"Somos hijos de la guerra"
30 de julio de 2014Según el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Perú (2003) el conflicto interno entre 1980 y 2000 dejó un saldo de más de 69.000 muertos y desaparecidos. Entre los victimarios se encuentran los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), así como de las fuerzas de seguridad y el ejército. Entre las víctimas; comunidades campesinas e indígenas quechuas.
“Las víctimas no han sido atendidas todavía en toda la dimensión de sus demandas. Hubo familias y comunidades enteras que fueron totalmente destruidas y hasta ahora ni el Estado ni las fuerzas armadas reconocen su responsabilidad. Ni siquiera se acepta plenamente el informe de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación. Aunque el mismo Fujimori está en la cárcel por violaciones a los derechos humanos, la sociedad peruana no ha aprendido todavía”, afirma el cineasta y antropólogo peruano Heeder Soto, que llegó a Berlín para presentar su largometraje, uno de los pocos trabajos que abordan las secuelas que el conflicto ha dejado en la sociedad del país andino.
El cineasta y activista pro derechos humanos afirma que sigue habiendo muchos enterrados en fosas comunes, siguen violándose los derechos humanos y sigue campeando la impunidad. "Tenemos a un ministro que posiblemente sea un violador de los derechos humanos", dice, refiriéndose al general en retiro, Daniel Urresti, investigado por el asesinato del periodista Hugo Bustíos, cuyo cuerpo fue baleado y dinamitado por una brigada en 1988. Urresti es desde junio de 2013 ministro del Interior.
Cinta dedicada a activistas pro DDHH
Heeder Soto dedicó la cinta a la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), en la que su madre ingresó como activista cuando su padre fue desaparecido por militares. Heeder tenía tres años de edad y aprendió el activismo de la mano de su madre.
Relatada a través de las voces de los testigos, víctimas y victimarios, la cinta fue rodada en Ayacucho, departamento de la Sierra Sur en donde surgió el grupo maoísta Sendero Luminoso en 1980. La cinta sigue la huella de la violencia a lo largo de cinco capítulos. Se escucha el testimonio del ex teniente Collins Collantes, condenado por crímenes de guerra de lesa humanidad a catorce años de prisión y liberado después de siete. Ha sido el único ex militar que ha pedido perdón a las víctimas.
“Fue muy difícil entrevistar a los verdugos, pero había que hacerlo. Somos hijos de la guerra y nuestra generación es capaz de escuchar muchos puntos de vista sobre el conflicto. Algunos sienten culpa, y buscan alivio a esa carga. Hablar fue para ellos un desahogo, estaban nerviosos. Les pregunté si mataron, me dijeron que sí, que mataron todos, pero nunca dirán a quién mataron ni cuándo, porque podrían ser procesados”, afirma Heeder Soto.
Algunos hablan por primera vez
En otro capítulo se escucha al joven poeta e historiador José Carlos Agüero, hijo de senderistas que muestra el retrato de su madre cuando fue secuestrada. “Es la primera vez que habla y que manifiesta su desacuerdo con sus padres. Tiene derecho a hablar, pero no está siendo escuchado”, lamenta Soto.
Un personaje parlanchín y fotogénico encarna la historia peruana de violencia, al haber sido senderista, militar y sacerdote. El ahora antropólogo Lurgio Gavilán cuenta que cuando fue detenido dijo “Viva Marx, viva Lenin”. Luego los soldados le dieron de comer, lo castigaron unos días en una celda y finalmente lo enviaron a la escuela. Así empezó su carrera en el ejército. El antropólogo presentó en 2012 en México su autobiografía ‘Memorias de un soldado desconocido'.
"En la cinta se ven a muchos personajes que fueron contrarios entre sí durante el conflicto armado. Muchos de ellos se pronuncian por primera vez sobre el papel que jugaron, y cada uno tiene su propia versión del conflicto. Para ninguno resultó fácil hablar sobre ello, y esta película intenta captar la complejidad de sus papeles en el conflicto", concluye Heeder Soto.
La cinta que sostiene que la utopía de la reconociliación es posible, despierta la esperanza de que el diálogo supera el odio. Será proyectada en la Casa de la Democracia y los Derechos Humanos de Berlín el 8 de agosto antes de su estreno mundial en Perú el 22 de agosto próximo.