¿Todo bajo control?
25 de mayo de 2010Cientos de miles de litros de petróleo siguen vertiéndose al mar diariamente. Los equipos de salvamento se esfuerzan por limitar la extensión de la catástrofe ambiental: han incendiado la alfombra de petróleo, esparcen productos químicos y emplean equipos especiales. Se ha intentado todo, pero hasta el momento nada ha logrado frenar el derrame.
Poco después de que la plataforma de la compañía petrolera británica BP explotara y antes de que fuese previsible cuánto petróleo podía derramarse, los expertos se mostraban aún optimistas: se suponía que con el empleo de robots sumergibles se taparía el agujero a 1.500 metros de profundidad. Pero los pequeños submarinos controlados a distancia no lo lograron y a los pocos días se interrumpió la operación.
Fallan Plan B, C y D
En los primeros momentos, tras una catástrofe como ésta, existen aún otras posibilidades de mantener el impacto ambiental bajo control, asegura Lorenz Schwark, geólogo de la Universidad de Kiel: “En primer lugar existe la posibilidad de retirar el petróleo de la superficie cuando se dispone del equipamiento adecuado para ello. En el caso de un derrame de grandes dimensiones, que limita técnicamente esta solución, se puede tratar la mancha con productos aglutinantes que la solidifiquen y la hagan descender al fondo marino – donde permanecería por décadas y continuaría generando diversos peligros. Además existe la alternativa de encender el petróleo; pero esto, por supuesto, sólo debería acometerse con una mancha de escasas dimensiones, para que sea posible quemarla de forma controlada”.
Esta última solución sólo puede ser aplicada inmediatamente después del accidente que genera el derrame y además se requiere de aguas relativamente tranquilas para ejecutarla. En cualquier caso, la alfombra de petróleo debe ser suficientemente gruesa para que el fuego encienda. Así que esa parece ser justamente la razón por la cual esta salida no funcionó en el Golfo de México. Los expertos intentaron concentrar una parte de la mancha con barreras inflables para desplazarla a mar abierto y quemarla allí de forma controlada; pero el mal tiempo y grandes olas desbarataron el intento.
Soluciones temporales
“Entre las soluciones inmediatas se cuenta también la de colocar una campana sobre el agujero del pozo. Como el petróleo es más ligero que el agua marina, subirá hacia la zona alta de la campana, donde puede acumularse y ser extraído por bombeo. Pero esta es sólo una medida temporal”, explica Schwack.
Y en el derrame del Golfo de México tampoco la campana salvó la situación. En el primer intento con una campana de acero se formaron monocristales que impidieron el bombeo del petróleo. Se decidió retrasar un segundo intento y dar paso entonces a una nueva idea: el petróleo debía ser extraído del agujero a través de una especie de tubería absorbente de unos 10 centímetros de diámetro, que conduciría directamente a un depósito. Sin embargo, este método sería también una solución temporal, según terminó concediendo BP, la compañía petrolera responsable de la catástrofe.
Única solución duradera: otro pozo
A largo plazo, sólo existe una posibilidad de frenar el derrame, asegura el geólogo alemán Lorenz Schwack: “La presión que emana del actual agujero debe aligerarse perforando un pozo alternativo junto a él. En cuanto la presión haya cedido, se podrá introducir una masa de hormigón que clausure el pozo original”.
Por supuesto, en el Golfo de México también se experimenta con esta solución. Pero el cierre definitivo del agujero con cemento podría extenderse hasta agosto – la fecha en que terminarían las perforaciones necesarias, según las estimaciones de los expertos. Mientras tanto, el orificio debe bloquearse, al menos de manera provisoria, con el bombeo de una masa pesada de barro.
Y si todo falla…
En últimas, habría que intentar tapar la fuente del derrame incluso con “pelotas de golf” y piezas de goma, dicen las fuentes implicadas. Y no se trata de un chiste, sino de la evidente reducción del margen de maniobra que va quedando a la empresa energética BP, quien sigue conduciendo las operaciones de enfrentamiento al derrame.
Entretanto, la compañía británica continúa vertiendo masivamente productos químicos al mar. Se trata de sustancias que actúan como especie de detergentes: fracturan la mancha de petróleo, hasta formar gotas que se sumergen. Críticos de esta medida insisten en que el petróleo desaparece así de la superficie pero termina adherido al suelo marino.
Más de dos millones de litros de una sustancia nombrada “Corexit” han sido vertidos hasta ahora por BP en la superficie del Golfo de México. Más de 350.000 litros fueron esparcidos adicionalmente en la boca del pozo petrolero mediante el empleo de robots sumergibles. Desde ya diversos expertos aseguran que el derrame de “Corexit” sería más perjudicial para el medio ambiente que el propio petróleo, pues se interpondría en la cadena alimenticia, ocasionando daños a peces y otras especies, además de afectar la salud humana.
Autor: Judith Hartl / Rosa Muñoz Lima
Editor: Emilia Rojas-Sasse