Sochi: de balneario a resort de invierno
2 de febrero de 2014
Tatjana está cómodamente sentada en la terraza de “La espiga dorada“ con su nuera Liliana. A pesar de las fechas, todavía pueden disfrutar de una cena al aire libre en el balneario de Sochi. Tatjana es de origen ucraniano, pero vive en Moscú. Su nuera vive con su hijo en Kiev y ambos están de vacaciones en la ciudad del Mar Negro. “Cuando yo era niña, siempre escuchaba la frase: si no has estado nunca en Sochi, tu vida no ha merecido la pena”, dice Tatjana entusiasmada con su primera visita a la ciudad olímpica.
Sochi denota nostalgia para muchos rusos. Situada en el mismo paralelo que la Costa Azul, ofrece lo que muchos habitantes de Moscú y San Petersburgo no conocen. Playa, mar, clima agradable, montaña… Y todo en el mismo sitio.
De balneario a turismo de masas
También los sanatorios, como en el que Tatjana y Liliana pasan sus vacaciones, son típicos de la ciudad. En la época soviética, pertenecían a empresas que enviaban a sus trabajadores a Sochi para recuperarse. Las curas duraban unas tres semanas y estaban disponibles tanto para el trabajador como para el campesino. Hamlet Watjan se acuerda muy bien de esta época. Con 12 años estuvo con sus padres en una cura en el Mar Negro. Hoy, con pelo blanco y 65 años, habla sobre el pasado desde su oficina de “La espiga dorada”. Cuando mira hacia atrás, no todo es positivo: “Sochi ha perdido el carácter de ciudad balneario. Antes vivían aquí 350.000 personas. Ahora son 600.000”, dice. Sochi se ha convertido en una auténtica metrópolis en el Mar Negro. Se ha construido mucho y se ha aprovechado de las infraestructuras, pero también se ha destruido mucho. Antes, cada habitante tenía 150 metros cuadrados de verde y hoy solo tiene 30, comenta Waltjan.
“Nuestra gran preocupación es si Sochi podrá funcionar sólo como ciudad balneario en el futuro”, se pregunta el director. La costumbre era que los huéspedes viniesen entre 20 y 24 días a recuperarse. “Ahora vienen a Sochi como a un sitio de vacaciones en España o en Turquía y se quedan entre cinco a siete días sólo para disfrutar”. También “La espiga dorada” ha sido ampliada y reformada. El sanatorio servirá como hotel para patrocinadores durante los Juegos Olímpicos. Pero las obras también han traído problemas y en los últimos tiempos disminuyó el número de visitantes. Se espera que después de los juegos, cuando todo esté listo, haya servido para algo.
Esquiar en clima subtropical
En un futuro, la región servirá para algo más que tomar el aire y disfrutar del clima: para esquiar y practicar deportes de invierno. Aunque el invierno en Sochi sea bastante moderado, a tan solo 70 kilómetros están las montañas y Krasnaja Poljana. En poco tiempo, este pueblo se ha puesto patas arriba con hileras de hoteles adosados. Los camiones atascan las carreteras y en todas partes se construye a contrarreloj. Aquí es donde tendrán lugar las disciplinas “alpinas” de los juegos y, además, es el lugar elegido establecer el primer resort de esquí ruso a nivel internacional. Con Sochi a tan solo dos horas de avión de la capital rusa, los moscovitas ya no tendrán que ir a Austria o a Suiza. Y con media hora más en tren, podrán esquiar a 3.000 metros de altura.
Harald Bürkle está en la entrada del restaurante del Hotel Radisson Blu en Rosa Khutor, un hotel moderno diseñado a estilo de Europa occidental con grandes lámparas sobre las mesas. “Antes no había un complejo de tal calidad en Rusia”, aclara. Para muchos rusos es algo grande poder tener un complejo de esquí en su propio país sin tener que tramitar visas, dice el director del hotel, convencido de que la región se convertirá en un gran destino vacacional: “El 85 por ciento de nuestros clientes son rusos. Con 140 millones de habitantes, hay suficiente potencial para llenar el complejo”.
Otro que apuesta por el turismo de invierno es Jean-Marc Fellini. El francés recibió la concesión para administrar la estación de esquí con su empresa Compagnie des Alpes. A él no le preocupa que las inversiones de 1.700 millones de euros sean rentables. “En Rusia sólo esquía entre el 1 y el 3 por ciento de la población. En Europa entre el 15 y el 20 por ciento. El potencial es enorme".
Hasta ahora, muchas de las habitaciones de Rosa Khutor están vacías. La estación está parada esperando las revisiones técnicas. Pero a Fellini no le quita el sueño. “No hacemos locuras por sólo 15 días de olimpiadas”, aclara. No le interesa que todo caiga en desuso después de los juegos. Todo lo que se ha planeado en Rosa Khutor tiene sentido a largo plazo y lo realmente interesante vendrá cuando tanto los invitados a los juegos como el circo olímpico se hayan ido. Entonces se verá si el cambio de Sochi ha merecido la pena.