Tailandia: una Constitución cubierta de sombras
7 de agosto de 2016Dos años han pasado desde el golpe de Estado propinado por el estamento castrense en Tailandia. Desde mayo de 2014, los militares gobiernan el país a través del Consejo Nacional para la Paz y el Orden. La redacción de una nueva Carta Magna y la convocatoria a elecciones populares han sido postergadas una y otra vez. El primer proyecto de Constitución fue rechazado por el propio Consejo de Reforma Nacional, una institución auspiciada por los uniformados e integrada por 250 representantes de la política, los medios y la administración pública.
50 millones de personas a las urnas
El siguiente borrador, redactado bajo la mirada escrutadora de los militares en el poder, tuvo mejor suerte: esa es la Carta Magna que este domingo (7.8.2016) será sometida a votación en Tailandia. 50 millones de personas están llamadas a las urnas. “En el aire se respira inseguridad y miedo”, sostiene el periodista Pravit Rojanaphruk, del sitio web de habla inglesa Khaosod, en entrevista con DW. La discusión previa del contenido de la Constitución está prohibida; veinte personas han sido arrestadas desde mayo por atreverse a hacerlo.
En las universidades y otros centros de estudios superiores están vedadas las actividades académicas y los debates en torno a la Carta Magna. De hecho, las reuniones de cinco o más personas están prohibidas desde que los hombres de charretera tomaron las riendas del país. En cambio, el nuevo establishment envió a un contingente de 35.000 personas a todos los rincones del país para que “explicara” la Constitución al resto de la población “lo más neutralmente posible”. Muchos perciben esa medida como una campaña promocional.
Críticas discretas
Los dos grandes partidos de Tailandia, alrededor de los cuales se concentra la mayoría de los electores de ese polarizado país, han criticado discretamente la Constitución propuesta. Tanto el Partido Democrático, el más antiguo del país –conocido internacionalmente por las llamativas manifestaciones de calle que orquestó en 2013–, como el Phak Pheu Thai (El Partido para los Tailandeses), cuyo Gobierno fue derrocado por los militares en 2014, temen ver reducida a su mínima expresión su influencia sobre la vida nacional.
Aunque los sondeos de opinión abundan, ninguna encuesta apunta hacia resultados claros; los votantes están indecisos. Analistas como el periodista Rojanaphruk prevén que si la Carta Magna es rechazada, a la Junta Militar se le hará más difícil aferrarse al timón de Tailandia. Pero si la Constitución es aprobada sin fraude electoral de por medio, la élite castrense se verá legitimada. “No estoy seguro, pero quiero creer que la Comisión Electoral, que es independiente, garantizará un plebiscito libre y justo”, dice Rojanaphruk.