Turquía domina, pero Alemania pasa a la final
25 de junio de 2008El equipo alemán salió a presionar a su contrario con la muralla de la media cancha muy adelantada. El propósito era, por una parte, abrumar psicológicamente a Turquía, sofocando los posibles avances desde su origen mismo, y por otra parte, abrir la posibilidad de un gol tempranero y fulminante. Alemania apostaba a sacar provecho del apasionamiento rival, asumiéndolo como una ventaja.
Apasionamiento contra método
Turquía, en efecto, ahogaba los avances desde su inicio. Pero la otra mitad de la estrategia germana, la construcción ofensiva, se mantenía sin fraguar.
Esto cambió apenas a los cinco minutos de juego, cuando el conjunto rojo logró hilvanar dos ofensivas. Con ello, el esquema inicial de ambas selecciones se modificó, obteniendo las dos más espacios. A partir de ahí, el partido fue menos cerebral y más futbolístico.
A los siete minutos Lahm cometió un error que estuvo a punto de costarle el gol a su equipo, pero oportuna inervención de Lehman evitó el festejo turco.
Alemania prevalecía en tanto volvía al pressing y obligaba a Turquía a jugar al balonazo largo. Pero en corto, los turcos lucían mucho mejor.
Exceso de confianza y gol de Turquía
Los germanos, al parecer, fueron presa del exceso de confianza que llevó a Schweinsteiger a perder el balón al minuto 12, en una jugada que acabó en tiro al travesaño del arco de Lehmann, por parte de Kazim. Eran los alemanes los que lucían nerviosos, y la soberanía descansaba en los impetuosos jugadores de Turquía.
La ofensiva alemana carecía de cohesión. Ni Schweinsteiger ni Podolski lucían como en el último encuentro contra Portugal. Tuvieron que pasar 17 minutos para el primer avance germano en forma, cuando los turcos ya habían estrellado un balón en el poste y habían mandado otro obús cerca del arco teutón.
A los 21 minutos sucedió lo que pocos hubieran previsto: un avance por el flanco derecho de la defensiva germana, la más débil, derivó en nuevo tiro al travesaño y gol turco por parte de Ugur. En la jugada salieron muy mal parados tanto Lahm como el propio Lehmann, que se vio incapaz de impedir el lento trayecto del balón hacia adentro de su cabaña.
El fin de la ilusión
Una perfecta jugada ente Podolski y Schweinsteiger trajo el empate, y el fin de la ilusión turca. El tanto acentuaba la percepción de que a los alemanes les faltaba emplearse a fondo. En esa combinación, Schweini se paseó por toda la defensiva turca, que esperó paralizada.
Con la igualada, Turquía reforzó su defensiva en sacrificio de la profundidad. Alemania comenzó a subir de nivel, cosa que no era difícil en un encuentro en el que, hasta ese momento, perdía todos los duelos individuales.
Al 33, Hitzlsperger puso el balón en bandeja de oro para Podolski que, solo y aguantando la marca, mandó el tiro por encima con esa zurda casi infalible. La primera mitad acabó con un balance insperado: dominio de Turquía y un cuadro alemán que, con excepción de unos cuantos minutos, lucía contra la pared.
Pifia arbitral
La segunda mitad no trajo, en principio, muchos cambios. Al minuto 50, el árbitro dejó de marcar un claro penal en favor de Alemania, pero la pifia no provocó grandes protestas germanas.
A partir del minuto 60, los alemanes se vieron obligados a seguir el partido por radio. Una falla técnica dejó sin imagen a las millones de pantallas televisivas durante largos minutos, sin que las estaciones emisoras ofrecieran mayor explicación.
El juego fue turco
Recuperada la imagen, el partido había caído en un ritmo semilento. Kazim seguía haciendo de las suyas por el flanco derecho, pero sin trascendencia en el marcador.Los alemanes seguían instalados en el error de caer en el juego turco.
Hitzlsperger despertó al graderío con un zurdazo apenas al lado del arco de Turquía, al minuto 72. ¿Significaba esto el regreso del cuadro germano?
Cinco minutos más tarde, la imagen volvió a irse de los televisores germanos y regresó justo para registrar el gol de cabeza de Miroslav Klose, al minuto 78. Fue su tanto 41 en juegos internacionales.
El gol contó con la colaboración del portero Rüstü, pero puede decirse exactamente lo mismo del gol con el que Turquía cobró de nuevo lo que parecía una obra milagrosa por parte del prestidigitador Semih, ese Aladino que había concedido tres deseos mágicos a su selección a lo largo de la Eurocopa.
Lahm, que había hecho un partido verdaderamente lamentable, perdiendo de todas todas el duelo contra Kazim, de repente se encontró con que era veloz, y penetró la defensa turca por el costado izquierdo para anotar el gol definitivo.
El partido no les perteneció a Löw y a los suyos, pero bastaron tres chispazos para vencer a la voluntad de conjunto de los turcos. Alemania está en la final con dos preguntas pendientes: ¿contra quién jugará en el partido por el título? Y también, ¿qué pasará hoy en las ciudades alemanas, donde habitan millones de turcos?