Siete cosas poco conocidas sobre la amistad franco-alemana
20 de enero de 2023Primera: momentos icónicos de cercanía
El acercamiento entre Alemania y Francia después de la II Guerra Mundial fue todo, menos fácil. Un saludo con un beso en la mejilla entre el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles de Gaulle fue el momento con el que ambas naciones reiniciaron su reconciliación, después de los horrores de la guerra fratricida.
Más tarde, François Mitterand y Helmut Kohl se tomaron de las manos, y luego vinieron los abrazos entre Jacques Chirac y Gerhard Schröder. Incluso la siempre reservada Angela Merkel se apoyó con confianza en el hombro del presidente Emmanuel Macron. El canciller Olaf Scholz y el Presidente francés, Emmanuel Macron, no entran aún del todo en confianza.
Segunda: los insultos contra los alemanes
Durante mucho tiempo, los franceses llamaron a los alemanes Boche, Chleu o Fritz. En cambio, en alemán no hay ninguna palabrota exclusivamente en contra de los franceses.
Boche estaba muy extendido en Francia a principios de los siglos XIX y XX. "'Boche' significa 'devorador de hombres' y 'bribón' [...] Mientras no hayan hecho las paces con los demás pueblos, no habrá más alemanes en Europa: sólo habrá boches", escribió un francés en 1915. Caboche (jerga francesa para 'cabeza humana') se semeja al término alemán Dickschädel, que significa "cráneo grueso" o "cabeza dura". Alboche sería "alemán cabeza dura".
Un fabricante alemán de electrodomésticos convirtió el insulto en una virtud y lo incluyó una vez en su eslogan C'est bien, c'est beau, c'est Bosch ("Es bueno, es bonito, es Bosch").
Tercera: dos países que cooperan como nadie
No hay dos Estados en el mundo que mantengan más cooperación, asociaciones y organizaciones que los dos vecinos europeos. Con el Tratado de Aquisgrán, que complementa el Tratado del Elíseo desde 2019, el anclaje de la cooperación en la sociedad civil se ha ampliado aún más: por ejemplo, a través del Fondo Ciudadano Franco-Alemán, lanzado en 2020.
Además, nadie tiene más ciudades hermanadas que Alemania y Francia.Con 2.355, Francia cuenta con más del doble de hermanamientos municipales o de ciudades que Gran Bretaña o Italia. El movimiento de hermanamiento franco-alemán fue fundado por un superviviente del campo de concentración de Buchenwald, Lucien Tharradin, quien empezó en 1950 como alcalde de Montbéliard el vínculo con Ludwigsburg, en Baden-Württemberg.
Cuarta: el amor supera la barrera de los idiomas
A pesar de la enemistad inicial entre ambos pueblos, los alemanes y franceses siguieron contrayendo matrimonio entre sí. Aunque los alemanes han aprendido más la lengua francesa que los franceses alemán.
Quinta: ¿de verdad tiene que ser amor?
"Respeto" es la palabra que utilizan los franceses para describir su relación con Alemania. A pesar de esta ligera asimetría en términos de pasión, el amor alemán por Francia se refleja claramente en cifras: el entusiasmo por París, por el savoir vivre, la baguette, la moda, el arte, la gastronomía, el vino, lo mundano, la aguda fineza de los intelectuales franceses, como, en su época, Simone de Beauvoir, o en la actualidad Michel Houellebecq, entre otros tantos.
Sexta: pragmatismo y sentimientos encontrados
El motor de la amistad franco-alemana es la Oficina Franco-Alemana de la Juventud, fundada con el Tratado del Elíseo. Hoy, según un estudio encargado por la DFJW, los jóvenes ven el futuro bastante sombrío: dos tercios son claramente pesimistas. Pero quieren involucrarse, sobre todo, en la protección del clima.
Séptima: una buena asociación que requiere tres partes
Los intercambios lingüísticos y culturales deben tener una dimensión más internacional, porque la mayoría de los francófonos no viven en Francia.
Aprender la lengua del otro se considera el vehículo más importante para el entendimiento franco-alemán. Sin embargo, la mayoría de los francófonos viven hoy en el continente africano. ¿Es hora de que el tándem se convierta en una equipo tripartito?
(jov/cp)