Violencia en México: ¿"costosa señal" de debilitamiento del crimen organizado?
26 de agosto de 2011Publicidad
México está consternado. Con lemas de “Estamos hasta la madre” y “No más sangre”, la sociedad civil mexicana se ha manifestado repetidamente en los últimos meses por el fin de la violencia en el país. Pero este jueves (25.08.2011), una vez más, unos seis atacantes armados conminaron a clientes y empleados a abandonar el casino Royale, en Monterrey, antes de prenderle fuego, confirmaron testigos al corresponsal de la televisión pública alemana, ARD. El dueño del local se habría negado a pagar una extorsión, reportan medios locales.
Muchos de los presentes buscaron refugio en el estacionamiento. Pero otros, corrieron a pisos superiores o a los baños. Las fuerzas de seguridad necesitaron horas para sacar a muertos y heridos. Un “aberrante acto de terror y barbarie”, lamentó el presidente mexicano, que decretó tres días de duelo nacional. Éste es uno de los atentados con mayor número de muertos, desde que Felipe Calderón llegara al poder e iniciara una ofensiva militar antidrogas en 2006.
Desde entonces, no sólo han sido abatidos a tiros o capturados importantes capos como Omar Martín Estrada Luna (El Kilo) o Edgar Valdés Villarreal (La Barbie). La lucha entre cárteles por el control de rutas y territorios, así como su enfrentamiento con la policía federal y el Ejército habrían dejado cerca de 40.000 víctimas fatales, muchas de ellas torturadas, decapitadas y descuartizadas.
Seguridad: asunto de percepción, no de estadísticas
El ascenso de “la violencia como vía de comunicación”, entre las bandas criminales y con las autoridades, es un resultado visible de la ofensiva militar mexicana, señala Daniel Brombacher, asesor de un proyecto de Política de Drogas Orientada al Desarrollo, de la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ).
Muchos la interpretan como símbolo del “fracaso total” de la estrategia militar del Gobierno. Pero esta violencia puede interpretarse también como “una costosa señal” del desequilibrio que la intervención del Estado estaría generando en las redes de comercio ilegal con drogas; pues “las economías ilegales que funcionan bien no son visibles”, asegura Brombacher.
Ante la crueldad de los “narcomensajes” –cabezas cortadas lanzadas a una pista de baile, cuerpos mutilados y colgados con textos de advertencia, o asaltos violentos como éste de Monterrey- “la gente cree que los carteles siguen siendo muy fuertes”, explica el experto. “Las tasas de homicidio en México son más bajas que las de otros países de la región como Venezuela, Colombia o Brasil”; pero “la seguridad es un asunto de percepción, no de estadísticas”, reconoce el asesor de la agencia alemana GIZ.
Estrategia integral…
Monterrey, hasta hace poco una tranquila y próspera ciudad empresarial al norte de México, se ha visto afectada desde 2010 por un incremento de la violencia, atribuido a la ruptura entre el cártel del Golfo y su antiguo brazo armado, Los Zetas, informa la agencia de noticias Reuters. Bares, clubes nocturnos y casinos se ven sometidos con frecuencia a extorsiones, reporta el corresponsal alemán de ARD. Los territorios urbanos, fronterizos, del pacífico o del norte (Juárez, Tijuana, Chihuahua, Sinaloa, Michoacán), se hallan entre los más afectados en la lucha por el control de las rutas hacia el jugoso mercado de EE.UU., comenta Brombacher.
De ahí que para “achicar el espacio de maniobra de los cárteles” se requiere una estrategia integral, que combine la política interior y exterior, así como los mecanismos represivos con programas sociales, de reforma del sector jurídico y de fortalecimiento de comunidades en riesgo, aclara este asesor, con experiencia en la cooperación con varios países de la región.
El Gobierno mexicano desarrolla programas como “Todos somos Juárez”, que incluye hasta 160 iniciativas sociopolíticas en esta ciudad afectada por el narcotráfico, pero “los resultados son discretos, pues las consecuencias del tráfico de drogas y armas son enormes”, explica Michael Werz, investigador del equipo de Seguridad Nacional del Center for American Progress, en Washington.
Política exterior e interior…
Además, “la mayor parte de esas drogas se consume en EE.UU., de donde vienen también muchas de las modernas armas que manejan los cárteles mexicanos”, recuerda Werz. Así que la administración Obama tiene la responsabilidad de asumir programas de cooperación como la iniciativa Mérida, que “no sólo incluye cooperación militar” y se dirige también a Centroamérica, además de a México, señala este sociólogo alemán radicado en EE.UU.
“Los cárteles se han desplazado de Juárez y Tijuana, que se volvieron peligrosas, hacia Centroamérica, con gobiernos menos fuertes y con menos recursos”, indica Brombacher. En “formación policial, ayuda técnica y logística, así como en la reforma del notablemente ineficiente sistema jurídico de los socios latinoamericanos”, EE.UU. apoya este año a México con 450 millones de dólares y a Centroamérica con otros 100 millones, dijo Werz a Deutsche Welle, desde Washington.
Por ver está el resultado a largo plazo de estos programas de cooperación para combatir la corrupción y el deterioro de la legalidad, así como del seguimiento de programas sociales complementarios para combatir las causas estructurales de la desigualdad social de las que se alimenta el desarrollo de la criminalidad, coinciden los expertos entrevistados por Deutsche Welle en el último año. Ello, en un Estado cuyas finanzas públicas se sostienen con una de las más bajas recaudaciones tributarias del mundo.
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editora: Emilia Rojas-Sasse
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