UE-América Latina, nuevo marco para las relaciones
11 de julio de 2017DW: Hoy se ha aprobado en la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo su informe sobre las nuevas relaciones políticas con América Latina. A su propuesta original se han agregado las enmiendas de todos los otros grupos políticos. ¿Reconoce aún su propuesta?
Javi López: Sí. Hay que subrayar que el 90 por ciento del informe, aprobado por amplísima mayoría, es producto de un amplio consenso entre los grupos políticos después de intensas semanas de trabajo. Y sí, el informe mantiene el espíritu del primer borrador.
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¿Cuáles han sido los puntos más críticos en la negociación con los diferentes grupos políticos?
Ha habido dos cuestiones candentes, sensibles ideológicamente: la situación que padece Venezuela y el impacto que pueda tener en la isla el Acuerdo de Cooperación y Diálogo Político con Cuba. El amplio consenso conseguido, con grandes compromisos, es muy relevante.
¿Cómo debemos entender este informe? ¿Como el guión que van a seguir las relaciones entre la UE y América Latina?
Pues sí, como una tesis sobre nuestra política exterior ahora que se están reordenando las relaciones en el mundo, también a raíz de la nueva actitud de la administración de Donald Trump en Washington. Como fruto de ese nuevo escenario, el informe tiene la tesis de que ahora más que nunca se abre una ventana de oportunidad para reforzar nuestros lazos con América entender las relaciones internacionales.
Se presentó un informe muy favorable a convertir en organismo internacional la Fundación EULAC. La modernización del acuerdo con Chile está en la agenda semanal, México acabó su cuarta ronda de negociación de la modernización del acuerdo, de Mercosur se han escuchado avances. Parece que América Latina se puso de moda. ¿Se debe sólo a la actitud negativa de la administración Trump?
Los que ha mencionado son cuestiones e instrumentos que estaban sobre la mesa antes de la llegada de Trump. Pero sí es cierto que el nuevo escenario internacional empuja en la necesidad de reforzar nuestros lazos con aquellos aliados estratégicos en nuestra visión del mundo y nuestra agenda.
No obstante, la "asociación estratégica” entre la UE y América Latina viene de 1999 y nunca antes se había pisado tanto el acelerador…
Es bien cierto que en los últimos años la UE ha estado pensando mucho en lo urgente, en su vecindad, por los grandes problemas en el este con Ucrania, Oriente Medio, el norte de África con un Estado fallido como Libia, etc. Eran cuestiones urgentes. Ahora, en un momento en que también se repiensa la UE en política exterior, queremos hablar no sólo de lo urgente sino también de lo importante, como América Latina.
Después del recién aprobado acuerdo de cooperación con Cuba, de lograrse el de Mercosur, sólo faltaría Bolivia. ¿Qué se hará desde Bruselas para convencerla de que no sea una excepción y firme un acuerdo con la UE?
No tenemos que convencer a nadie, son decisiones que tienen que tomar ellos. Esto pasa por percibir que nuestros lazos económicos y comerciales pueden favorecer una relación política y mejorar las economías de sus países. Es una decisión que Bolivia deberá tomar sola.
Aunque se resalta la importancia de las cumbres entre la UE y la CELAC, exceptuando Cuba, esta región no se toma en cuenta en el informe. ¿Por qué?
Es verdad, no se hace hincapié en el Caribe. Pero reconocemos que para toda la región y la relación que tiene América Latina con el Caribe es muy relevante. Sus particularidades y sus necesidades deben se respondidas por parte de la UE.
La cooperación es uno de los temas más importantes. Parecería que la Comisión va a modificar sus criterios, algo que parecía imposible hace dos años. ¿Qué ha pasado?
Queremos, bajo todas las circunstancias, mantener los niveles de cooperación. El informe tiende a dos cosas. La primera: si bien es cierto que algunos países, por renta per cápita, salen del baremo tradicional de la cooperación, continúan con necesidades muy relevantes que merecen ser atendidas. Al mismo tiempo entendemos que nuestra cooperación al desarrollo con América Latina no sólo es ayuda, sino que tiene un carácter político: de construir una relación fuerte que permita un desarrollo político.
Hay que trabajar juntos por sociedades más inclusivas, dice el informe. Esto ha sido también el lema de la cumbre UE-CELAC de Bruselas. Y se reconoce que la inclusión social en varios países de América Latina ha sido gracias a los altos precios de las commodities en los últimos años. Ahora que eso tambalea, ¿cómo trabajar juntos para diversificar las economías?
Los procesos de redistribución que ha habido en varios países de América Latina han sido muy relevantes, y son de subrayar. Al mismo tiempo, sabemos que esa etapa en la economía internacional ha pasado y que si quieren mantener sus niveles de desarrollo y continuar repartiendo beneficios y sacando a más población de la pobreza, Latinoamérica debe introducirse dentro de la cadena de valor de la globalización, debe tener capacidad exportadora, industria, manufactura. La UE puede aportar know how.
Es decir, ¿usted no cree lo que dicen los más críticos de estos acuerdos de la UE, en el sentido de que básicamente sirven para reprimarizar la economía de América Latina?
No. Creo que eso depende de lo que haga la administración pública. Per se, no son buenos ni malos. El comercio internacional, lo sabemos, genera beneficios agregados en términos absolutos, pero que si no se controla, ni regula, ni se generan mecanismos de compensación, si no se canaliza en un sentido positivo a largo plazo también puede generar desequilibrios. Pero hay que poder hablar de ello y lo podemos discutir.
Como parte de la agenda conjunta, en su informe se propone la lucha contra la corrupción, el narcotráfico, la migración…
Entendemos que ahora mismo es un reto compartido para ambas regiones. Con connotaciones diferentes, hemos padecido directamente durante los últimos años el terrorismo. América Latina tiene problemas derivados del narcotráfico y el crimen organizado. Es verdad que son retos diferentes bajo el rubro de la seguridad. Podemos compartir información, compartir acción para luchar desde el terrorismo hasta el crimen organizado.
Por otro lado, ¿cómo conjugar esta lucha contra el crimen organizado –que genera también flujos ilícitos de dinero– con la liberalización cada vez mayor de los mercados financieros, algo que persiguen también los acuerdos de la UE?
Lo que hagan las empresas europeas en América Latina debe ser monitoreado bajo leyes europeas. Sabemos que hay una conexión directa entre crimen organizado, blanqueo de dinero, cuentas opacas y paraísos fiscales, comercio ilícito. Si queremos combatir el terrorismo y el crimen organizado, tenemos que poner el foco sobre el blanqueo de dinero. Aquí hay que ser duros, claros y contundentes frente a la opacidad que significan los paraísos fiscales, que son una puerta abierta a todos este tipo de comportamientos y que afectan a la seguridad.
Al parecer en la versión final del informe se insiste en el cuidado de los derechos humanos y la igualdad de género…
Hay que decir que sobre la igualdad de género la introducción de la defensa de los derechos sexuales y reproductivos hubo tensiones entre los diferentes grupos por las posiciones políticas que se defienden. Pero finalmente se recoge un capítulo muy completo sobre la igualdad de género, los convenios internacionales que la deben proteger y de cómo los derechos de las mujeres deben estar en la agenda de nuestra cooperación internacional, de nuestra cooperación birregional.
Finalmente, la fragilidad actual de Brasil no cupo en el informe; sí una mención a Colombia. ¿Nos puede decir algo al respecto?
Brasil no se recoge explícitamente en el informe porque intentamos no hacer una elaboración país por país. Aunque sí que es cierto que la inestabilidad política de Brasil nos preocupa al tratarse de un gigante económico y social. Sus problemas de corrupción están afectando a la estabilidad institucional. Colombia sí aparece en cuanto se hace referencia al proceso de paz y la necesidad de que la UE continúe colaborando financieramente. Para nosotros ese proceso de paz es una enorme esperanza para el país, pero también una esperanza de impacto regional.