Súper alimentos a debate
2 de agosto de 2016Hoy en día apenas me inmuto cuando mi pareja me pide que mezcle las semillas de chía, el cacao crudo y las bayas de acai en su batido de leche de almendras por la mañana. Para algunos de nosotros, estos ingredientes un día exóticos, que se comercializan como ricos en antioxidantes y protectores contra el envejecimiento, se han colado en nuestro vocabulario culinario y entre tanto actúan como alimentos cotidianos, sin los que ya no podemos vivir.
La industria alimentaria, desesperada por diferenciar sus productos, ha elevado los humildes granos y las bayas al estatus de súper alimentos, y no solo debido a su alto contenido en antioxidantes y nutrientes vegetales, sino también debido a su origen exótico, de los Andes o el Himalaya, donde los campesinos cultivan sus cosechas a mano, de forma tradicional, sin productos químicos y con amor.
Incluso en mi supermercado local de Berlín, esta semana hay un estand especial de súper alimentos con algas potenciadoras del sistema inmunológico, nueces que favorecen la fertilidad y bayas energizantes, que se venden a precios inflados. Asimismo, en el McDonald´s al final de la calle, se puede saborear una hamburguesa vegetariana de quinua, acompañada por supuesto de una ensalada también de este ingrediente. La cadena de comida rápida promociona los 6.000 años de antigüedad de las raíces incas de este pseudocereal y que es consumido por astronautas de la NASA en el espacio.
Pero yo siempre he sido un poco cínico en cuanto a estas historias de marketing. Muchos de estos alimentos para sentirse bien provienen de muy lejos y por lo tanto tienen una huella de carbono negativa. ¿Podemos consumir tanto de estos manjares, cuando es difícil su cultivo local? ¿Es sostenible la creciente demanda global, si las plantas crecen principalmente en las laderas de los Andes? Los trabajadores locales y su entorno están siendo explotados (véase: niños esclavos cosechando cacao) para satisfacer el voraz apetito de Occidente por estos alimentos, que los propios productores ya no pueden permitirse el lujo de consumir.
Súper alimentos
En Perú, un país lleno de súper alimentos milenarios (como la chía, el cacao crudo, la maca, el lúcumo o el amaranto), que son ahora muy codiciados en las cocinas gourmet de todo el mundo, en los últimos años se ha derrumbado el delicado equilibrio de los sistemas agrícolas a pequeña escala – con consecuencias tanto positivas como negativas.
El mayor cambio vino a través de un aumento masivo de la demanda de quinua, un alimento nutritivo, un pseudocereal sin gluten, del que nadie había oído hablar hace 20 años en Alemania, y cuyo precio se triplicó en los mercados mundiales entre 2006 y 2014 debido a la creciente demanda en Occidente – tal vez porque la popular presentadora estadounidense, Oprah Winfrey, lo incluyó en su dieta de limpieza de 2008.
Mientras tanto, en el clima frío y árido de los Andes peruanos y bolivianos, donde todavía se produce más del 80% de la quinua del mundo, el suelo cada vez se agota más porque los agricultores favorecen el monocultivo intensivo de quinua sobre la rotación de cultivos tradicionales. A su vez, los productores tampoco están dispuestos a dejar en barbecho los suelos pobres en nutrientes para que puedan recuperarse, un problema que se agrava por el cambio climático.
En una tierra en la que una vez las llamas iban y venían y fertilizaban el suelo a su paso, ahora se cultiva quinua. Para ello, los agricultores cada vez recurren más a fertilizantes químicos. Esto, a su vez, daña la reputación de la quinua como un producto limpio, orgánico, una reputación que el gobierno peruano intentó mantener con gran esfuerzo, cuando acordó una prohibición de 10 años de duración de alimentos modificados genéticamente en 2012.
En el diario "The Guardian", Alexander Kasterine cita este mes un informe del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) de 2015 sobre la producción de quinua en Perú. El escrito confirma que "los altos precios de quinua han incentivado a los agricultores a las malas prácticas agrícolas, como el uso excesivo de pesticidas y la no rotación de cultivos".
En 2013, durante el "Año Internacional de la Quinua", periodistas, como Joanna Blythman de "The Guardian" en su artículo "¿Pueden los veganos digerir la desagradable verdad sobre la quinua?", sostenían que ésta súper comida se había vuelto más cara que el pollo en Perú y que la población local se veía obligada, por tanto, a recurrir a comida chatarra más barata.
"El comercio con la quinua es un ejemplo más del preocupante y dañino intercambio norte-sur en el que consumidores bien intencionados, en busca de alimentos sanos y éticamente justificables, conducen al aumento de la pobreza en el otro lado del mundo", escribía Blythman.
Asimismo, la cuestión de los beneficios relativos de la quinua es preocupante. En 2013, Tom Philpott afirmaba en Mother Jones que "tal vez cubra por completo la demanda de proteínas necesaria para el cuerpo, así como la de aminoácidos, además de una forma compacta, pero el arroz con frijoles también lo hace e incluso mejor. El único problema es que les falta la historia exótica de fondo, motivo por el cual la industria alimentaria no puede inflar tanto el precio de estos alimentos básicos”.
Éste fue uno de tantos artículos que me llevaron personalmente a prescindir, durante un tiempo, de la quinua. Pero últimamente las noticias sobre este grano han mejorado y el guiso de quinua con hongos, que cociné recientemente, estaba delicioso.
Comercio libre
En los últimos meses una serie de expertos han salido en defensa de la industria de la quinua en proceso de globalización, afirmando que está teniendo un impacto positivo en los agricultores andinos. Así, el fuerte aumento del precio de la quinua ha mejorado el nivel de vida de los agricultores, que durante mucho tiempo sufrieron problemas económicos, tanto que ahora pueden enviar a sus hijos a la escuela. En julio, Alexander Kasterine, del Centro de Comercio Internacional (ITC, en sus siglas en inglés), publicó un nuevo informe: "El Comercio de Quinua: Impacto sobre el Bienestar de Comunidades del Perú", en el que afirmaba que el aumento del precio de la quinua había mejorado la seguridad alimentaria de la población local.
Este argumento se ha visto reforzado por el hecho de que el gobierno, tanto peruano como boliviano, ha distribuido raciones de quinua a niños en edad escolar y a mujeres embarazadas en los últimos años. El presidente socialista de Bolivia, Evo Morales, que fue nombrado Embajador Especial para el Año Internacional de la Quinua 2013, y que también fue agricultor de quinua, niega que los aumentos de precio reduzcan el consumo local.
Pero si el aumento de precio identificado en 2013 no fue tan malo, más tarde la caída de precios en 2014-15, debido a un aumento de la producción mundial supuso un nuevo desafío. Esta vez, Kasterine admite que los pequeños agricultores de quinua, que obtuvieron menos beneficios, se vieron forzados a servir poca quinua en su mesa y a cambio alimentos menos nutritivos como las patatas, es decir, alimentos que consumen menos los occidentales gracias a la quinua. Los campesinos también venden ganado para sobrevivir y acumulan el grano con la esperanza de que los precios suban de nuevo. The Economist señaló en mayo, que el actual precio de mercado de quinua de alrededor de 2 dólares (1,82 euros) es inferior al precio de "comercio justo"; de 2,60 dólares (2,36 euros) el kilo. En otras palabras, "a los agricultores andinos no les va bien”.
Aun cuando muchos han escapado de la pobreza relativa, los agricultores que cultivan quinua desde hace tiempo para el mercado local y emplean técnicas tradicionales, ahora están siendo sometidos a los caprichos de los mercados internacionales. A medida que productores internacionales de Suiza, EE.UU. e incluso Gran Bretaña entran en el mercado de la quinua, los agricultores andinos, que han dedicado todos sus recursos al cultivo de una sola planta, inevitablemente perderán cuota de mercado frente a los competidores extranjeros, que tienen la ventaja de una maquinaria agrícola de alta tecnología. Y cuando los beneficios y la calidad del suelo empeore, no creo que el mercado libre compense a estos agricultores.
Todavía es pronto para el reciente mercado de los súper alimentos en auge, pero todas sus buenas cualidades tienen sin duda un precio que no se muestra en el etiquetado del producto.