¿Salvarán el periodismo los grandes grupos tecnológicos?
12 de marzo de 2021Ha sido un mes difícil para Facebook. Apenas unas semanas después de bloquear temporalmente todos los contenidos informativos en Australia, el gigante de las redes sociales dio marcha atrás y reveló que había acordado pagar a docenas de editores en Alemania por los contenidos que aparecerán en "Facebook News", una plataforma de noticias que se lanzará en Alemania en mayo próximo.
En el futuro, Facebook ayudará a los editores con dificultades a "monetizar sus contenidos y a ampliar su modelo de negocio a largo plazo y de forma sostenible", dijo Jesper Doub, director de News Partnerships Europe en Facebook, al anunciar los acuerdos la semana pasada. También hay acuerdos similares en Estados Unidos y el Reino Unido. El motor de búsqueda Google también ha empezado a pagar a los editores por sus contenidos.
Parece que por fin ha llegado el día de la paga para los editores. El sector ha luchado por adaptar su modelo de negocio a la era digital. Pero los críticos dicen que se trata de pactos con el diablo que podrían hacer más daño que bien a largo plazo.
Evitar la regulación
"Estratégicamente hablando, eso es muy, muy inteligente. Facebook gana mucho más manteniendo su poder de mercado que lo que pierde pagando a un par de editores", explica a DW Christian-Mathias Wellbrock, economista y profesor de Gestión de Medios de Comunicación en la Universidad de Colonia. Wellbrock investiga posibles formas de financiar el periodismo en el mundo digital. "La idea de Facebook es ganar dinero con la publicidad, y todo lo que les sirva lo van a hacer", agrega.
En los últimos años, los reguladores antimonopolio de todo el mundo han endurecido sus posturas frente a Google y Facebook. Quieren obligar a las empresas a pagar a los editores por el contenido periodístico que acaba en estas plataformas. Hasta hace poco, la norma era no pagar a los editores cuando los enlaces a sus contenidos aparecían en sitios web de terceros. Google y Facebook le prestan un servicio a esas empresas al facilitarles un mayor tráfico de sus usuarios; ese es el argumento de las grandes tecnológicas.
Pero los modelos de financiación de las noticias y las publicaciones se han desestabilizado a medida que cada vez más personas obtienen las noticias a través de las redes sociales y las máquinas de búsqueda. Los ingresos por publicidad que antes iban a parar a los editores ahora han seguido a los lectores hasta Google y Facebook. Pero los problemas surgen cuando las empresas digitales se convierten en guardianes de la información. "Si el contenido que es relevante para el funcionamiento de una sociedad democrática se basa en la diversidad", dice Wellbrock, "entonces, por supuesto, un modelo comercial y algorítmico de distribuir contenido personalizado no va a servir al objetivo de que la gente obtenga información con diferentes ideas".
Menos innovador de lo que parece
Pero el ruido en torno al anuncio de los acuerdos de Facebook en Alemania contrasta con el tono que se dio en Australia apenas unas semanas antes. La perspectiva de verse obligado a compartir los ingresos publicitarios con los editores empujó a Facebook a bloquear todo el contenido de noticias en su plataforma durante una semana. Sea cual sea su actitud, conseguir que los grandes consorcios tecnológicos paguen puede no ser la victoria que parece a primera vista.
"Este tipo de acuerdos afianzan básicamente el statu quo", afirma Wellbrock. Con los acuerdos alcanzados en Alemania, Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, es probable que el poder del mercado siga concentrado en las áreas dominadas por las grandes tecnologías, es decir, la publicidad, las búsquedas, las redes sociales y la mensajería. Y, aunque, a largo plazo, los editores dependan más de las grandes plataformas, eso también les permite ganar dinero ahora y les ayuda a afianzar el dominio del mercado que les queda frente a los competidores más pequeños.
Sería natural que Google y Facebook favorecieran los contenidos de las empresas a las que pagan frente a los de organizaciones más pequeñas o emergentes, dice Wellbrock.
Falta de alternativas
"Lo mejor sería que nadie firmara ese acuerdo, y que los editores, e incluso los reguladores, establecieran una plataforma propia", dice el profesor. Existen plataformas alternativas, pero ninguna a una escala que pueda desafiar el modelo actual.
Apple ofrece el servicio de suscripción Apple News+, que da a los usuarios acceso a cientos de periódicos y revistas. Pero no incluye todas las publicaciones y sólo funciona dentro del ecosistema de Apple. Otros servicios más pequeños, como la plataforma de revistas Readly, cumplen lo que prometen, pero no son lo suficientemente grandes o conocidos como para competir con empresas como Google y Facebook, y nunca lo serán si los gigantes tecnológicos pueden evitarlo.
"Desde un punto de vista periodístico o democrático, creo que necesitamos una solución que ponga la mayor cantidad de contenido periodístico a disposición de casi todo el mundo", apunta Wellbrock.
Poder en grupo
Wellbrock tiene una idea de cómo podría lograrse algo así: a través de lo que él llama una "plataforma multieditorial", una plataforma basada en la suscripción, que proporcionaría acceso a prácticamente todo el contenido periodístico por una tarifa plana. Aunque lo compara con Netflix o Spotify, este concepto sería diferente, en el sentido de que no sería una plataforma única. En su lugar, un inicio de sesión a través de la plataforma permitiría a los consumidores navegar a través de las estaciones de pago y llegar a los sitios web de todos los proveedores participantes. Eso sería menos costoso tecnológicamente que fusionar los sistemas de gestión de contenidos, y mantiene el contenido dentro del ámbito de la marca de las empresas productoras, dos preocupaciones clave que los editores tienen cuando se discute una idea así, dice Wellbrock.
Los criterios para determinar quién puede utilizar la plataforma para distribuir contenidos podrían basarse en un conjunto de normas periodísticas. Se podría desarrollar un algoritmo para recomendar artículos con el fin de evitar burbujas de filtros. Los proveedores de contenidos participantes negociarían el régimen de distribución de ingresos. "Una plataforma así sería, en realidad, un sistema de apoyo a dos cosas que son vitales para el funcionamiento de las sociedades democráticas", dice: "Por un lado, la diversidad de los medios de comunicación, porque daría a los editores más pequeños una oportunidad justa de aparecer en internet. Y en segundo lugar, haría que esos contenidos fueran ampliamente accesibles".
Pero las viejas rivalidades son difíciles de superar. "Si todos los editores colaboran, o si sus contenidos fueran accesibles en una sola plataforma, creo que sería un buen experimento para determinar si la gente está realmente dispuesta a pagar, digamos, 25 euros (unos 30 dólares) al mes por casi todos los contenidos periodísticos que existen", afirma Wellbrock.
(jov/cp)