Sudán: ¿treinta días más para el genocidio?
30 de julio de 2004Con trece votos a favor se aprobó en el Consejo de Seguridad la resolución de Naciones Unidas para Sudán, en la que se lo exhorta a terminar con la crisis en los próximos 30 días bajo la amenaza de tomar medidas en caso de no hacerlo.
En un principio se trataba de amenazar al Sudán con sanciones si Jartum no ponía fin a las atrocidades de sus milicias árabes en la región de Darfur, pero siete de los quince se mostraron reticentes, y Washington trocó sanciones por medidas haciendo mención al artículo 41 de la Carta de la ONU, que prevé la ruptura de las relaciones y sanciones económicas, pero excluye el uso de la fuerza.
Treinta días de plazo
Si en el plazo de un mes se comprueba que Sudán ha faltado al desarme de las milicias y no ha facilitado operaciones humanitarias ni protegido a la población civil, la ONU adoptará las medidas necesarias para poner fin a la crisis en Darfur.
Mientras que Europa y Estados Unidos ven esta resolución suavizada como una última oportunidad para la diplomacia -España, Francia, Reino Unido y Alemania votaron a favor-, China y Pakistán se abstuvieron aduciendo que las medidas que se tomarían no representarían una solución para la región en crisis.
Por obvias razones, el gobierno de Sudán la calificó de éxito diplomático, no por último porque no se utiliza términos como genocidio, limpieza étnica o sanción.
Una resolución sin valor
Esta suave resolución frente a la "mayor catástrofe mundial", como lo denominara el enviado especial de la ONU Gerhard Baum, la opinión pública alemana se divide: unos esperarían medidas coercitivas más fuertes e inmediatas, y refrescan la memoria internacional con el genocidio de Ruanda y los grandes discursos como el de Kofi Annan: "sólo cuando hayamos salvado a las víctimas de mañana, habremos honrado el recuerdo de las de ayer". O a los golpes de pecho del ex presidente Bill Clinton: "no actuamos lo suficientemente rápido, no llamamos al crimen por su nombre cuando debimos hacerlo".
Ciertas organizaciones humanitarias, desde otro punto de vista, no ven en las posibles sanciones más que otra fuente de dolor para la gente. Misereor, por su parte, criticó duramente que no haya un embargo de armas inmediato.
Conflicto de intereses
La Liga Árabe apoya al gobierno islamista de Jartum en su lucha contra el sur cristiano-animista, y está en contra de una sanción. China, aduciendo el respeto por la soberanía de los pueblos, también está en contra de una sanción que afectaría a sus intereses petrolíferos en la región. Un caso parecido es Rusia, que además tiene en la región buenos compradores de armas.
Todo indica que la comunidad internacional sólo podría reaccionar rápidamente si no hubiese el conflicto de intereses, que en este caso es evidente y que pesa a todas luces mucho más que las decenas de miles de víctimas y la situación de los millones de desplazados.