Vida después del diagnóstico del VIH
30 de noviembre de 2012“Ya estoy haciendo planes para los siguientes tres años. Hoy eso es algo realista pues las perspectivas son distintas a lo que eran años atrás”, dice Manny. Llama la atención las veces que se repiten las palabras “futuro” y “perspectivas” en una corta conversación entre portadores del virus VIH. Anteriormente, pensar en el futuro a Manny le producía angustia y pensó que no llegaría siquiera a los 30 años. “En aquel tiempo vivía solo el aquí y el ahora”, recuerda.
Manny fue diagnosticado hace 20 años como VIH positivo y hoy en día trabaja como enfermero en un asilo para ancianos, es la imagen de este año del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, en Alemania, y se considera un optimista cauteloso.
Una carrera contra el tiempo
En entrevista para la DW, Ulrich Heide, de la Fundación Aids en Bonn, explica que “hace 20 años no existía prácticamente ningún tratamiento para la infección del VIH. Había solamente una sustancia activa que, como tal, mostraba muy pocos resultados ya que la prolongación de la expectativa de vida era bastante limitada. En promedio, de tan solo 22 a 24 meses después del diagnóstico”. Tan solo en 1996 se desarrollaron los llamados compuestos que retardan, de distintas maneras, la expansión del virus.
“Al principio, tuve la suerte de que mi sistema inmunológico funcionaba muy bien. Tan solo cinco años después de que me fue diagnosticada la infección, comencé con la terapia”, relata Manny. En aquel tiempo tomaba tres tabletas, tres veces al día: “Tenía que ser muy riguroso con el tiempo y la dosis. Una hora antes de tomarlas no podía comer nada”. Hoy en día, Manny toma solo dos tabletas en la mañana.
Pero como sucede con otros tratamientos, existen cepas del virus del VIH que se han vuelto resistentes a ciertas sustancias. Ello hace que los medicamentos no tengan efecto en la salud de los pacientes. “Es una carrera entre el desarrollo de la terapia y la creación de resistencias”, enfatiza Heide. Si bien los infectados con dicho virus tienen la posibilidad de recibir un tratamiento exitoso en Alemania, el diagnóstico en muchos países del mundo sigue siendo una sentencia de muerte.
La vida continúa
La mayoría de los portadores del VIH en Alemania llevan una vida productiva; alrededor de dos terceras partes de ellos trabajan o estudian. Pero, “solo un reducido número puede tratar abiertamente el tema de su enfermedad en su lugar de trabajo”, dice Heide. En el caso de Manny, fue él quien decidió poner a su empleador al tanto de su enfermedad y, entre tanto, se han enterado de ello todos sus colegas y personas mayores de las que se encarga.
Según Heide, el VIH-Sida es un tema que se discute y se entiende abiertamente en público, pero en casos específicos siguen existiendo la estigmatización y la exclusión. En ese sentido, no obstante, Alemania estaría por encima de otros países, incluso del occidente europeo. Las tasas de infección son más bajas que en Holanda o Suiza y ello se explicaría, de acuerdo a Heide, por los programas de educación sexual que se adelantan en Alemania desde hace 25 años.
Un día para reflexionar
Como embajador de la campaña del Día Mundial de la Lucha contra el Sida 2012, Manny está muy ocupado por estos días pues debe visitar distintos eventos y sostener charlas al respecto. “Yo les diría a quienes acaban de ser diagnosticados, que ese no es el fin, que se puede vivir con ello y que no hay por qué aislarse”.
Y para el público en general, Manny también tiene un mensaje: “No hay que tener miedo de nosotros. Hay formas en las que el virus se puede transmitir, pero un apretón de manos no es una de ellas. Nosotros no somos peligrosos y seguimos siendo seres humanos.”