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Síndrome postvacuna anti-COVID-19: ¿Qué está comprobado?

13 de junio de 2023

Sigue siendo difícil diagnosticar el llamado síndrome postvacuna. ¿Qué sabemos, hasta ahora, sobre los daños ocasionados por las vacunas y qué no está esclarecido aún?

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Una persona reciba la vacuna anti coronavirus en Düsseldorf
La vacunación contra el COVID marchó con celeridad.Imagen: Ying Tang/NurPhoto/picture alliance

Durante la  pandemia del coronavirus  se administraron más de 13.000 millones de dosis de vacunas en todo el mundo. Sólo en Alemania se aplicaron 192 millones de dosis: nunca antes tantas personas habían recibido una o más vacunas contra el mismo mal en tan poco tiempo.

No todo el mundo ha sobrellevado bien las vacunas: desde la vacunación, algunas personas sufren diversos síntomas, algunos de ellos graves, que les impiden llevar una vida normal. En Alemania, algunos quieren demandar al fabricante de vacunas BioNTech por los daños que han sufrido, también conocidos como síndrome post-vac.

¿Qué es el síndrome post-vac y cuántas personas lo padecen?

El síndrome postvacunal va más allá de los efectos normales después de una vacuna: dolor de cabeza, muscular o escalofrío. Al igual que el COVID prolongado, el síndrome post-vac hace referencia a un conglomerado de síntomas y cuadros clínicos que se asemejan en muchos puntos a los del COVID largo: síndrome de fatiga crónica (SFC/EM), migraña, dolor muscular o enfermedades cardiovasculares.

Según Harald Prüß, de la Charité de Berlín y de la sede berlinesa del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE), estos síntomas aparecen justo después de recibir la vacuna anti-COVID. El Instituto Paul Ehrlich, la autoridad federal responsable de vacunas y medicamentos en Alemania, ha recibido reportes de casi 51.000 casos sospechosos de efectos secundarios graves tras la vacunación contra el coronavirus hasta el 31 de octubre de 2022. 

¿Cómo diagnostican los médicos el síndrome post-vac?

Relacioanr ciertos síntomas con una vacuna es difícil, dice el neurólogo, Harald Prüß, porque "no existe un único biomarcador producido tras la vacunación". 

Investigadores descubrieron un anticuerpo específico en la sangre de personas que desarrollaron inflamación del músculo cardiaco tras la vacunación. La miocarditis se considera un posible y raro efecto secundario tras la vacunación con Corminaty, la vacuna de BioNTech/Pfizer. 

También se ha identificado una vacuna como culpable de la mayor incidencia de trombosis venosa sinusal: la vacuna vectorial de Astrazeca. "Ha quedado claro que esta vacuna ha causado un patrón muy específico de trombosis venosa cerebral que no se conoce de otro modo porque estaba asociado a un tipo muy específico de anticuerpo", explica Prüß.

"Cada día hay 30 nuevos diagnósticos de esclerosis múltiple sólo en Alemania", dice Prüß. Aunque aún se necesitan pruebas sólidas para atribuir estos daños a la vacunación. Sin un diagnóstico correcto tampoco es posible una terapia efectiva.

¿Qué ocurre en el organismo de un paciente postvac?

La inmunóloga Christine Falk sospecha que el núcleo del problema puede ser una reacción cruzada con la proteína espiga de la vacuna. Además de la formación de anticuerpos contra la proteína de la espiga, algunos pacientes con COVID largo, así como algunos pacientes post-vac, experimentan una especie de reacción cruzada en la que también forman los llamados autoanticuerpos que reconocen involuntariamente las propias estructuras del organismo.

Por ello, no es de extrañar que los síntomas del COVID prolongado, es decir, después de haber pasado por una infección, puedan ser similares a los manifestados después de una vacunación: en el organismo se producen procesos inmunológicos similares.

Los investigadores observaron algo parecido con la vacuna contra la gripe porcina, más concretamente contra el patógeno H1N1. Tanto la vacuna como la infección desencadenaron la llamada narcolepsia en un pequeño número de personas. 

Los investigadores descubrieron este daño de la vacuna con relativa facilidad porque los afectados tenían factores genéticos similares que favorecían la enfermedad. Este grave efecto secundario de la vacuna también fue más fácil de detectar porque sólo unas pocas personas estaban infectadas por el virus H1N1 en ese momento.

En el caso de COVID-19, en cambio, millones de personas fueron vacunadas mientras que millones se infectaron al mismo tiempo. Por esta razón, rara vez puede decirse con certeza, dice Falk, si las personas tratadas como pacientes post-vacunación no experimentaron también una infección poco antes o después de la vacunación. Para poder atribuir de forma fiable los múltiples síntomas de los afectados a la vacunación, habría que descartar que hubieran estado infectadas por el SRAS-CoV-2 en algún momento. 

(jov/er)