Uruguay: las cosas claras
1 de diciembre de 2014
Al final el resultado fue claro: de un 12,5 por ciento fue este domingo (30.11.2014) la ventaja del candidato del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, predecesor y ahora sucesor de José Mujica, sobre Luis Alberto Lacalle Pou, el desafiante de la oposición. Las cifras finales: 53,6 por ciento para Vázquez, 41,1 por ciento para Lacalle.
Ya se había insinuado: a pesar de pronósticos que auguraban un cabeza a cabeza, el Frente Amplio conquistó en la primera vuelta un 48 por ciento de los votos, es decir, que le faltó poco para la mayoría absoluta. El balotaje se transformó casi en una cuestión de forma.
Sorprender no puede. Demasiado buenos son los datos económicos angulares como para poner esencialmente en tela de juicio la política del Gobierno. Con casi 14.000 dólares de ingreso anual per cápita, Uruguay es clasificado por el Banco Mundial como un país de ingresos relativamente altos. El crecimiento 2006-2013 fue del 5,5 por ciento en promedio. Para el 2014 se cuenta con un 3 por ciento. La deuda pública se redujo de un 100 por ciento del PIB en 2003 a un 60 por ciento este año.
También los indicadores sociales hablan un claro lenguaje. El desempleo alcanzó, con un 6,2 por ciento actualmente, un mínimo histórico. La pobreza disminuyó del 39,9 por ciento en 2004 a un 11,5 por ciento hoy. Y la pobreza extrema, del 4,7 por ciento en 2004 a un actual 0,5 por ciento. La distribución del ingreso es una de las mejores de América Latina: el 60 por ciento de los uruguayos pertenece a la capa media. Los sistemas de seguridad social funcionan. Y el sistema de salud es ejemplar para la región.
Hasta allí, todo bien. Pero en el fondo no es nada nuevo. Hasta los años 50 Uruguay estaba considerado la “Suiza de América Latina”. Ya a comienzos del siglo XX fueron introducidos la jornada laboral de 8 horas, el subsidio por desempleo y la escuela y universidad gratuitas. El país era ya entonces uno de los más progresistas de la región.
Luego del retroceso económico como consecuencia de una política económica proteccionista a mediados del siglo XX, las revueltas romántico-revolucionarias de los años 70 y una dictadura de doce años hasta 1985, Uruguay apretó ahora el botón de “restart”. Por delante tiene, sin embargo, aún numerosos desafíos.
Ni siquiera puede decirse que la senda está trazada. Es incuestionable que el futuro pertenece a la sociedad del conocimiento. En el último estudio PISA, sin embargo, Uruguay ocupó el puesto 57 de 67. La educación será uno de los desafíos centrales de los próximos años en el país.
A ello se agregan déficits en la competitividad internacional, la diversificación de la economía y la infraestructura. Solo si las élites y el Gobierno reconocen las señales de los tiempos, Uruguay podrá hallar el camino de regreso al futuro. Para eso recibió el Frente Amplio ahora otros cinco años de tiempo.