Tráfico urbano: ¿el eterno problema?
25 de septiembre de 2013“La movilidad es un derecho humano, y no es sinónimo de tráfico”, dice Udo Becker, experto en tráfico y ecología de la universidad técnica de Dresde. Según él, aunque el término “movilidad” no aparezca como tal en la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, tal derecho se puede desprender de otros derechos fundamentales: “La movilidad afecta a la gente, a cómo van al médico, al restaurante, al ayuntamiento, al cine, a casa de una amiga, a la universidad o al colegio”.
El eterno debate es cómo hacer para organizar esta movilidad de la mejor forma posible. Es evidente que muchas ciudades de todo el mundo sufren de un colapso de tráfico en sus calles. Los viajeros se encuentran con atascos de camino al trabajo, porque las calzadas no son lo suficientemente grandes como para soportar el tráfico en hora punta. Los que toman autobuses y trenes se ven a menudo obligados a aguantar tiempos más prolongados en el trayecto, ya que muchas veces los horarios de transbordo no coinciden, o los medios de transporte no llegan a su hora. La solución más rápida suele ser la bicicleta, pero eso tampoco es del gusto de todos: ¿a quién le gusta llegar al trabajo sudado o empapado por la lluvia?
Restricciones necesarias
El tráfico por carretera es una fuente de problemas en las ciudades. Además de los atascos diarios, los ciudadanos también sufren el ruido y la contaminación, por no hablar de las emisiones de gases de efecto invernadero. “En los tiempos que corren hoy, no debería permitirse a alguien que quiere ir a tomar un café al centro de la ciudad que vaya en un coche grande y tenga un aparcamiento garantizado”, dice Becker.
¿Pero cómo evitarlo? Muchas ciudades alemanas ya han establecido en los últimos años “zonas verdes” a las que no pueden ingresar autos que emitan cantidades especialmente grandes de CO2 . Aún así, los niveles de contaminación no han cambiado mucho, ya que solo se ha quedado fuera una pequeña parte de los coches, sobre todo los más antiguos.
El cobro de un importe por circular en determinado radio urbano tampoco sería una solución, según el experto en tráfico Michael Schreckenberg, de la universidad Duisburg-Essen: “Los peajes no son un método probado para regular el tráfico por el interior de la ciudad. Como hemos visto en el ejemplo de Sao Paulo, la medida funciona durante un tiempo, pero después el efecto desaparece, y volvemos a tener el mismo problema”. Para Schreckenberg, sería más importante ofrecer nuevas alternativas de transporte para la gente.
¿Transporte público gratuito?
En el extranjero hay ejemplos interesantes: en Tallín, capital de Estonia, por ejemplo, la gente puede viajar desde comienzos de este año en tren y autobús gratuitamente. Los primeros estudios muestran que con ello el tráfico de coches en la ciudad se ha reducido un 15 por ciento. En la ciudad norteamericana de Portland hubo un proyecto parecido desde 1975, aunque el año pasado se suspendió porque la ciudad carecía de fondos para seguir financiándolo.
En Alemania, el transporte público recibe subvenciones, pero aún así el precio de usar estos medios ha subido más que el que costo de viajar en coche. El partido Pirata demanda un uso gratuito del transporte público urbano y regional, pero ante las deudas que ya tienen la mayoría de ciudades y comunas, muchos se preguntan cómo se podría financiar una medida así.
“Siempre queremos que sea más barato y más rápido, pero nos olvidamos de los aspectos sociales con los que podemos hacer el transporte público más atractivo”, dice Udo Becker. El experto opina que el buen sistema de carreteras incita a las personas a hacer sus compras en los grandes hipermercados de las afueras, en lugar de en tiendas locales. “Estas acaban cerrando, y finalmente todos se ven obligados entonces a ir en auto a los grandes hipermercados. No damos otra opción.”
Autor: Marcus Lütticke / lab
Editora: Emilia Rojas