Se profundiza la crisis política en España
11 de noviembre de 2019"Ahora, Gobierno. Ahora, España”, reza el afiche de la central del Partido Socialista Español (PSOE), en Madrid. Sin embargo, después de las elecciones de este domingo (10.11.2019), la tarea de formar Gobierno va a ser aún más difícil para el presidente español, Pedro Sánchez.
El PSOE salvó los muebles: si bien ganó las elecciones y sigue siendo el partido más fuerte, sufrió una pérdida de casi el 2 por ciento de los votos. El objetivo de Sánchez era acercarse a la mayoría de 176 escaños en el Parlamento, o que, quizás con un milagro, los posibles socios desarrollaran la voluntad de formar una coalición de izquierda.
De hecho, Pablo Iglesias, el líder del izquierdista Podemos, había hecho algunos avances en dirección a los socialistas el domingo, diciendo que era una "necesidad histórica" formar una coalición, después de haberla rechazado anteriormente. Pero esa declaración no fue suficiente, sobre todo, después de que su partido perdiera tantos votos que los dos juntos, PSOE y Podemos, apenas podrían formar un Gobierno minoritario con alrededor de 150 bancadas. Están más lejos que antes de una mayoría, y el electorado no solo hizo oídos sordos a la táctica de Podemos, sino que, además, algunos dieron un giro radical hacia la extrema derecha.
El tema catalán vs. la política social
Ante la central de los socialistas, en Madrid, dos activistas aguardan al jefe de su partido. Begonia García y Rafael Vélez no están satisfechos con el transcurso de la corta campaña electoral. La campaña "estuvo teñida por la crisis en Cataluña, y no por los temas que son importantes para nosotros, como la política social", dicen a DW.
Ciertamente, las elecciones se realizaron bajo la presión de la crisis catalana. Las protestas en parte violentas, en contra de los duros veredictos de hace pocas semanas contra los líderes separatistas, desataron una ola de emociones nacionalistas en el resto de España, especialmente entre los conservadores y la extrema derecha. Ahí parece haber estado también el punto débil de Pedro Sánchez, que actuó cuidadosamente y trató de encontrar soluciones políticas, en lugar de condenar decididamente al movimiento separatista catalán.
Avance imparable de la extrema derecha
El partido de ultraderecha Vox logró un éxito inusitado. Salió políticamente de la nada hace casi tres años, y ahora obtuvo cerca de un 15 por ciento, ubicándose en tercer lugar en el Parlamento español. Se benefició, sobre todo, de la crisis catalana, ya que logró atraer a muchos votantes que están a favor de la unidad de España y cultivan el orgullo nacionalista.
Santiago Abascal, el líder de Vox, subrayó cada vez que pudo, en apariciones en público, la "débil” reacción del Gobierno español ante los separatistas. Según él, habría que castigarlos con leyes aún más duras, decretando el estado de excepción en Cataluña y con represión policial.
Con su política migratoria ultradura, Vox se hace eco de la nostalgia por la dictadura franquista, siempre latente en España. Ese es el público que el propio presidente Sánchez movilizó poco antes de las elecciones, cuando decidió trasladar el cadáver del dictador Francisco Franco del monumento del Valle de los Caídos a un cementerio privado.
Pero Vox también reúne a un electorado joven que se identifica con algunas de sus posturas conservadoras y, sobre todo, con su lucha contra la supuesta corrección política. Vox manifiesta la resistencia, especialmente de sus votantes masculinos, contra derechos conquistados por las mujeres: para ellos, el feminismo es una mala palabra, luchan contra la liberalización del aborto, y en pro de valores familiares "tradicionales", un revés político para los logros sociales de la última década en España.
Sin embargo, a pesar de la masiva cosecha de votos, a los radicales de derecha no les cierran las cifras como para formar una alianza de derecha en el Parlamento. Por eso, Santiago Abascal se refirió también a la "responsabilidad histórica de una oposición constructiva", ya que, aun sumando a los conservadores (Partido Popular) y a los liberales de derecha (Ciudadanos), no les alcanzan los votos para formar un Gobierno de coalición.
Parlamento aún más fraccionado
El Partido Popular (PP), por su parte, pudo superar un poco sus dramáticas pérdidas de principios de este año y ocupa un respetable segundo lugar. Sin embargo, perdió a su socio de coalición, pues Ciudadanos sufrió una caída devastadora. Trató de pisar firme con un perfil a favor del libre mercado y como alternativa contra la corrupción, pero cambió sus anuncios varias veces, se alió a nivel regional con la ultraderecha y, finalmente, fue castigado sin piedad por los votantes. Desde ese frente, presuntamente, se produjo el desplazamiento más fuerte de votos hacia Vox.
Es de remarcar, por último, el ingreso de los separatistas radicales catalanes en el Parlamento. El hecho marca una nueva tendencia, que apunta al aumento de los escaños y la influencia de pequeños partidos regionales en el panorama político español. Así, finalmente, el mapa partidario está más atomizado que nunca: si a comienzos de 2019 había 13 partidos en el Parlamento español, después de estas elecciones hay 19.
Llamado a desbloquear la situación política
Sánchez llamó a los demás partidos a actuar "con responsabilidad y con generosidad para desbloquear la situación política en España". Pero, ¿por qué debería funcionar ahora lo que no funcionó a inicios de este año, teniendo incluso un mejor punto de partida? Sánchez también prometió que "esta vez habrá, como siempre, un gobierno progresista". El presidente sabe, de todos modos, que ni su partido ni los demás pueden permitirse otras nuevas elecciones dentro de algunos meses, porque, sin dudas, a los españoles se les está acabando la paciencia.
(cp/rml)
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