Simón Bolívar, ¿más vivo que nunca?
15 de marzo de 2010En Venezuela, todo lo relacionado con la gesta independentista latinoamericana tiende a ser descrito con un tono solemne; sobre todo los episodios en donde se vio involucrado el prócer caraqueño Simón Bolívar (1783-1830), también conocido como “el Libertador” por haber jugado un rol determinante en los procesos de emancipación de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y su tierra natal. Y esa aura de solemnidad no es gratuita.
La imposición de una historia oficial que idealiza la secesión decimonónica; de un lenguaje rimbombante para narrar esas batallas; de fechas patrias para recordarlas; y de leyes que exhortan a honrar a sus protagonistas con incondicional veneración fue un instrumento útil en manos de la élite política criolla cuando la Capitanía General de Venezuela se independizó del Imperio español para convertirse en una república autónoma, dotada de cierta cohesión territorial e identidad propia. Para bien o para mal, la exaltación de héroes nacionales contribuyó a crear esa identidad.
La personalización de la política
“Tradicionalmente, la dimensión de los componentes personales de la política en América Latina es muy grande y la tendencia a hacer interpretaciones personalistas de los desarrollos políticos ha ido creciendo con el tiempo. Eso tiene como efecto negativo que la confianza en las instituciones disminuye y, en consecuencia, la longevidad y el rendimiento de las democracias se ven severamente limitados”, dice al respecto el Dr. Günther Maihold, Subdirector del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad (SWP) de Berlín.
Tener todo esto en mente permite comprender la función que cumplió el culto a la vida y obra de Bolívar en el siglo XIX. Pero también ayuda a explicar la creciente glorificación del pensamiento bolivariano por parte del actual presidente venezolano, Hugo Chávez, quien ha invertido parte del capital político y económico a su disposición para promover su versión del bolivarianismo tanto en su tierra como en los países de América Latina que le prestan oído.
De héroe a traidor a héroe…
“Al final de su vida, Bolívar fue tildado de traidor a la patria, se le expulsó de Venezuela y terminó muriendo en Colombia. Es doce años después, cuando su cuerpo regresa a su país, que empieza a tomar forma el culto a su efigie. Y es que, dada la lucidez de sus reflexiones, él parecía ser el único en capacidad de proveer sustento político e ideológico a Venezuela”, explica el Dr. Norbert Rehrmann, profesor en la Universidad Técnica de Dresde y autor del libro Simón Bolívar. Historia de vida del hombre que liberó a Latinoamérica, publicado en abril de 2009.
“En el siglo XIX, Venezuela necesitaba algo o a alguien que encarnara ideológicamente los enunciados nacionalistas, y ese alguien era Bolívar; él había promovido la noción de un Estado venezolano para una nación que todavía no existía como tal”, agrega Rehrmann, aludiendo al legado intelectual del Libertador –sus cartas, discursos y manifiestos políticos–, pero también, de alguna manera, a su poder iconográfico.
Genio y figura
Bolívar es un personaje complejo. De ahí las contradicciones en que han incurrido desde hace dos siglos quienes, según Rehrmann, han pretendido ver en Bolívar a un convencido liberal o a un precursor del socialismo contemporáneo, por mencionar sólo dos de las múltiples lecturas que los documentos del ilustre militar han inspirado. Por otro lado, su imagen, que oscila entre el guerrero invencible, el genio incomprendido y el mártir que murió vistiendo una camisa prestada, victima de ingratitudes e intrigas palaciegas, da por sí sola para escribir extensas monografías.
“Presentar a Bolívar como un antiimperialista o pionero del socialismo es un discurso que sólo puede causar risa. Bolívar era un aristócrata, un oligarca cuya aversión por los esclavos y los mestizos le venía de crianza. En todo caso, él no era un político al que le interesara la justicia social y la participación política del pueblo. Ese retrato de Bolívar es absurdo, aunque debo decir que no es un invento de Chávez; esa imagen del Libertador tiene precedentes”, asegura Rehrmann. Según el catedrático de Dresde también el espejismo del Bolívar liberal hizo de las suyas en el siglo XIX.
¿Un espejismo inasible?
“Hacia 1816, Bolívar se dio a conocer en Alemania como un liberal. Y los grandes liberales alemanes lo admiraron mucho como líder de un movimiento de resistencia. El más grande historiador liberal alemán del siglo XIX, Georg Gottfried Gervinus, descubrió a Bolívar para sí en 1815 y quedó asombrado con él. Sin embargo, Gervinus se distanció radicalmente de Bolívar en 1820 y coincidió con muchos críticos latinoamericanos al percibirlo como un peligro por propiciar la instauración de un Estado centralista y autoritario. Los líderes liberales de la época tenían ideas muy distintas de aquellas que Bolívar encarnaba”, dice Rehrmann.
“En Latinoamérica, a Bolívar se le criticaba su insistencia en promover el Senado hereditario y la presidencia vitalicia porque, en realidad, esos eran rasgos de una monarquía disfrazada. Eso lo traigo a colación porque, hoy día, muchos alemanes de izquierda tienden a aplaudir los ideales bolivarianos que Hugo Chávez asume como suyos con el argumento de que el siglo XIX era otra época y que uno no puede juzgar a un hombre del siglo XIX basándose en criterios contemporáneos. Pero eso es totalmente falso”, comenta Rehrmann.
Bolívar y los bolivarianos
En honor al Libertador, su tierra natal ha sido rebautizada República Bolivariana de Venezuela y a los nombres de casi todas las instituciones del Estado se les ha añadido el adjetivo “bolivariano” para alinear la imagen nacional con el proyecto ideológico que el estamento de Chávez ha trazado para el país, la “revolución bolivariana”. Pero, ¿cómo entender lo que ésta tiene de bolivariana si no parece haber acuerdo sobre lo que eso significa?
“Del pensamiento de Bolívar se hacen tantas interpretaciones y en el uso que Chávez hace de él hay tantas variantes que se hace imposible conseguir el núcleo del pensamiento bolivariano o un fragmento que se pueda considerar sacrosanto o común para todos los venezolanos. El pensamiento bolivariano no es sino una fuente de donde cada quien toma lo que necesita”, observa Maihold.
El prócer maquillado
Rehrmann coincide con Maihold, añadiendo que la doctrina bolivariana de Chávez disfraza cualidades del Libertador que éste nunca disimuló, le atribuye otras que el prócer nunca tuvo e ignora aquellas que el actual presidente venezolano y el héroe de la Independencia más en común tienen: “Existe una coincidencia ideológica entre Bolívar y Chávez: ambos son promotores de un Estado centralista y de talante autoritario. Pero Chávez hace una grotesca interpretación del prócer al retratarlo con una boina roja. De estar vivo, eso a Bolívar lo habría enfurecido o le habría causado mucha gracia porque él no tenía nada que ver con premisas políticas como las que Chávez defiende, al menos retóricamente”, subraya Rehrmann.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Claudia Herrera Pahl