Inmediatamente después de Bingen nos subimos a un barco para navegar por el Rin. En los 67 kilómetros entre Bingen y Coblenza hay muchos castillos y ruinas. Una de las razones que hacen a este tramo del Rin tan famoso. Vale la pena ver por ejemplo el castillo Rheinfels.
En su camino a través de las laderas, el Rin está flanqueado por viñedos empinados. Uno de los pueblos típicos vinícolas es Bacharach. Ya en la Edad Media se comerciaba aquí con vino. Incluso en la isla Heyles'en Werth hay un viticultor que cultiva la cepa Riesling.
En San Goar, el Rin transcurre en una curva cerrada en torno a la roca de Loreley: la encarnación del romanticismo. Hoy en día Loreley es uno de los motivos más fotografiados del valle central del Rin. El Rheinsteg, un sendero por las montañas que conduce a Coblenza , ofrece muchas vistas maravillosas del patrimonio mundial de la UNESCO.