Goodbye Love Parade
25 de julio de 2010Horas después de la tragedia que le costó la vida a 19 personas este sábado (24.7.2010), los organizadores de la Loveparade, la fiesta multitudinaria en donde amantes de la música electrónica de todas partes del mundo se han dado cita anualmente desde la década de los noventa, anunciaron su decisión irreversible de poner fin –“para siempre”– al evento. "No hay palabras para describir el horror que sentimos" dijo Rainer Schaller, artífice de la Loveparade, en una rueda de prensa ofrecida junto a voceros de la policía y de la ciudad de Duisburgo, el lugar de los acontecimientos. Entre los muertos figuran ciudadanos de Italia, Holanda, Australia, China y dos estudiantes españolas que acababan de culminar sus cursos en el marco del programa Erasmus.
Detlef von Schmeling, portavoz de la policía local, dijo que la fiscalía había ordenado investigar las causas que propiciaron la catástrofe y aprovechó la rueda de prensa para corregir las primeras versiones que circularon en los medios en relación con el suceso: las muertes se produjeron cuando un ataque de pánico colectivo desató una estampida al lado de una rampa inhabilitada y no en el túnel que conducía al lugar donde se celebraba el evento. Catorce perecieron aprisionados contra una escalera de metal; dos, contra una pared; y tres fallecieron en el hospital.
Pánico en la caravana del amor
Las edades de las víctimas mortales oscilan entre los 20 y los 40 años y la cifra de heridos ha ascendido a 342, sin que las autoridades hayan ofrecido detalles sobre la gravedad de sus lesiones. El incidente tuvo lugar en la tarde del sábado en una vieja estación de trenes de carga en desuso. Los cientos de miles de asistentes solo podían acceder al recinto de la Loveparade atravesando un estrecho y abarrotado túnel. El pánico se apoderó de un gran número de personas cuando varios jóvenes cayeron varios metros desde una escalera de emergencia inhabilitada sobre la masa de gente ubicada en la entrada del túnel, desencadenando una estampida.
Se espera que una descripción más exhaustiva de los factores que provocaron tan lamentable episodio se haga pública en las horas o días siguientes. Y es que, aunque 2.000 agentes de la policía regional y 1.200 funcionarios federales estaban presentes para garantizar la seguridad de los visitantes de la Loveparade, numerosas acusaciones apuntan a que la estrategia aplicada dejaba mucho que desear. El alcalde de Duisburgo, Adolf Sauerland, advirtió que atribuir culpas prematuramente no beneficiaba a nadie y recomendó darles tiempo a los investigadores para que esclarezcan el caso.
El fin de la inocencia
La adolescencia no termina cuando los jóvenes cumplen 21 años y, sin embargo, en algunos países, es a esa edad cuando recaen sobre sus hombros las responsabilidades tradicionalmente asociadas a la adultez y una nueva perspectiva del mundo atenta contra la actitud despreocupada que cultivaron durante mucho tiempo. Qué ironía que la Loveparade, ese happening conocido por celebrar las señas de una cultura juvenil internacional –con música, indumentaria, bailes, drogas y otros códigos y valores propios– se extinga precisamente tras su vigésimo primer aniversario.
El discjockey de música techno Matthias Roeingh, mejor conocido por su nombre artístico, Dr. Motte, organizó la primera Loveparade en su Berlín natal en 1989. Aunque a ese encuentro –cuyo jocoso lema, “Friede, Freude, Eierkuchen”, apenas si es traducible como “Paz, Amor y Tortas”– asistieron solamente 150 personas, la fiesta tardaría sólo cinco años en convertirse en un evento mundialmente conocido: en 1994, 120.000 amantes del house y el techno bailaron alrededor de cuarenta ruidosas carrozas; en 1999 rompieron todos sus récords anteriores con aproximadamente 1,5 millones de asistentes.
Morir de éxito
Si la expresión “morir de éxito” se puede aplicar a un fenómeno de masas, a la Loveparade le calza como anillo al dedo. La Loveparade era tan popular internacionalmente que llegó a convertirse en una suerte de franquicia exportada de Berlín a Viena, Tel Aviv y Leeds; hasta en urbes latinoamericanas como Ciudad de México, Santiago de Chile, Caracas, Asunción y Bogotá tuvieron lugar réplicas con fiestas de calle que invitaban a la gente a bailar. Esos y otros argumentos fueron usados en 2001 por el Tribunal Constitucional Federal Alemán para reclasificar a la Love Parade: de ser reconocida como una demostración política de carácter pacifista pasó a ser un evento comercial más.
El número creciente de problemas legales, la dificultad para hallar patrocinadores y la renuencia del Estado federado de Berlín a permitir que el evento se siguiera realizando en la capital alemana –precisamente por razones de seguridad pública– llevaron a que los organizadores de la Loveparade la trasladaran a la Cuenca del río Ruhr en 2007. Ese año, la fiesta se realizó en Essen y la policía confirmó que habían asistido 1,2 millones de personas; en 2008 tuvo lugar en Dortmund y atrajo a 1,6 millones de almas; y en 2009 fue cancelada ante la imposibilidad de hallar una sede propicia para el evento en Bochum.
Todo parecía indicar que la cita de Duisburgo reuniría a 1,4 millones de amantes de la música electrónica bajo el lema “el arte del amor (the art of love)”; pero el luctuoso suceso de este sábado truncó de golpe el destino de la Loveparade. La edición de 2011 iba a celebrarse en Gelsenkirchen.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters
Editora: Claudia Herrera Pahl