Túnez: iniciadores de la primavera árabe van las urnas
22 de noviembre de 2014
Beji Caid Essebsi, que cumplirá la próxima semana 88 años de edad, es, a pesar de su avanzada edad, uno de los candidatos con más probabilidades de convertirse en presidente de la aún joven democracia tunecina, una de las pocas que pueden contarse en el mundo árabe.
Los seguidores de Beji Caid Essebsi esperan que el fundador del partido “Nidaa Tounes”, que ya obtuvo la mayoría en las elecciones parlamentarias, sea el que saque a Túnez de la crisis. Para muchos, es Beji Caid Essebsi el que puede dirigir con mano dura el país y “combatir exitosamente el terrorismo”.
Pero justamente es la “dura mano” de Essebsi lo que sus contendores temen, porque en sus filas no solo militan sindicalistas y socialdemócratas, sino cantidades de miembros de los antiguos regímenes dictatoriales. El mismo Beji Caid Essebsi fue ministro bajo los antiguos presidentes Habib Bourguiba y Zine El Abidine Ben Ali.
Ahmed, de cincuenta años, cree, por su parte, que los tunecinos ya no temen la dominancia de un partido. “El pueblo perdió el miedo a abrir la boca”, recuerda Ahmed y advierte que “al que quiera reinstaurar una dictadura será cazado por el pueblo”.
Una mujer entre muchos hombres
Entre los 21 candidatos a la presidencia de Túnez solo hay una mujer: la jueza Kalthoum Kannou. Pero los pronósticos no le dan muchas perspectivas de triunfo, como a la mayoría de sus contendores. Solo dos o tres figuras podrían dar la sorpresa en diciembre, cuando tendrá lugar la elección definitiva, si es que este 23 de noviembre no sucede que alguno obtenga la mayoría absoluta.
El más serio contendor de Essebsi es Moncef Marzouki, actual presidente interino. Su partido, Congreso por la República (CPR) tiene solo cuatro escaños en el Parlamento, pero muchos seguidores del partido islamista Ennahda se orientan por Marzouki. Y Marzouki no tiene pelos en la lengua: "Viendo como la vieja maquinaria regresa me pregunto cómo quiere esa gente construir una democracia", cuestiona el candidato del CPR. "¿Cómo van defender las libertades?", prosigue Moncef Marzouki. Muchos temen el regreso de las estructuras de la larga dictadura tunecina. “Eso sería un golpe a la revolución”, dice Fathi, un seguidor de Marzouki que se preocupa por el futuro de sus hijos.
Cercano al pueblo
Pero la sorpresa la podría dar el tímido millonario Slim Riahi, del Frente Popular, presidente del principal equipo de fútbol de Túnez, que quiere atraer a los electores jóvenes. O el izquierdista Hamma Hammami, que por su lado, se dirige a los críticos de la liberal política económica del actual gobierno. “Algunos se burlan porque hablo de tomates y cebollas, pero el aumento de los costos de la vida y el desempleo son los temas que realmente le interesan a la gente”, concluye Hammami, que durante la dictadura pasó casi todo el tiempo en la clandestinidad o como prisionero.
Sea quien sea el próximo presidente de Túnez tendrá un reducido marco de acción, pero será el vigilante de la Constitución, aprobada en enero de 2014. Y su puesta en práctica será uno de los mayores retos del primer periodo legislativo en el país africano, la emergente democracia que dio inicio a la, en gran parte, fallida “primavera árabe”.