Terror en la Ciudad de México. Primera Parte
2 de julio de 2020La mañana del viernes 26 de junio, en el corazón de las Lomas de Chapultepec, la zona residencial y de sedes diplomáticas más importante de México, hubo un ataque con armas de alto poder en el que tres personas perdieron la vida y el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar Garcia Harfuch, supuestamente resultó herido. Pese a que se supone había recibido tres impactos de bala y esquirlas, a las pocas horas García Harfuch posó sonriente para una foto en Twitter con la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
¿Qué razones podría tener para sonreír? Dos de los muertos eran sus escoltas y amigos, como él mismo aseguró. Una mujer civil, Claudia Gómez, también murió solo porque transitaba por el lugar cuando ocurrió la balacera. Sin contar el terror de vecinos y embajadores que esa mañana se despertaron al ritmo de la metralla y Barret. Aunque las masacres y balaceras son comunes en diversas partes de México, ahí en Las Lomas no conocen de la lluvia de balas cotidiana, porque en esa zona están las embajadas o residencias de la mayor parte de los países con representación diplomática en México como Estados Unidos, Francia, los Emiratos Arabes, Suecia, Israel, Uruguay, Turquía, Italia, por citar algunos.
García Harfuch, hijo del también del extinto jefe policiaco Javier García Paniagua -quien ha sido públicamente señalado por corrupción y nexos con el narcotráfico, y cuyo hermanastro, Javier García Morales, en 2011 fue asesinado al estilo narco-, acusó de forma instantánea, sin ninguna prueba científica, pericial o investigación, al Cartel Jalisco Nueva Generación como el artífice del atentado.
Hasta ahora, nadie sabe a ciencia cierta quiénes ordenaron el extraño ataque, plagado de errores básicos, acciones y actitudes escénicas que ninguna poderosa organización de narcotráfico transnacional hubiera hecho de manera accidental. De modo instantáneo, doce supuestos feroces sicarios se rindieron sin ningún disparo de por medio, con la misma docilidad con la que un niño acepta que lo lleven a la heladería.
Mientras ocurría el ataque, desde las cámaras de seguridad pública controladas por subordinados de García Harfuch se manipularon las imágenes, de modo de que quedara borrosa la parte fundamental en que se supone se organizan los sicarios para el ataque, y se toman la molestia de hacer una toma con zoom a los supuestos sicarios vestidos en su mayoría con capuchas blancas -algo poco inteligente para quien quisiera camuflajearse en la aún oscura mañana-, amontonados en un camión tipo redilas.
Desde ahí se supone disparan uno sobre el otro sin una línea organizada, sin tener espacio para el tiro, ni la mirillas alzadas para afinar la puntería, ni espacio para acomodar el Barret que necesitaba un pedestal para accionarse . Armas nuevas, como salidas de la armería, que un narco se llevaría no solo por su costo sino para proteger su escape, pero que los ‘sicarios' dejaron en el lugar. En las fotos de la escena del crimen, tomadas por subordinados de García Harfuch cuando aún no llegaban peritos ni numeraban las pruebas, uno de los rifles dejados en la escena del crimen aparece con un cartucho sin percutir colocado en la recámara del arma, y en otra, en la misma posición el arma y la escena, ya no se ve el cartucho.
Tampoco se sabe el motivo, el móvil, del ataque ni es claro quién era el blanco. En el vehículo atacado iba García Harfuch y dos escoltas que trabajaban con él desde al menos desde hace diez años.
Son funcionarios del equipo de García Harfuch y de Genaro García Luna, ex secretario de seguridad pública federal, quienes en la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México tienen en sus manos las investigaciones sobre el ataque. Entre ellos figura Francisco Almazán Barocio, quien es titular de la Policía de Investigación de dicha fiscalía.
Trabajó con Genaro García Luna, como Ramón Pequeño y Cárdenas Palomino, desde la Agencia Federal de Investigaciones. Después conoció a García Harfuch en la PF. Almazán, afirman quienes lo conocen, era incondicional de Pequeño, otro integrante del grupo de policías acusado de narcotráfico. Su llegada a la Fiscalía por órdenes de García Harfuch es solo un mínimo ejemplo de la fuerte amalgama que unió y sigue uniendo a ese grupo policiaco.
Pocas horas después del ataque al estilo narco, y en días subsecuentes, en México hay un coro a que de forma muy uniforme aclama a García Harfuch como héroe y lo promociona para que llegue al gabinete de AMLO. Lo señalan para encabezar la Secretaría de Seguridad Ciudadana Federal, la Gendarmería o incluso como mando civil de fuerzas armadas.
Muchos de ese coro son los mismos que llamaban a García Luna "gran policía” aunque ahora está encarcelado en Estados Unidos acusado de narcotráfico y protección al Cartel de Sinaloa y al Cartel de los Beltrán Leyva. Cuando García Luna era amenazado por el narco por no cumplir sus acuerdos, el coro siempre le ayudaba a dar un giro mediático y hacerlo pasar como "héroe”. Hoy, Omar García Harfuch debería estar bajo investigación por conexión directa García Luna y con el ataque y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Soy una periodista de investigación y, dado que el propio Presidente López Obrador ha hecho un reconocimiento público a mi trabajo y públicamente me ha pedido colaborar con la justicia, en este espacio compartiré en fases parte de la información documentada que he recopilado, en una investigación de largo aliento sobre García Luna y sus comparsas.
Las cartas de García Harfuch a Genaro García Luna
Luego del encarcelamiento de Genaro García Luna, García Harfuch negó rotundamente algún vínculo con él o con su equipo de policías acusados de narcotráfico. La Gobernadora de la CDMX, Claudia Sheinbaum también ha asegurado que su colaborador no tiene nada que ver con el ex jefe policiaco corrupto. Documentos revelan lo contrario.
Tengo en mi poder tres cartas firmadas de puño y letra por García Harfuch, fechadas en 2008 y dirigidas al entonces Secretario de Seguridad Pública Federal, quien entonces era Genaro García Luna, ante quien directamente hizo el trámite para entrar a la Policía Federal, de un modo totalmente inusual, sin precedente. Los trámites se hacían ante las áreas de recursos humanos y administrativos, y el titular de la PF no era Genaro García Luna. Son documentos oficiales obtenidos a través de la Ley Federal de Acceso a la Información de México.
En las cartas, Garcia Harfuch le informa directamente a Genaro García Luna, paso a paso, de los diversos trámites administrativos que estaba cumpliendo para entrar a la institución: en una le informaba que no estaba dado de alta en el Programa de Retiro Voluntario, y que se comprometía a presentar su declaración patrimonial. Y otra, donde afirmaba que nunca antes había sido inhabilitado o destituido de un puesto público ni condenado con sentencia irrevocable. Habitualmente, todos esos trámites se hacían ante el área administrativa, pero él lo hizo directamente con García Luna.
Así, con tan solo 26 años de edad y con el visto bueno directo de Genaro García Luna, fue impuesto y dado de alta el 1 de septiembre de 2008 en la Policía Federal, según el "formato único de personal” del cual tengo copia, y en donde consta que se creó una nueva plaza para darle cabida. Sin ningún mérito en la policía ni en ningún otro servicio público, sin ninguna experiencia, sin pasar por la academia. Tampoco existe constancia de que haya pasado por exámenes de control de confianza: toxicológico, polígrafo, psicológico y patrimonial. Un favor que se otorgaba solo a los más cercanos y comparsas.
En el marco de esos privilegios, entró inmediatamente con el cargo de Jefe de Departamento con el grado de Suboficial en la Coordinación de Inteligencia, bajo las órdenes Luis Cárdenas Palomino, también acusado en una corte federal de Chicago por haber trabajado para el Cartel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, y quien está siendo investigado en el mismo expediente criminal de Genaro García Luna en NY.
Cárdenas Palomino creó un equipo integrado sólo por incondicionales llamado Unidad Nacional de Operaciones, que dependía directamente de él y que hacía los trabajos ‘especiales'. Entonces, Genaro García Luna y Cárdenas Palomino tenían al máximo su relación con el Cartel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, a quienes ayudaban a traficar drogas a los largo de todo el país y les daban protección personalizada. García Harfuch acabó por ser uno de los favoritos de Cárdenas Palomino.
Cuando Cárdenas Palomino se fue a la División de Seguridad Regional, se llevo a García Harfuch y lo nombró Coordinador Estatal de la PF en la Ciudad de México, cuando la capital era una de las bases de operaciones más importantes del Cartel de Sinaloa. Está documentado que la PF les daba protección en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y ayudaba a llenar y vaciar aviones con droga y dinero.
Toda esa demarcación estaba bajo el mando y responsabilidad de García Harfuch, quien de no haber sido parte de la red de corrupción, en su momento debió haber realizado denuncias como lo hicieron jefes policiacos limpios que denunciaron las anomalías en los tiempos de Genaro García Luna. Quienes conocieron a García Harfuch en esa época, lo señalan como "protegido y recomendado especial” de Genaro García Luna y Cárdenas Palomino.
Cuando en 2012 terminó la desastrosa administración de Genaro García Luna, García Harfuch y otros quedaron en buenas posiciones. Fueron protegidos por Cárdenas Palomino a través de su pariente político, Humberto Castillejos, quien era muy cercano al Presidente Enrique Peña Nieto y tuvo el cargo de Consejero Jurídico de la Presidencia del 2012 al 2018.
Así, García Harfuch fue enviado como Coordinador Estatal de la PF en Guerrero, un bastión clave de los Beltrán Leyva. Ahí estaba al mando cuando la PF participó en el ataque contra los normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos. Pero de esta historia hablaré en mi siguiente colaboración.