Un fantasma tenebroso e insolvente
10 de noviembre de 2003Desde hace más de medio siglo se encuentra en proceso de liquidación el que fuera en su día el mayor consorcio químico del mundo y el símbolo industrial del nacionalsocialismo. Creada en 1925, la IG Farben respaldó financieramente a los nazis, incluso desde antes de su llegada al poder, para convertirse luego en uno de los puntales económicos del régimen de Hitler.
Negro historial
La empresa, que no sólo colaboró con el ejército sino también con las tropas especiales de las SS, amasó fortuna durante la guerra gracias a la fabricación de productos de importancia bélica, como combustibles y explosivos. En 1944 llegó a ocupar más de 38 mil trabajadores forzados, entre los que se contaban muchos prisioneros de los campos de concentración. De hecho, el consorcio operaba el campo de trabajo de Auschwitz-Monowitz, en el que murieron aproximadamente 120 mil personas. El negro historial no termina allí. Una filial del consorcio, la firma Degesch (en la que también tenía participación la empresa Degussa), fue la productora del tristemente Zyklon B, que cobró millares de víctimas judías en las cámaras de gas.
La tenebrosa historia de la IG Farben explica, por sí sola, la decisión adoptada por los aliados tras el término de la II Guerra Mundial: desbaratar el consorcio. De él surgieron gigantes industriales, como Bayer, Hoechst (Aventis) y BASF. Pero un resto quedó, formándose en 1952 la sociedad en liquidación. En su primera década pagó unos 30 millones de marcos en indemnizaciones a los trabajadores forzados y, a fines de los año 90, aportó cerca de 250 millones de euros a un fondo para el mismo fin. Ahora que anuncia su insolvencia, vuelve a plantearse el tema de las reclamaciones aún pendientes de los sobrevivientes.
"Acciones ensangrentadas"
Si bien el patrimonio de la empresa quedó reducido a unas decenas de millones de euros en inmuebles, este "fantasma industrial" siguió teniendo presencia en la bolsa. Más aún: durante los últimos años, especuladores hicieron que el volumen de transacciones de estos valores se elevara a más de 4.600 millones en la bolsa de Fráncfort, desde el 2001. A modo de comparación, cabe señalar que en el mismo período fueron transadas 5.000 millones de acciones de la Telekom.
Henry Mathews, de la agrupación de "accionistas críticos", opinó recientemente que se trata de "acciones ensangrentadas". A su juicio, "es un escándalo y una ofensa para los sobrevivientes de los trabajos forzados que todavía se coticen esas acciones en la bolsa alemana". Ahora, la mayor preocupación de Mathew es que el resto del dinero que quede se destine a las víctimas de los nazis y evitar que vaya a parar a manos de los bancos acreedores. También el vicepresidente del Comité-Auschwitz, Peter Gingold, calificó de escándalo que las víctimas no reciban más dinero.