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Sarkozy y Brown: la nueva entente franco-británica

Luna Bolívar Manaut26 de marzo de 2008

Durante 12 años, los presidentes galos se han mantenido alejados de la isla: Nicolás Sarkozy visita Gran Bretaña seguro de estar iniciando una “nueva era”. Mientras, las relaciones franco-alemanas viven malos momentos.

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Nicolás Sarkozy es recibido en Londres con todos los honores.Imagen: AP

Con tradicional la pompa inglesa, Nicolás Sarkozy y Carla Bruni han sido recibidos en Gran Bretaña: en el aeropuerto londinense de Heathrow por el príncipe Charles y su esposa, Camila Parker Bowles; en el Palacio de Windsor por la reina Isabel II. Ella, bella y elegante. Él, enérgico como siempre. Todo perfecto, si no fuera por esa foto.

Großbritannien Frankreich Nicolas Sarkozy Staatsbesuch Prinz Philip
Todo el mundo atento al vestido de Carla Bruni.Imagen: AP

La prensa británica no se ha privado del placer de publicar la imagen. Quince años más joven, desnuda, la primera dama francesa aparece en la portada de cuanto periódico circula por la isla. El matrimonio Sarkozy, teniendo en cuenta los datos de su corta historia, no aspiró nunca a una normalidad verdadera, pero quizás al presidente no le hubiera venido mal, sólo por esta vez, una pizca de convencionalismo.

Sarkozy ha salido muy debilitado de las últimas elecciones municipales en Francia, en las que se produjo un contundente avance socialista. Muchos lo consideran un voto de castigo a su carácter. Este viaje debía servir para verter un poco de seriedad sobre la figura del presidente. Pero, con las cosas como están y Bruni luciendo encantos, la pareja hace lo que sabe: despertar el interés general.

Y mientras toda Inglaterra halaga la vestimenta de Bruni y se pregunta qué comerán en el banquete de Windsor, a duras penas se abre paso la política entre tanto espectáculo.

Se busca motor para Europa

Sarkozy in London
La reina Isabel II da la bienvenida a Winsor a Sarkozy y a Bruni.Imagen: AP

En Windsor no es recibido cualquier presidente. Pero Sarkozy viene en son de paz, y no siempre fue así en las relaciones franco-británicas. Durante 16 años, Charles de Gaulle vetó la entrada de Gran Bretaña a la Comunidad Económica Europea por considerar al país demasiado vinculado a Estados Unidos: sólo la muerte del general permitió la adhesión del reino.

Y, sin embargo, Gran Bretaña ha sido y es un Estado miembro a medias. Con sus excepciones, con sus objeciones y sus trabas al avance comunitario, y con la mirada siempre puesta al otro lado del Atlántico. “Estados Unidos va a seguir siendo nuestro principal y más estrecho aliado”, ha tranquilizado ya Gordon Brown, el primer ministro británico, ante los coqueteos de Sarkozy.

De Gaulle
Charles de Gaulle, el ex presidente más mítico de la reciente historia francesa.Imagen: AP

Sarkozy tiene un socio a quien suplir: Alemania. Tradicionalmente, el eje franco-germano ha representado la columna vertebral y el motor de la integración comunitaria. Pero el francés está disgustado con la canciller, Angela Merkel, porque ésta se ha interpuesto en sus planes de crear una unión de los países mediterráneos. “Estoy convencido de la importancia del motor franco-alemán, pero ya no es suficiente […] Se hace necesaria una nueva entente franco-británica”, dijo Sarkozy en su discurso de hoy ante las dos Cámaras del Parlamento inglés.

Grandes planes para la hermandad

“He venido para ofrecerle al pueblo británico que escribamos un nuevo capítulo de nuestra historia común”, declaró Sarkozy ante los parlamentarios. Desde que un presidente francés pisara oficialmente Gran Bretaña por última vez han pasado 12 años. La guerra en Irak, a la que Francia y Alemania se opusieron y que los británicos apoyaron, amplió la brecha del Canal de la Mancha y volvió a colocar al bloque europeísta frente al seguidor de Estados Unidos.

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Política, económica y militarmente: Sarkozy y Brown quieren trabajar "mano a mano".Imagen: AP

“No se puede confiar en gente que cocina tan mal”, declaró en su día Jaques Chirac, que en cambio disfrutaba de la buena mesa en casa del ex canciller Gerhard Schröder. Pero eso es el pasado: ni Schröder ni Chirac existen ya políticamente. Ahora ha llegado el momento de inaugurar una “nueva era”, de poner en práctica la “hermandad franco-británica del siglo XXI”, como la llama Sarkozy. Y esa hermandad tiene grandes proyectos.

Para empezar, Sarkozy se ha comprometido a aumentar el contingente de soldados galos en Afganistán, una exigencia estadounidense y británica que Angela Merkel difícilmente puede satisfacer porque tiene a la opinión pública interna frontalmente en contra. Y cuando se reúnan mañana, Sarkozy y Brown hablarán de colaborar en la creación de una nueva generación de centrales nucleares, cuya tecnología se prevé exportar.

“Por supuesto que nos separan diferencias”, reconoce Sarkozy. Y si es así, ¡vive la difference! Francia y Gran Bretaña planean presionar juntas para forzar cambios en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, además de en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que ambos países opinan que debería ampliarse a algún miembro africano. Con la crisis financiera de trasfondo, Sarkozy espera que la ayuda de Brown le sirva para persuadir a Estados Unidos de que contribuya a fortalecer el dólar, y obligar a los bancos a ser más transparentes.

Pero yodo eso será mañana. Esta noche queda aún dormir en Windsor.