Una nueva oleada de terrorismo sacude Rusia
1 de septiembre de 2004El más reciente acto de terrorismo recuerda al sangriento secuestro que sacudió Moscú en octubre de 2002 en el teatro Dubrovka, en plena representación.
La principal demanda de los secuestradores es, según noticias no confirmadas oficialmente, la retirada de las tropas rusas de Chechenia.
La captura de hasta 400 alumnos, profesores y padres en la sureña ciudad de Beslan durante las tradicionales celebraciones por el inicio del nuevo curso escolar se produce un día después de que una presunta terrorista suicida chechena matara a diez personas e hiriera a más de 50 en el centro de Moscú.
Una semana antes, presuntas terroristas chechenas hicieron explotar unas bombas a bordo de dos aviones de pasajeros sobre el sur de Rusia, matando a 90 personas.
Terroristas bien preparados
Como una señal anticipada de la posibilidad de que se produzcan numerosas víctimas, el ministro ruso de Defensa, Sergei Ivanov envió un hospital de campaña a la región, mientras las fuerzas de seguridad rodean el edificio.
Los terroristas no dejaron nada a la casualidad. Colocaron a niños en las ventanas como escudos humanos y al resto de los rehenes los metieron en el gimnasio de la escuela, en la que han colocado explosivos dispuestos a detonar en caso de una operación policial para liberar a los secuestrados.
A primera hora de la tarde se confirmó la muerte de dos personas y que otras nueve habían resultado heridas en los tiroteos iniciales de la crisis, en su mayoría transeúntes y padres.
La gente espera con tensión cómo reaccionarán las autoridades rusas para poner fin a la crisis.
¿Cuál será el plan de rescate?
En el pasado, el Kremlin se ha negado a negociar con terroristas sobre el conflicto de Chechenia, donde rebeldes islámicos llevan a cabo por cuarto año una guerra de guerrillas contra las fuerzas federales rusas.
No se ha olvidado el ejemplo de la desastrosa operación de rescate en un hospital en la sureña ciudad de Budennovsk en 1995. Más de 140 rehenes civiles y efectivos murieron en el fracasado atentado de retomar el edificio, ocupado por rebeldes chechenos.
El gobierno de Moscú se vio entonces obligado a garantizar vía libre a los extremistas, mientras altos funcionarios rusos volaban a la capital chechena, Grozny, para iniciar conversaciones de paz con los líderes rebeldes.
Hace dos años se logró poner fuera de combate a los 41 terroristas chechenos que irrumpieron en un teatro de Moscú durante la escenificación del musical "Nordost", con el uso de gas lagrimógino.
"Nordost" costó la vida de 129 rehenes, la mayoría de los cuales sucumbieron por los efectos del gas. Pese a todo, la decisiva maniobra para poner fin a la crisis fue considerada un éxito por las autoridades rusas.
Se esperan más atentados
Además de la demanda de retirada de tropas rusas, los terroristas de Beslan han reclamado la liberación de dos decenas de camaradas capturados durante una operación a gran escala realizada el 22 de junio en la ciudad inguseta de Nazran.
Ese ataque echó por tierra las afirmaciones del Kremlin de que la situación en la volátil región del Cáucaso norte está bajo control y que los rebeldes chechenos no son ahora más que un grupo a punto de desaparecer.
Entretanto, en Moscú, la tensión es muy alta tras el atentado contra el metro de la ciudad el martes, sobre todo después de que se informara de que una célula de cuatro mujeres "shakhidy", o terroristas suicidas, viajó de Chechenia a la capital rusa para perpetrar una oleada de atentados.
Dos han sido identificadas como las mujeres que murieron en los aviones comerciales que despegaron de Moscú el 24 de agosto, para estrellarse poco después. Se cree que la tercera es la que causó la explosión en la estación de metro de Rizhskaya en plena hora punta del martes. La cuarta todavía está siendo buscada.