Trata de blancas: la moderna esclavitud
22 de mayo de 2007
La trata de blancas es una de las principales fuentes de ingresos de la criminalidad organizada a nivel mundial. Según estimaciones de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE, el tráfico ilegal de seres humanos podría ya haber superado al de armas, al haber alcanzado en el 2005 un volumen de negocio superior los 32.000 millones de dólares anuales, un negocio en el que son explotados 2,5 millones de personas.
La mayoría de las víctimas son mujeres y niños que caen en manos de criminales sin escrúpulos. Son explotados sexualmente y obligados a trabajar en condiciones de esclavitud. Se estima que más de la mitad de las víctimas son menores de 18 años y no hay país que se salve de esta moderna forma de esclavitud.
Estrategias de combate
Una Conferencia convocada por la OSCE en Viena, reunió a especialistas de todo el mundo para discutir sobre estrategias para combatir esta peligrosa forma de criminalidad. Suecia por ejemplo, introdujo desde 1999 una ley que penaliza la compra de servicios sexuales y despenaliza la venta de dichos servicios. En dicho país la prostitución es considerada como una forma de violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. "Desde entonces las cifras de las víctimas se han reducido considerablemente", afirmó Gunilla Ekberg, asesora del gobierno sueco. Gracias a dicha legislación, el comercio sexual en las calles prácticamente ha desparecido de las grandes ciudades. La experta subrayó que las redes criminales hacen sus propios estudios de mercado y para ellos el negocio en Suecia se ha complicado.
En Estados Unidos, por ejemplo, ya no sólo se castiga a los explotadores sexuales sino también a los turistas estadounidenses que tienen relaciones sexuales con menores de edad en el extranjero. En dicho país los agresores pueden ser condenados a una pena de hasta 30 años de cárcel. Durante los últimos cuatro años se han registrado 103 casos de turismo sexual.
Anuncios en periódicos
En Alemania, pese a que el gobierno federal destina mayores recursos al combate de tráfico de personas, las sentencias impuestas a quienes cometen este delito siguen siendo bajas. De 145 adultos convictos en el 2005 sólo 51 recibieron condenas de cárcel. Según datos de la policía para lo criminal (BKA), en dicho año fueron registrados 642 casos de víctimas de traficantes de blancas, la mayoría mujeres provenientes de países del centro y este de Europa, que llegaron al país engañadas con toda clase de promesas por bandas criminales.
A menudo las víctimas respondieron a un anuncio en un periódico que prometía fantásticas posibilidades de trabajo. Creían que llegarían a un país rico y ganarían mucho dinero fácilmente, trabajando como modelos, en un bar e incluso cuidando niños. Hasta las menos ingenuas, prostitutas que llegaron soñando con dinero fácil, una vez aquí, fueron tratadas como esclavas.
Los expertos afirman que por lo general las víctimas de este delito son quienes menos posibilidades tienen de salir adelante en su propio país. "En su ingenua búsqueda de un mejor futuro y bienestar se arriesgan a salir al extranjero y así caen en las redes de la criminalidad globalizada", sostiene Ekberg.
Atacar el problema de raíz
La mayoría de las víctimas provienen de estratos marginales y la explotación sexual no es la primera forma de violencia que viven en carne propia. Es por ello que distintas organizaciones proponen iniciativas para atacar el problema de raíz. Lo más importante es informar y sensibilizar a las víctimas potenciales y ofrecerles alternativas. "Las víctimas no tienen alternativas en su país de origen, pero son los países destino, en donde por lo general hay poco interés en este tema, quienes dictan las reglas del mercado", afirma Eva Blaudet, la representante especial de la OSCE para la lucha contra el tráfico de personas.
Blaudet, de origen finlandés, instó en Viena a los 56 países miembros de la organización a crear mecanismos que contabilicen el número de víctimas de ese delito pues para combatir el problema de manera eficaz es necesario armonizar las estadísticas nacionales sobre el número de víctimas. Actualmente existen grandes diferencias en las cifras recabadas por distintas organizaciones. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en el 2001 hubo 1,75 millones de personas afectadas. En cambio para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la cifra fue de tan sólo 400.000.
Según Blaudet las cifras existentes muy bien podrían ser la punta del Iceberg. La diplomática advierte que sin buena información no se podrá enfrentar el problema."Ni serán castigados los culpables, ni se ayudará a las víctimas", señala.