Soldados alemanes: gordos y fumadores
4 de marzo de 2008¿Cómo se imagina Ud. a un soldado alemán? ¿Atlético y rebosante de salud? La realidad es muy diferente. Demasiado gordos y, para colmo, fumadores son muchos de los uniformados germanos, según el informe anual que presentó este martes el comisionado del gobierno alemán para asuntos de las Fuerzas Armadas, Reinhold Robbe.
Más gordos que en el mundo civil
Las cifras dan cuenta de las dimensiones del problema: más del 40% de los soldados de entre 18 y 29 años de edad presentan problemas de sobrepeso. Tal proporción sobrepasa a la registrada en la población alemana en general, que llega a sólo el 35%. No son afirmaciones hechas a la ligera, sino que se basan en más de 5.000 datos recabados. Además las avala un estudio llevado a cabo por el Servicio Sanitario del Ejército y la Escuela Superior de Deportes. El número de uniformados muy obesos llega incluso al 8,5%.
“En resumidas cuentas: los soldados (y soldadas) son demasiado gordos, practican demasiado poco deporte y se preocupan demasiado poco de su alimentación”, indica el lapidario informe. La pregunta que se plantea lógicamente es: ¿conculca esta situación la capacidad operativa del ejército alemán? “¡No, por el amor de Dios!”, respondió Robbe. Pero eso no quita que el encargado de los problemas de los uniformados haya recomendado con vehemencia poner a las tropas a hacer ejercicios. Al fin y al cabo, “cada soldado deportista, que está en condiciones de reaccionar con rapidez, tiene una ventaja”.
Problemas en Afganistán
El estado físico resulta especialmente relevante en el caso de operaciones en el exterior, como la que se lleva a cabo actualmente en Afganistán. Pero los problemas de peso no son los únicos que aquejan a los uniformados germanos. El informe registra quejas por falta de vehículos, e incluso de escudos protectores, cascos o chalecos antibalas.
La burocracia y el afán de reglamentarlo todo también plantean dificultades, según el informe. Incluso en lugares tan remotos como Afganistán, los superiores insisten en que se separe la basura en desechos orgánicos y no orgánicos, o en que se mida el nivel de los gases de escape de los vehículos. No es que la conciencia ecológica salga sobrando, pero en situaciones de guerra como la que se vive en territorio afgano, medidas de ese tipo resultan difíciles de entender. Bastante más serios son, en cambio, los problemas sicológicos que pueden ocasionar operaciones como la de Afganistán en los jóvenes uniformados. Varios centenares sufren de alteraciones post-traumáticas.
El estrés quizá tenga relación también con otro fenómeno constatado en el informe de Robbe: aproximadamente el 70% de los soldados confiesa fumar regularmente.