Una muestra en Berlín evoca los viajes de Borges y María Kodama por todo el mundo
12 de marzo de 2009
Casi veintitrés años después de la desaparición de “El Maestro”, María Kodama sigue siendo la luz que ilumina a todo aquel que quiere acercarse a la vida y obra de Jorge Luis Borges. Fueron sus ojos los que guiaron al escritor argentino en sus últimos años de existencia. Ahora, es su mirada, plasmada a través de las fotografías hechas durante los innumerables viajes que la pareja realizó a todos los rincones del mundo, la que nos aproxima al pensamiento de uno de los escritores en lengua castellana más influyentes del siglo XX.
La exposición “El Atlas de Borges”, que hasta el próximo 8 de mayo puede contemplarse en la sede del Instituto Cervantes de Berlín, reúne decenas de instantáneas con Borges y Kodama como protagonistas, pero va mucho más allá. Pretende recoger, a través de los textos elaborados por el propio escritor, el significado de cada uno de esos viajes, ligados estrechamente a la vida, al amor, a la felicidad compartida.
Selección complicada
Viajes a Basilea, donde yace “El Maestro”, a Alemania, a Egipto, a México, a Italia. A los mundos y las realidades de Jorge Luis Borges. Como se encargó de explicar su viuda, María Kodama, en la presentación de la muestra, no se trata de una exposición que pretenda tener un valor técnico. Es el poder de lo genuino, el asombro ante el descubrimiento de lo nuevo y el simple disfrute de la vida lo que reflejan las fotografías.
La selección fue complicada. “Tengo miles de fotos de Borges”, explica Kodama, que añade: “Viajamos toda la vida, traté de buscar las que dieran idea de su vida académica, de su vida de placer. La idea era mostrar los distintos aspectos que constituían esos viajes”. Como también fue complicado combatir las emociones que en ella aún despierta revisar los gratos momentos del pasado. Aunque “ya pasaron muchos años y es distinto”, admite que “es difícil, porque remueve muchas cosas, muchos recuerdos. Uno siente que la persona que uno adora y con quien compartía todo eso no está”.
Alemania, un destino especial
No es ningún secreto el que cariño que Borges tenía por Alemania. “Era un país que amaba mucho”, reconoce su viuda. Aunque ella también tiene un vínculo especial. Explica que una cuarta parte de la sangre que corre por sus venas es alemana. Concretamente, su abuelo materno era alemán. Y, aunque María Kodama no habla la lengua de Goethe –que, en cambio, Borges sí que aprendió utilizando para ello tan sólo un diccionario y un libro de poesías-, el escritor le enseñó a pronunciar el alemán para que pudiera leerle poesía y literatura alemanas.
Del viaje a Alemania, Kodama recuerda que fue bastante antes de que cayera el Muro de Berlín, y que por ese motivo no pudo visitar la Isla de los Museos, una espina que pudo sacarse años después –ya sin Borges a su lado-. “Fue una gira por distintos lugares de Alemania que prepararon sus editores. Fue muy lindo para él, recordar lugares donde había estado antes”, explica.
Un viaje en globo, el más especial
De entre los innumerables viajes que Borges y Kodama emprendieron durante su vida en común, la viuda del escritor recuerda una excursión en globo como el más especial. “Lo llenó de felicidad. Me decía que había dos cosas maravillosas que había hecho en su vida. Haber viajado en globo y ser abrazado por un tigre de Bengala”, explica. Una experiencia que Borges pudo vivir sin desplazarse de Buenos Aires. Fue en una reserva cerca de la capital argentina. Fue el día más feliz de su vida, asegura. Una felicidad que ambos compartían y que, según Kodama, se basaba “en el descubrimiento permanente”. Desgraciadamente, también quedaron algunos viajes pendientes. “A China, a la India,….”, cuenta.
Tras muchos años sin hacerlo, la viuda de Jorge Luis Borges ha vuelto a sacar fotografías. Asegura que, sin darse cuenta, en los años siguientes a la desaparición del escritor, dejó de practicar su afición. “Te gustaba sacar a Borges, no sacar fotos. Desde que Borges murió, no volviste a sacar fotos”, le dijo un día un amigo. “Y me di cuenta que era cierto”, admite. Un celular con cámara incorporada que no funciona como teléfono tiene la culpa de haber rescatado a la Kodama fotógrafa. “El celular no anda, pero es una excelente cámara fotográfica. He vuelto a sacar fotos de cosas que me gustan”, dice mientras sonríe.
Autor: Emili Vinagre
Editora: Claudia Herrera Pahl