UNICEF reclama oportunidades para niños discapacitados
30 de mayo de 2013Uyen, de nueve años de edad, vive en la ciudad vietnamita de Zandong y padece retraso mental. Por mucho tiempo vivió con sus abuelos sin recibir ningún tipo de educación, hasta que los trabajadores sociales convencieron a la abuela de enviarla a un centro de educación especial. “No podía caminar y apenas hablaba”, recuerda Rudi Tarneden, vocero del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). “Ahora usted puede ver cómo esta niña, antes aislada, se ha convertido en una chica alegre, curiosa y despierta”, insiste.
Según una estimación ampliamente difundida, alrededor de 93 millones de niños –uno de cada 20 menores de 14 años– vive con alguna discapacidad moderada o grave. Entre ellos, Uyen tuvo suerte. Pero la situación de la mayoría de los niños discapacitados en los países emergentes o en vías de desarrollo es generalmente diferente: apenas el 15 por ciento de las personas con discapacidades cuentan en estas naciones con recursos tan necesarios como las sillas de ruedas. Entre otros ejemplos, tres cuartos de quienes padecen epilepsia en países pobres se ven privados de los medicamentos necesarios para controlar la enfermedad.
“Invisibles” y sin recursos
Sin embargo, el informe sobre el Estado mundial de la infancia 2013, difundido este jueves (30.05.2013) por UNICEF en la ciudad vietnamita Da Nang y la alemana Colonia, insiste en que estas cifras no están basadas en registros confiables. Se trata de estimaciones de instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los niños discapacitados tienden a ser “invisibles”, en parte por la escasa información que hay sobre ellos, indicó Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF, en la presentación del informe. Además, muchos países definen las discapacidades de formas diferentes, una razón más para la desinformación.
“Todos los países destacan que han firmado la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño”, dice a DW el vocero de UNICEF, Rudi Tarneden. Pero la realidad, muchas veces, es otra. La política apenas presta atención al destino de los niños discapacitados y sus familias. “Ni siquiera se registra a estos niños cuando nacen”, explica Tarneden. Según UNICEF, las supersticiones locales también juegan su rol. En Vietnam, por ejemplo, se considera mala suerte la presencia de niños y niñas con discapacidades en festividades públicas.
En general, en los países industrializados existen muchas formas de apoyo y estímulo a los niños discapacitados. Sin embargo, de acuerdo con UNICEF, en gran parte del mundo, la falta de alimentación está detrás de graves discapacidades físicas y psíquicas que afectan a unos 165 millones de niños. Entre 250.000 y 500.000 menores corren el riesgo de quedarse ciegos cada año por falta de vitamina A. Además, uno de cada dos niños en edad preescolar padece anemia a unos niveles que a menudo pueden desembocar en discapacidad. Y muchos menores no tienen acceso a vacunas que pueden impedir discapacidades graves.
Integración, en lugar de aislamiento
En Europa del Este, destaca Rudi Tarneden, es común que las autoridades exhorten a los padres a internar a sus hijos discapacitados en hogares, en vez de educarlos normalmente en casa. UNICEF aspira a influir en la dirección contraria: “Queremos que los niños discapacitados dejen de ser ignorados por la oferta educativa regular, que las instituciones existentes les abran sus puertas”.
Numerosos ejemplos de proyectos de cooperación muestran que la integración de estos niños al sistema educativo no es una utopía. En Armenia, por ejemplo, UNICEF ofreció con éxito formación posgraduada a educadores y maestros de 81 escuelas regulares y cerca de 30 jardines de infancia, así como al personal médico de diversas policlínicas, para atender a las necesidades especiales de niños discapacitados. Un diagnóstico preciso facilita la efectividad de la ayuda que se ofrece al paciente, aclara la representante de UNICEF en Armenia, Henriette Arens.
“El diagnóstico de una enfermedad era antes, frecuentemente, un cuño para toda la vida”, dice Arens. Hoy, sin embargo, se ha logrado establecer diagnósticos diferenciados que ofrecen mayores y mejores posibilidades de tratamiento para los niños, asegura. También la llamada “inclusión” en escuelas regulares ha significado un gran paso de avance para Armenia, un país donde aún alrededor del 30 por ciento de los niños discapacitados no asisten a escuela alguna.
Apoyo familiar
Otras organizaciones internacionales como Caritas, la obra social de la Iglesia Católica, cooperan desde hace años con países en vías de desarrollo para asistir a niños con discapacidades. En Vietnam, Caritas forma a asistentes sanitarios que asesoran a las familias de estos infantes. Además, ofrece información en las escuelas, pues “aún muchos en el país creen que hasta la más pequeña discapacidad puede ser contagiosa”, cuenta Christine Wegner-Schneider, coordinadora de la organización en Asia.
Caritas impulsa asimismo en Vietnam la formación de asociaciones de padres y el otorgamiento de pequeños créditos a familias pobres, que así pueden invertir en la agricultura o en pequeños negocios. Las ganancias deben permitirles atender a sus hijos con discapacidades, para que en el futuro, cada vez sean menos los que se vean privados, como Uyen, de la educación especial que requieren desde edades tempranas.
Autor: Günther Birkenstock / rml, dpa
Editor: Diego Zúñiga