremendo y es la ostia- esperamos que salga de la película con una buena sensación.
Sobre el realismo, la magia, la santería en América Latina y las raíces chilenas de Amenábar. ¡Siga leyendo!
En la preparación y en el rodaje mismo participó personal sanitario profesional, ¿qué importancia tiene la parte realista de este film?
Óskar Santos: Para mí, era fundamental porque si no, no me lo creo. Durante la elaboración del guión hubo un médico ayudando a Daniel, posteriormente yo sometí el guión a la opinión de varios médicos especializados en diferentes disciplinas- ahí hicimos una serie de cambios- y después, en el rodaje, participó una enfermera habituada a trabajar en televisión que no sólo controlaba un poco la puesta en escena médica y el trabajo de los actores, sino que además participó como figurante- tanto ella como parte de su equipo. Si rodeas a los actores de gente que ejerce de verdad la medicina, que sabe como moverse, acaban moviéndose como ellos y eso el espectador lo percibe.
Y la parte realista sostiene la mágica…
Óskar Santos: Yo no creo en ningún tipo de elemento sobrenatural o místico, pero sí me gusta jugar con ello porque son vehículos muy interesantes para acabar hablando de las cosas que me interesan, que en el caso de esta película es el amor hacia las personas que nos importan.
¿No es un poco tópico que la persona que sí que cree en esa parte mágica sea el personaje latinoamericano de la película?
Óskar Santos: No. La razón de que sea latinoamericana es por intentar darle un recorrido al don, que no se circunscriba a un único lugar, que el espectador se pregunte de dónde viene y no encuentre una respuesta concreta. El don es algo aleatorio, al que le toca lo tiene, y, desde luego, el de Angie Cepeda era el personaje más complicado de entender- es una mujer que ha sufrido mucho y eso la lleva a creer en lo místico.
Y bueno, por otra parte, en España la gente es muy creyente, pero en Latinoamérica, sobre todo en las capas sociales más bajas, existe un verdadero fervor religioso. Eso nos venía muy bien y, por supuesto, lo utilizamos.
Alejandro Amenábar: A mí me parece que es un buen detalle porque, efectivamente, en Latinoamérica la santería y la creencia en la curación están muy extendidas. Sí que había un punto que (el productor) Fernando Bovaira insistió mucho en quitar y es que, en el guión original, el personaje vivía en un ambiente marginal, de prostitución, lo que nos pareció un tópico un poco frívolo que decidimos eliminar.
Una última pregunta a Alejando Amenábar: usted nació en Chile, ¿tiene alguna relación especial con el cine latinoamericano?
Alejando Amenábar: No, realmente no. De hecho, mi relación con Chile se restringe a la familia de mi padre, que sigue viviendo allí. Sí que sientes alguna conexión. Hace poco hicimos un viaje a Chile- era la primera vez que volvíamos desde que nos fuimos, cuando yo tenía un año y medio-, y fue muy emocionante y muy intenso, pero donde a mí me ha tocado vivir es en España y en Madrid y el cine que conozco y con el que he crecido es el español.
Así que una película sobre el golpe de Estado en Chile no se encuentra entre sus planes…
Alejandro Amenábar: En principio, el cine político no me interesa. Pero siempre he pensado que si tuviera que hacer cine político haría una película sobre la época de Allende y el golpe de Estado en Chile. Lo que pasa es que al final he acabado haciendo Ágora (risas).
Óskar Santos: ¡A mí sí me gusta el cine político y me parece que ése es un gran tema!
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editor: José Ospina-Valencia