Una fatua contra “Estado Islámico”
3 de septiembre de 2014Más claros no habrían podido ser los imanes o líderes musulmanes británicos al referirse a la fatua que emitieron contra la organización terrorista Estado Islámico (EI): “El EI es una organización hereje y extremista, y nuestra religión prohíbe apoyarla y unirse a ella. Además, para los musulmanes de Gran Bretaña es un deber oponerse activamente a esa ideología tóxica, sobre todo, si es difundida en Gran Bretaña.” La fatua –que es un pronunciamiento jurídico según la religión musulmana- fue firmada por los líderes musulmanes británicos: el imán superior de las dos mezquitas centrales de Leicester y Manchester, el imam superior de la mezquita Makkah, de Leeds, el codirector de la Unión de Musulmanes Británicos, el fundador del Consejo Islámico de Reino Unido, así como Usama Hasan, el redactor de la fatua y director del departamento de Asuntos Teológicos de la Fundación Quilliam, un think tank que se ocupa del extremismo religioso.
Graves acusaciones contra EI
La fatua señala que la organización terrorista Estado Islámico asesina a civiles, periodistas e imanes que se niegan a cooperar con ella. Además, esclaviza a mujeres y niños de las familias de quienes no les obedecen o están en contra de su accionar. Debido a eso violan, según la fatua, la Convención de Ginebra y el Convenio contra la Esclavitud. “La persecución y masacre de musulmanes chiítias, cristianos y yazidíes es terrible y contradice las enseñanzas musulmanas y la tolerancia islámica tal y como la practicaban los grandes reinos islámicos, como el de los mongoles y el de los otomanos”, continúa la fatua. Este pronunciamiento legal musulmán no es el único en su tipo. Hace pocas semanas, también teólogos de la Universidad Al Azhar, de El Cairo, emitieron una fatua contra Estado Islámico, y a fines de julio también teólogos de Arabia Saudita hicieron lo propio.
Posibles consecuencias de la fatua contra el EI
El pronunciamiento legal islámico de Gran Bretaña contra el EI podría tener diferentes consecuencias, dice Stephan Rosiny, experto en Cercano Oriente del Instituto GIGA, de Hamburgo. Los combatientes de EI y sus adeptos seguramente no se dejarán impresionar por la fatua, ya que “desde su punto de vista, de todos modos, los musulmanes que no acatan las órdenes de los califas de Estado Islámico son infieles. Por tanto, los imanes que emitieron esta fatua no representan para el EI autoridades legítimas.”
Pero otros musulmanes que tal vez simpaticen con EI, sin embargo, podrían ser influenciados por la fatua, y se podría impulsar un debate que, a mediano plazo, minaría la credibilidad de la organización terrorista. “En definitiva, la organización Estado Islámico solo puede ser despojada de su atractivo a nivel ideológico solo desde adentro de la comunidad sunita y por las acciones de letrados sunitas. Hay que deslegitimar a EI, por ejemplo, refutando los criterios para la creación de su califato y los argumentos religiosos con los que siembran el terror en Irak y en Siria”, señala Rosiny.
“Una ideología inspirada por la religión”
También Osama Hasan, el redactor de la fatua, parte de que el pronunciamiento podría tener efecto, al menos entre quienes se orientan de acuerdo a las autoridades sunitas tradicionales. Sin embargo, Hasan dijo en una entrevista reciente con Deutsche Welle que en Siria e Irak también combaten personas que persiguen objetivos totalmente distintos. Para ellos, lo principal es imponer sus aspiraciones de poder. “Por lo tanto les resulta muy útil unirse a combatientes motivados religiosamente que verdaderamente tienen fe en su religión. Se unen a ellos sin ser verdaderamente creyentes. A partir de ese momento, la religión se une a la política y se convierte en una lucha por el poder”, explica el experto.
En ese contexto, según Osama Hasan, las consideraciones religiosas juegan un papel secundario. Solo sirven de pretexto para lograr objetivos muy diferentes. “Se trata de una ideología inspirada por la religión. Se la podría describir como un islamismo político llevado al extremo que justifica la violencia para erigir un Estado islámico."
Stephan Rosiny es de la misma opinión. Según él, el EI edificó su dominio sobre una construcción pseudorreligiosa hecha de piezas de relleno preislámicas. “Entre ellas, la proclamación del ‘Segundo Califato Rashidí'. Ese tipo de emoción religiosa se ve fortalecida y confirmada, en cierto modo, si va acoplada a éxitos militares como los que experimenta actualmente la organización Estado Islámico." Los éxitos hacen que se difunda la idea de que la EI actúa 'por orden de Dios'. Para vencer a Estado Islámico es necesario, según Rosiny, por un lado, “contar con fuerza militar que rompa esta sucesión de éxitos y los frene. Por el otro lado, se necesitan autoridades teológicas que cuestionen la legitimidad religiosa de sus acciones." Solo así se podría poner coto a la euforia de los yihadistas y se podría impedir que más personas sigan involucrándose en sus luchas.