Violencia policiaca en Alemania: mucho por remediar
3 de marzo de 2013Tiene el rostro amoratado. El tabique nasal y las órbitas oculares presentan fracturas. El rostro de Teresa Z., joven de Múnich, se queda grabado en la memoria. Todo comenzó cuando la mujer llamó a la policía. Una disputa doméstica había escalado hasta tornarse violenta. Pero al final no fue el novio de la chica quien la golpeó, sino un agente policiaco. La investigación del caso aún está en curso.
Cada año son denunciados cerca de 2.000 casos de abusos con violencia a cargo de policías. La “cifra negra” –los abusos no denunciados- es muy superior, según consideran expertos. “Es un problema que no desaparecerá”, dice a DW el director de la policía de Colonia, Udo Behrendes.
Él sabe de lo que habla. En 2002 fue nombrado director de cuatro estaciones de policía colonienses. Entre éstas figura la del distrito de Eigelstein, donde agentes policiacos maltrataron a una persona de modo tan brutal, que la víctima pereció debido a la gravedad de las heridas.
“Nos tomamos año y medio para reformar de cabo a rabo esa estación”, recuerda. Al final, los policías tenían un nuevo concepto de lo que significaba su trabajo, afirma Behrendes. El profesionalismo ya no consistía en demostrar quién era el más fuerte, sino en resolver mejor los conflictos. Del mismo modo, el trabajo en equipo dejó de significar cubrirse las espaldas mutuamente.
Cambio de cultura
“La actitud ante el error, que puede ocurrirle a un agente como a cualquier otro trabajador, en la policía constituye un problema estructural”, afirma Thomas Feltes, investigador en asuntos policiacos de la Universidad del Ruhr, en Bochum. Tapar los errores de los colegas es una especie de acto reflejo, dice.
Esto se debe en parte a que los actuales mandos superiores de la policía recibieron su instrucción hace 20 ó 30 años. Aquel entonces imperaba una mentalidad por completo distinta. Se pensaba que los policías simple y sencillamente no cometían errores.
“Estamos en una fase en la cual aún hay altos mandos que piensan así, mientras otros ven las cosas distinto”, dice Feltes. Actualmente, el respeto a los derechos humanos es parte fundamental de la capacitación policiaca.
Pero se presentan discrepancias entre la teoría y la realidad. Alexander Bosch, de la organización Amnistía Internacional, señala que “a veces egresan de las academias policías muy bien capacitados. Pero cuando entran en contacto con los cuarteles, donde impera un ánimo distinto, acaban por adaptarse a éste”.
Opacidad
Bosch opina que algunas investigaciones sobre abusos cometidos por policías son interrumpidas prematuramente. “90 por ciento de los policías acusados jamás son procesados”, dice. Amnistía Internacional documenta desde hace años casos como éstos.
“Hemos comprobado que, cuando se trata de investigar a un policía, el proceso no es tan ágil como cuando se trata de un ciudadano común y corriente. Y también que los jueces a menudo dejan pasar estas anomalías”.
El experto propone la formación de comisiones independientes como las que existen en Reino Unido y otros países. Hasta el momento, la clase política alemana no ha reaccionado ante tales sucesos, pese a que tanto la Organización de las Naciones Unidas como la Unión Europea han hecho propuestas similares.
En comparación con otros países, son pocos los casos de abuso con violencia cometidos por policías alemanes. Pero hay mucho por mejorar. “No hemos llegado al punto en el que debamos tomar medidas espectaculares”, dice Behrendes. “Pero hemos ido implementando cambios paulatinos."
A diez años de haber comenzado las reformas en la policía de Colonia, “tengo la impresión de que hoy somos más flexibles y de que manejamos mucho mejor la violencia a la que a veces nos enfrentamos. También nos controlamos mejor a nosotros mismos”, concluye.
Autora: Diana Peßler / Enrique López
Editor: José Ospina