Venezuela: nueva cita en las urnas
2 de marzo de 2018Este jueves (1.3.2018), atendiendo la petición de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, la máxima autoridad electoral de ese país decidió que los comicios presidenciales pautados para el 22 de abril tendrán lugar un mes más tarde, junto con las elecciones de los consejos legislativos y las cámaras municipales, pendientes desde el año pasado. Esa reprogramación fue atribuida oficialmente a la necesidad de elevar el grado de competitividad del proceso. La noticia se hizo pública durante la firma de un pacto de “garantías electorales” entre las formaciones que postularon al candidato Henri Falcón y las que apoyan la reelección del hombre fuerte de Caracas, Nicolás Maduro. Dos expertos analizaron para DW este abrupto golpe de timón.
“Maduro quería echarle mano a un pez gordo, terminó pescando a uno chico, se percató de que estaba usando la carnada equivocada y decidió cambiar el señuelo. Originalmente, el oficialismo adelantó los comicios presidenciales de diciembre a abril porque contaba con que podía ganar, debido al desánimo de los votantes antichavistas. Y consiguió que tres partidos relativamente pequeños –Avanzada Progresista, COPEI y Movimiento al Socialismo (MAS)– participaran en la contienda, apoyando al candidato Henri Falcón”, explica Héctor Briceño, profesor en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), con sede en Caracas.
“Pero muchos dudan que estas formaciones sean genuinamente opositoras y las acusan de ir a las urnas –a sabiendas de que perderán– con el único propósito de legitimar las elecciones presidenciales a los ojos de las democracias occidentales. La Unión Europea y dieciséis Estados americanos advirtieron de antemano que no reconocerían los resultados de esos comicios tal como estaban siendo organizados porque su anticipación no daba tiempo para hacer las reformas necesarias con miras a avalar su carácter competitivo”, agrega el venezolano, actualmente de paso por la Universidad de Rostock, ubicada en Mecklemburgo-Antepomerania.
El G4 de la MUD
Ahora, al correr las votaciones de abril al 20 de mayo y anunciar la concesión de “garantías electorales”, el Gobierno espera persuadir a al menos uno de los grandes partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –los pesos pesados de la mayor alianza antichavista– de lanzar una candidatura, dice Briceño. “Si lo logra, eso podría dar a entender que la posibilidad de fraude es menor y convencer a parte de la comunidad global de aceptar los resultados. No obstante, cabe destacar que, hasta este instante, pese a la postergación de los comicios, las condiciones bajo las cuales se realizarán siguen siendo turbias”, señala el especialista.
Aun después de la prórroga, el Gobierno de Estados Unidos continúa condenando las circunstancias que rodean la convocatoria a las urnas en Venezuela, insistiendo en que éstas no propician votaciones limpias. “Aunque Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, el G4 de la MUD, se han rehusado a lanzarse al ruedo, Maduro tiene la esperanza de que los dos últimos partidos cambien de parecer. Por otro lado, se ha dicho que entre los opositores que negociaron tras bastidores con la élite chavista para aplazar los comicios estaba Henrique Capriles Radonski, de Primero Justicia. Eso es llamativo”, cuenta Briceño.
“Los poderes estatales controlados por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) le prohibieron al excandidato presidencial Capriles Radonski ocupar cargos públicos durante tres lustros. Pero nadie puede descartar que el oficialismo derogue su inhabilitación política para permitirle aspirar nuevamente a la jefatura del Estado, consciente de que su campaña proselitista sería breve y tendría pocas probabilidades de entusiasmar a la base del antichavismo, desesperanzada como está por el desempeño de sus dirigentes y la gravedad de la crisis nacional”, comenta el docente del CENDES.
¿Exigencias maximalistas?
Fernando Mires, conocedor del drama político venezolano, secunda esta descripción de los sucesos. “Si Maduro pospuso las elecciones es porque necesitaba hacerlo. Realizadas a toda prisa, éstas lo habrían vulnerado a él mismo; además, al diferirlas, él procura apaciguar a sus críticos en el exterior. Recordemos que fue ante todo el adelantamiento de la fecha de los comicios presidenciales lo que selló el fracaso de sus negociaciones con la oposición en República Dominicana”, esgrime el profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, admitiendo no comprender por qué la MUD no le saca provecho a este nuevo escenario.
“En lugar de celebrar el éxito de las conversaciones de Santo Domingo, encarnado en el hecho de que Maduro se ha visto forzado a echar marcha atrás, la MUD se enfrasca ahora en que postergar las elecciones no es suficiente”, lamenta Mires. La MUD exige la sustitución de los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) por funcionarios imparciales, la habilitación de los dirigentes neutralizados y los partidos ilegalizados, la apertura de centros electorales en el extranjero para que los emigrantes venezolanos puedan votar y la invitación de veedores internacionales cualificados e independientes que ratifiquen la transparencia del proceso de votación.
“Lo que la MUD está pidiendo a cambio de participar en los comicios es que Maduro deje de ser el dictador que es. Y yo no creo que él esté dispuesto a hacer esa concesión”, subraya Mires. Briceño coincide con el analista chileno-alemán en que el líder chavista “parece haberse detenido a sopesar los perjuicios que le causarían a él mismo unos comicios realizados atropelladamente”, pero es más piadoso en su juicio de la MUD: “Frente a unas votaciones tan controvertidas, los miembros de la coalición opositora mantuvieron una postura monolítica. Dadas las pugnas en su seno, eso no debe ser subestimado”, añade el investigador del CENDES.
Las tres caras del antichavismo
Actualmente, el antichavismo se divide en tres facciones mal avenidas, diferenciadas por su posición de cara a las elecciones del 20 de mayo: el movimiento Soy Venezuela llama a la abstención, argumentando que no puede haber comicios limpios sin un cambio de Gobierno previo y sin la reinstauración del orden constitucional; la MUD también llama a la abstención, pero aclara que puede cambiar de opinión si todas sus exigencias son cumplidas a priori; y los partidos en torno a Falcón han llamado a las urnas, limitándose a solicitar más tiempo para hacer campaña. Mires opina que tras la tendencia abstencionista de la MUD se esconde un viejo problema.
“Si Leopoldo López, de Voluntad Popular, y Henrique Capriles Radonski, de Primero Justicia, no estuvieran inhabilitados políticamente, la MUD participaría en los comicios presidenciales. Los miembros de la MUD justifican su abstención arguyendo que las condiciones no están dadas para unas votaciones limpias, pero esa excusa esconde –no sé si consciente o inconscientemente– su incapacidad para ponerse de acuerdo sobre quién debe ser su candidato. Para llegar a ese convenio no hace falta que surja un personaje carismático o un mesías, sino diseñar una política unitaria y coherente que respalde a la persona que ellos designen como representante”, apunta Mires.
En Venezuela, el plazo para inscribir candidaturas a la presidencia culmina oficialmente el 10 de marzo. El catedrático de Oldenburg acota que la MUD saldría ganando si presentara a un aspirante, independientemente de que éste perdiera frente a Maduro. “No se puede demostrar que el PSUV cometió fraude si no se es víctima del fraude. No se puede movilizar a la población opositora si no hay eventos que se presten para ello; las elecciones, por amañadas que sean, crean un marco para protestar no solamente contra las trampas del oficialismo, sino también por el desabastecimiento y la situación de los presos políticos, por ejemplo”, dice Mires.
“Y, por último, no se puede ganar si no se juega. La MUD podría triunfar, no tanto por brillo propio, sino por el enorme rechazo que los venezolanos sienten por Maduro. El PSUV ganó muchas gobernaciones y alcaldías en los comicios regionales y municipales del año pasado, pero no nos engañemos: el venezolano es un sistema político presidencialista. La gente vota mucho más masivamente cuando toca hacerlo por el jefe del Estado”, asevera el politólogo.
Evan Romero-Castillo (ERS)